Convence. Cada una de sus palabras suenan directas. Carisma como marca registrada y humildad como bandera. De un barrio trabajador de Madrid, de padres que la tuvieron que pelear desde abajo y con una infancia cargada de dulzura, sin lujos. Siempre al día y con lo justo. Esas marcas de la vida lo convirtieron en un animal competitivo de potencia ilimitada. Una voracidad que lo sienta en la mesa de los más grandes de la historia del pádel. Si hasta algunos lo consideran como el jugador más importante de España desde que esta especialidad desembarcó en Europa. El español Alejandro Galán, número uno del mundo durante tres años y el “extraterrestre” que le pelea el trono a Agustín Tapia (considerado el mejor jugador del mundo) como los más dominantes del circuito, disfruta de lo que hace y lo cuenta con una sencillez que permite comprender por qué es uno de los deportistas más cautivantes del universo Premier Padel.

“Sí, vengo de una familia muy humilde y de clase media. Mi padre ha trabajado casi siempre en la hotelería y mi madre limpiaba casas para intentar que llegáramos a final de mes. Nunca tuvieron la posibilidad de poder pagarme entrenamientos cada día. Como muchas familias, teníamos problemas económicos y hemos luchado mucho por salir adelante gracias al esfuerzo que han hecho nuestros padres”. El relato de Galán es claro: su vida se resumía en estudios en el Instituto Salvador Dalí y pádel. Siempre fue así, nunca cambió, por eso es que no se le advierte un ápice de su genuina condición de estrella de pádel mundial, ni tampoco que es la cara de Adidas en el mundo y una de las figuras de la empresa Red Bull. Ni tampoco que en sus ratos libres atiende los pedidos de jugar con él de Zinedine Zidane o Thibaut Courtois, entre otros referentes de Real Madrid. Y hasta comparte charlas con Raúl. “Por que soy merengue a full”, dice en una charla con LA NACION.

No me olvido que nuestra familia no se iba de vacaciones, por ejemplo, para que sus hijos pudieran jugar torneos. Nunca podremos devolver a nuestros padres todo lo que nos han dado”, relata el jugador de 28 años cuya hermana, Alba Galán, llegó a alcanzar el número seis en la clasificación mundial de dobles y resultó uno de los motores de su carrera deportiva, según confesó.

Alejandro Galán dominó la escena con Juan Lebron y conquistaron 33 títulos juntos

Es uno de los jugadores más seguidos y admirados en el mundo del pádel y ha sido uno de los principales embajadores de este deporte en los últimos años. Llegó a la cima junto con Juan Lebrón y, después de cuatro años, la pareja se rompió. Fue presidente de la Asociación de Jugadores Profesional de Pádel (PPA) y en 2024 conformó equipo con el argentino Federico Chingotto; juntos se convirtieron en uno de los binomios dominantes del circuito a la par de Agustín Tapia y Arturo Coello, la mejor pareja del mundo.

Para comprender mejor de qué se trata la carrera de Alejandro Galán, sólo hace falta revisar el archivo y advertir que fue número uno del mundo del pádel entre 2020 y 2022, que junto con Juan LeBron conquistó un total de 33 títulos, 27 de ellos en World Padel Tour y seis en Premier Padel. Y que en 2024, cuando se unió a Chingotto, llegó a 13 finales de Premier Padel y conquistó 5 torneos.

-Fuiste durante tres años el número uno del mundo junto con Juan (Lebron), como pareja, ¿Es difícil acostumbrarse a esa condición? ¿Es difícil sostenerlo en el tiempo?

-Bueno, acostumbrarse nunca la palabra, creo que siempre estábamos muy contentos con el trabajo que estábamos haciendo. Recuerdo la primera vez que entré en el máster, ya estar entre las ocho mejores parejas del mundo para mí era un premio y conseguir ser número uno cada temporada, pues fue increíble, súper especial.

-Cuando me refiero a acostumbrarse, hablo de la dificultad que eso implica.

-Exacto, el objetivo no era mantener el N° 1, sino volver a conseguirlo. Siempre pienso que desde principio a final de año hay que marcar quién es el número uno; por mucho que empieces en el ranking con una ventaja de puntos, la realidad es que desde principio a final de año, quien lo haga mejor va a ser el número uno y puede ser un jugador que salga desde la previa también. Entonces siempre era como la ilusión de, bueno, empieza año nuevo, “vamos a prepararnos a full porque queremos volver a conseguirlo”. Mi propósito siempre ha sido tenerlo como reto, el conseguirlo, el luchar, el prepararme para ello y bueno creo que eso es lo que en esta nueva etapa también hemos hemos tratado de hacer.

-Sé que te apoyás mucho en la psicología. Cuando alcanzaste el número uno, ¿tuviste que trabajar de una manera particular y diferente? Y ahora, que ya no tenés el cetro, ¿también se trabaja de una manera diferente?

