El cáncer de esófago ocurre cuando se da una proliferación de células en el esófago, el conducto largo y hueco que va desde la garganta al estómago y que se encarga de transportar los alimentos. Esta enfermedad generalmente comienza en las células que recubren su interior, pero puede desarrollarse en cualquier parte del esófago.
Según la Clínica Mayo, esta enfermedad se desarrolla cuando las células del revestimiento del esófago comienzan a crecer de manera anormal y descontrolada, formando tumores malignos. Es más común en hombres que en mujeres y suele diagnosticarse en personas mayores de 60 años.
No se conoce una causa exacta del cáncer de esófago, pero se han identificado varios factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollarlo. Uno de los principales factores es la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), una condición en la que los ácidos del estómago regresan al esófago, causando irritación en el revestimiento. Con el tiempo, esto puede provocar cambios celulares que llevan a un tipo de cáncer llamado adenocarcinoma esofágico.
El esófago de Barrett es otra condición de riesgo, ya que se produce cuando las células del esófago cambian debido a la exposición prolongada al ácido estomacal. Estas modificaciones pueden aumentar el riesgo de desarrollar adenocarcinoma.
El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol también pueden dañar las células del esófago, aumentando la probabilidad de desarrollar un carcinoma de células escamosas.
Otros factores incluyen la dieta y la obesidad, ya que una alimentación baja en frutas y verduras puede reducir la ingesta de antioxidantes protectores. Además, la obesidad se asocia con un mayor riesgo debido al aumento del reflujo ácido.
Síntomas del cáncer de esófago
El cáncer de esófago puede no causar síntomas en sus primeras etapas, pero a medida que avanza, pueden aparecer varios signos recogidos por la Clínica Mayo:
- Dificultad para tragar (disfagia): es el síntoma más común y comienza con problemas al ingerir alimentos sólidos, progresando hasta afectar la ingesta de líquidos.
- Pérdida de peso inexplicada: la reducción del apetito y las dificultades para comer pueden generar una rápida pérdida de peso.
- Dolor o molestia en el pecho: se pueden presentar sensaciones de ardor, presión o dolor en el pecho.
- Ronquera o tos persistente: puede haber cambios en la voz y tos crónica debido a la irritación del esófago.
- Regurgitación de alimentos o acidez estomacal frecuente: algunas personas sienten que los alimentos se quedan atascados en la garganta.
- Sangrado en el esófago: en casos avanzados, el cáncer puede causar sangrado interno, manifestándose como vómito con sangre o heces negras.
Tratamiento del cáncer de esófago
El tratamiento varía según la etapa del cáncer, el tipo de células afectadas y el estado general del paciente. En las primeras etapas, la cirugía puede utilizarse para extirpar tumores pequeños. En casos más avanzados, se puede realizar una esofagectomía, un procedimiento en el que se extirpa parte o la totalidad del esófago y se conecta el estómago al remanente del esófago.
La radioterapia usa rayos de alta energía para destruir las células cancerosas y puede administrarse antes de la cirugía para reducir el tamaño del tumor o después para eliminar células restantes. Los medicamentos de quimioterapia ayudan a destruir células cancerosas en todo el cuerpo. En ocasiones, se combina con radioterapia para mejorar la eficacia del tratamiento.
Algunos pacientes pueden beneficiarse de terapias dirigidas, como trastuzumab, que se usa en adenocarcinomas con mutación HER2. La inmunoterapia, con medicamentos como nivolumab o pembrolizumab, ayuda al sistema inmunológico a atacar el cáncer.