La tranquilidad de la mañana del lunes en La Matanza se quebró, cuando R.E.F., un señalero de 43 años que cumplía su labor en las inmediaciones de la estación de trenes de Rafael Castillo, en la línea Belgrano Sur, fue brutalmente atacado por cuatro delincuentes que le robaron sus pertenencias y le amputaron el dedo pulgar derecho antes de darse a la fuga.
El ataque ocurrió alrededor de las 6.10 en la intersección de la vía férrea y la calle Dávila, dentro de la garita donde R.E.F. trabaja diariamente. Según informaron fuentes policiales a LA NACION, los cuatro agresores irrumpieron en el lugar, lo amenazaron y sustrajeron un equipo de aire acondicionado y otros objetos de valor. En un acto de poca humanidad, antes de escapar, uno de los delincuentes le cortó, salvajemente, el dedo pulgar derecho.
Tras el brutal ataque, la víctima fue trasladada de urgencia en una ambulancia al Hospital Paroissien, donde el equipo médico trabajó intensamente para estabilizarlo y atender las lesiones sufridas durante el atroz asalto.
“Lesión en dedo pulgar en la segunda falange (cercana a la uña) con necesidad de amputación, paciente derivado al Hospital Sirio Libanes por ART”, informó la dirección de Prensa del Ministerio de Salud, ante ser consultado por LA NACION sobre el parte médico.
El hecho fue caratulado como lesiones graves y robo agravado en poblado y en banda. Hasta el momento, las autoridades no han podido identificar, ni detener, a los autores del ilícito, pero continúan llevando adelante las investigaciones pertinentes para individualizar y aprehender a los responsables.
Vecinos de la zona manifestaron su profunda indignación y temor ante la creciente ola de violencia que golpea a La Matanza. Según denunciaron, los robos son una constante y, en ocasiones, se registran “hasta dos o tres incidentes en un solo día”.
Consultados por LA NACION, expresaron su hartazgo frente a una realidad en la que el ciudadano común se ve obligado a vivir encerrado “tras las rejas de su propia casa”, mientras los delincuentes se mueven con total impunidad, “adueñándose de las calles” y sembrando el miedo en la comunidad.
“La Matanza es tierra de nadie, siempre hay inseguridad. Uno sale y no sabe si vuelve. Nadie hace nada. Para mí es falta de voluntad, ya que hay veces que roban y matan delante de la fuerza y estos hacen como que no ven nada”, lamentó un residente, en diálogo con LA NACION, que prefirió mantener su identidad en reserva.
“Nosotros estamos en plena lucha con los narcos y hay connivencia con las fuerzas de seguridad. Algunos funcionarios de la fuerza bonaerense reciben coimas, puntualmente de la banda de mameluco”, advirtió otro vecino de la zona en diálogo con LA NACION.
“No se puede salir a la calle. A mi hijo le apuntaron en la cabeza para robarle el auto y safó de milagro. Hace dos días quisieron entrarle a otros dos vecinos”, explicó otra vecina.