-Yo comencé con el trabajo psicológico en 2018, cuando ya estaba luchando por hacerme huecos en cuartos de final, semifinales de los torneos. Y bueno, justamente casualidad, la primera semana que empecé con mi psicóloga gané mi primer torneo profesional. Entonces, era como decir “bueno he acertado” y siempre hemos hecho un trabajo de mantenerme en presente, no tratar de pensar en si soy mejor ni peor en función del resultado que haga. Era darme el valor por el trabajo diario que hago, porque los resultados al final son consecuencias, no te definen, simplemente son consecuencias de ese trabajo. Trabajando así es lo que me ha hecho mantenerme; trato de ser regular y justamente este año es el que más regular he sido de mi carrera. Es algo que no creo que se consiga en un corto plazo. Ahora debo prepararme porque estoy nuevamente en la lucha por el número uno.

-¿Te costó aceptar ese cambio? ¿Te costó apoyarte en la psicología?

-Recuerdo el año en que jugaba con Martín Díaz, un jugador con muchísima experiencia. Él buscaba en mí buscaba la frescura que tenía en el juego, pero había puntos míos a mejorar, como saber manejar ciertas situaciones. Entendí que me iba a hacer bien, ya no sólo por jugar con él, sino en el futuro. Di el paso y creo que todo el trabajo que hemos realizado me ha hecho llegar hasta donde estoy hoy. Me hizo crecer, ya no sólo como deportista, sino a nivel personal. Creo que siempre es súper necesario, ya sea para objetivos deportivos o simplemente para tener herramientas para todas las situaciones que te plantea la vida.

-En una entrevista reconociste que por momentos la esa obsesión por volver al número 1 te hace desenfocarte ¿tener a Arturo y a Agustín enfrente hace todo más complejo?

-Es verdad que este año está siendo… bueno, difícil. En todos los torneos nos hemos cruzado en las finales, menos en uno que fue en las semifinales. Esa rivalidad está siendo muy bonita y ahora nos toca a nosotros dar un giro de tuerca y prepararlo un poquito mejor para volver a ganar. No creo que se haya dado tampoco otra situación en la que siempre se juegue la misma final, los mismos cuatro jugadores. Entonces, ahora es diferente luchar por el número uno, por lo menos en los años en los que yo he estado luchando por el número uno. La temporada es larga, hay estados de forma de diferentes parejas y hay momentos donde ganan unos torneos unas parejas ganan otras y quizás esa autopresión que te metes por ser número uno, casi te pasa factura cuando estás pensando simplemente en los puntos. Pero aquí nosotros hemos estado jugando súper bien y, después del parón de verano, esa presión la tenía porque los únicos rivales que nos estaban ganando, desde que nos hemos juntado con Fede, han sido Arturo y Agustín. Entonces, como ellos tenían el número uno desde el año pasado, jugando a un nivel espectacular y que no he visto nunca… Al poder competir mano a mano contra ellos y sentir que podíamos luchar por el lugar de ellos, con este proyecto nuevo con Fede, quizá nos desenfocó. Porque nosotros debemos concentrarnos en que estamos haciendo bien las cosas, en seguir conociéndonos, en seguir mejorando. Yo estaba ya pensando en “bueno, tengo que ganar para tenerlo el número uno ahí, al alcance de la mano”. Y quizás en vez de jugar como lo hacemos siempre, era estar jugando por algo más que te desenfoca. Es lo que nos ha estado pasando.

-En los últimos torneos, más allá del resultado, se los vio disfrutando más de jugar…

-Creo que fui bastante sincero con el momento que estaba pasando, en el torneo de Madrid. La sensación que me dejó esa final la arrastré hasta Rotterdam, pero más allá de que en Rotterdam también nos ganaron (Tapia y Coello) y con un resultado abundante. Las sensaciones ya fueron un poquito diferentes en la cancha y en Valladolid ya éramos otros. Entonces ha sido un problema que hemos atajado, que hemos trabajado y que ahora mismo estamos buscando la solución a los otros tantos problemas que nos están poniendo los número uno.

-¿Podés disfrutar de lo que hacés o por momentos ya se vuelve muy pesado?

-Evidentemente es nuestro trabajo, pero hasta hoy, te digo que lo estoy disfrutando muchísimo. Creo que este año ha hecho que cambien muchas cosas dentro de mí y la verdad estoy disfrutando mucho del día a día, del proceso, de los entrenamientos, de la competición, de todo. Quizás antes no paraba una tarde libre y ahora lo aprovecho para buscar otras actividades y entablar relaciones con gente que está disfrutando mucho de mi deporte, que para mí es mi pasión. Este año me he abierto un poquito y lo estoy disfrutando muchísimo.

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-¿Cómo llega a ser tu pasión el pádel? ¿Por qué lo elegiste?

-Yo creo que el pádel me acaba encontrando a mí. Cuando nazco mis padres se mudan a una urbanización en Madrid y había una cancha de pádel. Nadie conocía el deporte, los niños pequeños en especial, pues yo empecé a bajar al patio de la urbanización con dos o tres años y poco a poco fui conociendo el deporte. Después comencé a tomar clases y ha sido, pues, desde antes de tener memoria, parte de mi vida. Lo llevo ya en las venas.

