malas medidas, bolsa de comercio, economía, ahorros, poder adquisitivo, crisis (Imagen Ilustrativa Infobae)

La eliminación del pago anticipado del 95% del impuesto PAIS que perderá vigencia dentro de un mes funciona, en la práctica, como un adelantamiento de los plazos que tendrá impacto en múltiples frentes, particularmente en la inflación y en la brecha cambiaria. O a la inversa.

Sin la aplicación del impuesto, el dólar importador recupera el equilibrio habitual en el cual el mercado oficial de cambios es el canal más competitivo para importar, con un tipo de cambio oficial mayorista de $1037 al cierre de ayer. Ese precio, con el descuento de 7.5% de la tasa impositiva que llevaba hasta ayer a los $1114 el valor del dólar para los importadores, se ubica ahora por debajo de las cotizaciones del segmento financiero, a las que según algunos analistas, el impuesto contribuía a ponerle piso.

Con su eliminación, la expectativa es que la brecha se reduzca hasta prácticamente desaparecer ya que el dólar financiero contaría con menos demanda. Con ello, también lo haría eventualmente “de hecho” el dólar blend.

La contracara de ese escenario es que el Banco Central debería enfrentar una mayor demanda de divisas, algo que todavía no ocurre porque los importadores aprovechan las condiciones financieras para hacer diferencia con la tasa de interés. Pero, ante un dólar 7.2% más barato que el contado con liquidación (CCL), es de esperar que los importadores se orienten al mercado oficial descomprimiendo la demanda en el dólar financiero. Aún no queda claro pero en qué magnitud se producirá ese impacto pero, en cualquier caso, la presión será a la baja.

Es que mientras la demanda seguramente se achique, la oferta de dólares está garantizada para el dólar financiero ya que 20% de las liquidaciones de los exportadores ingresan por esa vía. Así, la eliminación del impuesto PAIS induciría a la convergencia que empezaba a verificarse ya entre todos los distintos tipos de cambio, menos el oficial. El objetivo, ahora, es que eso mismo se produzca pero con el tipo de cambio oficial. Una unificación de hecho en tiempos de cepo.

La otra implicancia de peso es el impacto en la inflación. La experiencia del primer paso, con la reducción de 10 puntos del impuesto a partir de septiembre, es que el impacto es gradual. De hecho, fue en el dato de inflación de octubre en el que más repercutió y se prevé que será en noviembre donde otra vez se advierta un efecto. Esto es lo que presumiblemente anticipó el dato de inflación mayorista del mes pasado, en el que los productos importados anotaron un retroceso de 0,5% respecto del mes anterior. Se atribuye esa reducción, en gran medida, al recorte impositivo que ahora se acentuará.

Aunque no es lineal, una reducción tan clara de la inflación mayorista -el mes pasado el registro fue el más bajo en cinco años, de apenas 1,2%, incluso por debajo del avance de 2% del dólar oficial- implica una mucho menor presión para el índice de precios al consumidor. De ahí que la expectativa de un registro de inflación en torno a 2,5% para los próximos meses anime al Gobierno a advertir que reducirá a la mitad el ritmo de suba del dólar mensual. Es que, al igual que el impuesto PAIS, ese ritmo de 2% por mes dejó de ser un ancla para la inflación y pasó a convertirse un un factor de inercia. De acuerdo a las palabras del propio Presidente, ese cambio podría producirse en febrero cuando se conozcan los datos de inflación de enero. A menos que el IPC de diciembre, mes tradicionalmente caliente en materia de precios, depare buenas noticias y habilite otro adelantamiento de calendario.