-¿Disfrutás de hacer algún otro deporte?

-Me gusta, soy competitivo a todo, a cualquier tipo de juego. Trato de hacerlo fuera de temporada, pero jugar con amigos al fútbol, el básquetbol, al tenis, me encanta. Y luego cualquier tipo de ocio que sea competición, las cartas, los bolos, el billar, todo me gusta.

-¿Cómo fue compartir la cancha con jugadores de otros deportes?

-La verdad que es un placer poder jugar con deportistas de talla mundial. Con el primero que jugué fue con Thibaut Courtois [arquero de Real Madrid], que me sorprendió mucho, porque con dos metros se mueve muy rápido y tiene muchos reflejos. Fue increíble verlo tan de cerca y reaccionar de esa manera a cada pelota. Después, Zinedine Zidane [ex DT de Real Madrid] demuestra clase en cada deporte que practica. Como siempre fue mi ídolo desde pequeño, le pedía perdón cada vez que fallaba una pelota que no jugaba bien. Sentía que quería hacer todo perfecto para él. Y con Raúl [ex jugador de Real Madrid], si bien no hemos jugado, sí tuvimos muchas charlas de deporte y me quedó algo grabado que aplica para cualquier deporte. Y es que hay que meter los goles, en el fútbol hay que hacer los goles, en el pádel hay que hacer los puntos y eso es lo más importante a la hora de querer ganar.

– ¿Necesitás de la competencia?

-Sí, la disfruto mucho, me pasa incluso entrenando que me vuelve loco, pero el momento en el que estás practicando situaciones y ya se convierte en competición, te da siempre un plus. Yo creo que siempre he competido mejor de lo que he entrenado.. Creo que es un poquito adictiva la competición.

-¿Sos obsesivo con los cuidados físicos?

-Sí,los objetivos están claros y cuando tratas de estar en la cima de cualquier deporte tienes que ser un poco, no quiero llamarlo obsesivo porque al final es ya parte de mí, pero sí que es como un protocolo, una rutina, un cuidarse en descansos, en la alimentación, en todo. Hay que cuidar los detalles para poder alcanzar los objetivos.

Alejandro Galán y Carlos Alcaraz en la alfombra roja de los Laureus World Sports Awards en Madrid. (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images for Laureus)

-¿Se puede tener una relación de amistad con otros jugadores con los que compiten contra vos?

-Debido a que competimos mucho y estamos todas las semanas viajando, pues nos vemos, tenemos relación, coincidimos en el campeonato por equipos, las selecciones y estamos ya acostumbrados a vivir unos cerca de otros y tenemos buena relación, nos conocemos, conocemos las familias de cada uno. Por mi forma de ser, es fácil llevarse bien con todos.

-¿Qué pensás de Agustín Tapia y de Arturo Coello?

-Es admiración, porque sé lo difícil que es llegar, sé lo que están consiguiendo ya no sólo en resultados, sino también en la manera en la que están jugando. Y es respeto también, porque veo cómo lo están haciendo, porque yo creo que como personas demuestran que además de ser trabajadores también disfrutan mucho y es esa pasión bien llevada, bien dirigida. Tenemos una buena relación.

-Muchos te califican a vos como un “extraterrestre” y Agustín como el “Mozart” del pádel. ¿Qué me podrías decir de él? ¿Qué tiene Agustín de diferente?

-Además de nivel competitivo, creo que los dos son fuera de serie (por Arturo Coello y Tapia). Creo que Agustín tiene una plasticidad, una imaginación de hacer golpes diferentes… Probablemente sea el jugador que más disfruto ver jugar. A día de hoy creo que hace cosas que son diferentes del resto y bueno en eso estamos. Creo que tenemos estilos muy diferentes y ahí estamos en la pelea cada semana.

-¿Qué disfrutás de Federico Chingotto? ¿Qué proyectas con él?

-Fede me da mucho en lo deportivo, estabilidad de juego, garra y esa posibilidad de siempre tener una vida más para seguir jugando. Ya sabemos el estilo que tiene de trabajar, de poner una bola siempre con calidad para dejarme a mí bien posicionado. Es una bocanada aire fresco en los momentos donde no salen las cosas como quiero, porque yo tengo un juego un poquito más agresivo y puedo estar más cerca del error y él siempre me da tranquilidad. Ese apoyo al final en el día a día es especial. Tenemos una relación increíble hablamos todos los días, hacemos planes… Esa relación que tenemos personal la demostramos en la cancha y estamos disfrutando mucho también, porque los dos somos trabajadores. Estamos con un reto súper grande e ilusionante y bueno queriendo darle la vuelta un poquito a la situación (por el duelo con Coello y Tapia). Cuando tu compañero trabaja de la misma manera que tú, pues no sé, te carga las pilas. Te proyecta para decir, bueno, quiero ir por el número uno. Sí, sí, cien por cien.

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