Barby Franco es una modelo argentina reconocida en el mundo del entretenimiento y la moda. Su carrera comenzó en televisión como azafata en el programa A todo o nada de Guido Kaczka, donde se ganó la simpatía del público por su espontaneidad y carisma. Su rol en el programa le brindó popularidad y la impulsó a establecerse como figura mediática en Argentina. Además de su carrera televisiva, ha trabajado como modelo, participando en campañas publicitarias y programas de espectáculos.

Desde hace 15 años está en pareja con el abogado Fernando Burlando. Se conocieron en televisión y demostraron una gran conexión que perdura a lo largo de los años.

La deseada llegada de Sarah, en 2022, marcó un punto de inflexión para la pareja. Tras más de una década de relación, celebraron el nacimiento de su primera hija, un acontecimiento que consolidó aún más su vínculo y les permitió experimentar una nueva etapa personal.

Aquí, los momentos más destacados de la charla:

Mariano: —Bárbara Luján Franco, ¡qué lindo nombre! ¿Cómo te puedo decir? Acá es como si vinieras a hacer la VTV, pero esta es la Verificación Técnica del Alma. Te vamos a auditar el alma para ver cómo está… Por algo te dieron el sobre. ¿Está mucho mejor de lo que vos pensás, eh? Leo que consumiste 42 kilos de queso rallado en todas tus comidas. Fanática del queso rallado. ¿Repartiste 1876 volantes en tu vida como promotora?

Barby: —Sí, es verdad.

Mariano: —¿Hay alguna cosa de la que te arrepientas? Algo que quieras borrar del legajo, aprieto delete y se va. ¿Alguna cosa en el colegio o en la vida con alguien?

Barby: —Tal vez pensamientos raros…

Mariano: —¿Pensamientos raros?

Barby: —Sí, obvio, más de uno. Después, con mucha terapia, se fueron borrando.

Mariano: —¿Algún sueño frustrado de la infancia que quisieras cumplir?

Barby: —Y… mi mamá no tenía todos los recursos para pagar un curso de actuación de teatro o de baile, eso sí.

Mariano: —¿Satisfecha, con tiempo feliz?

Barby: —Sí, siempre le busco la parte positiva a todo. Soy abuela joven, con Fer (Burlando) tenemos un nietita, así que muy feliz.

Mariano: —¿Qué tema eligirías para entrar al cielo?

Barby: —Me parece que iría con un tema de Gilda: “Mi despedida”, temón.

Mariano: —Cuando entres al cielo vas a poder revivir on demand todos los momentos que vos quieras. ¿A qué le das play primero?

Barby: —Me imagino en mi barrio con toda mi familia: mi mamá, mi papá cuando estaba bien -antes de la adicción del alcohol-, pero en esa etapa fui recontra feliz viviendo en una casilla, y te estoy hablando de una casilla de madera y chapa, con agujeros por alguna bala perdida. Entre todos los vecinos hacíamos la famosa olla popular, cada uno aportando lo suyo. Estoy agradecida de esa etapa y cada vez que me siento mal o estoy como rara, me voy a ese lugar y siento como esa contención, ese calorcito que sentía en ese momento.

Mariano: —Y de más grande, ¿cuál elegirías para volver a sentir todo lo que sentiste?

Barby: —¿Más grande? Bueno, fue un poco más dura mi vida. A los 9 años tuve que salir a trabajar sí o sí: no tuve infancia. Hoy en día yo vivo la infancia con mi hija. O sea, agarro juguetes que yo en ese momento no tenía ni idea. Nunca tuve una muñeca en mi vida. Recién a los 12 años tuve una muñeca. Imaginate que a los 9 años salí a trabajar, a repartir volantes, a pegar cositas en una juguetería, a polarizar autos… Tenía que ir al frente porque si no, no comíamos: mi mamá hacía lo que podía y mi papá, en ese momento, empezaba con unas cositas de adicciones al alcohol.

Mariano: —Qué bravo…

Barby: —Después, en la adolescencia, fue todo mucho más duro, con denuncias de por medio. Mi mamá era muy sumisa y vivía con mucho miedo. En ese momento había entrado en depresión, pero yo no me di cuenta porque, obvio, tenía 12, 13 años.

Mariano: —Por eso vos te plantas tanto, para no repetir lo que le pasó a tu madre.

Barby: —Claro, y por suerte la terapia me ayudó mucho; hice como quince años de terapia.

Mariano: —Hablabas de tu viejo… ¿Llegó a ejercer violencia con vos?

Barby: —Sí, con las dos, con mi mamá también. Por eso yo fui y lo denuncié. Porque mi mamá era muy sumisa y tenía miedo de que si lo denunciaba, podía venir con una 45 y ¡chau!, somos boleta. Le dije “No, ma, esto no está bien”. Yo quiero otra vida para mi. Tenemos que salir de acá sí o sí. Yo con 14 años, 15. Y una vez la agarré y le dije: “Vamos, ponele huevos, y fuimos a la comisaría -La 32 de Barracas, en Avenida Caseros-, hicimos la denuncia… Para mí era como estar en medio de de la selva. Era sobrevivir. No sé, me daría miedo verme. Pero en ese momento era re justiciera. O sea, no me importó que fuera mi padre. El estaba haciendo algo mal con nosotras y lo tenía que pagar. Yo me paraba de manos con él. Era un monito salvaje.

Decí que no me puso una mano de más, o un golpe raro de más… porque la quedaba. Cuando se empezó a pudrir, yo tenía 11, 12 años y los domingos sentía como una sensación extraña en mi cuerpo; después, a los 14, tuve ataques de pánico, pero no sabía que eran ataques de pánico. Eso lo descubrí con el tiempo. Era tremendo, horrible. Pero hoy en día estoy bien. Lo cuento con tanta superación porque digo: “tengo 34 años, muchos años de terapia, ya perdoné a ese padre que tuve”.

Mariano: —Qué complicado…

Barby: —El día que me hice señorita, tenía 14 años. Ya estaba chocha. Para mí, en su momento, mi padre era mi ídolo, como que estaba enamorada de mi papá. Y voy re contenta: “Mirá lo que me acaba de pasar”. Yo chocha, una adolescente contándole a su padre. Me mira… (ay, no sé si está bien lo que voy a contar) ¡y me dio un saque! Y ahí también me hizo el click de de ir a denunciarlo. Porque dije “¡guau, loco!, te estoy contando algo re lindo de una hija a un padre…» Y fue cuando dije “vamos y lo denunciamos”. Así, sin pelos en la lengua. Creo que fue la primera vez que un hombre me rompe el corazón.

Mariano: —Y después la dificultad de volver a idealizar a un hombre, ¿no?

Barby: —Sí, obvio, me costó mucho. Bueno, cuando conozco a Burlando, había muchas situaciones padre e hija que yo no entendía. Iban las nenas a abrazarlo y yo: “Pero por qué se abrazan…?” Como que no lo veía normal. Y él me dice: “Barbie, esto es normal de un padre a una hija”. Y del otro lado, para mi mamá, todo el amor del mundo. ¡Todo!

Mariano: —¿Qué pregunta que nunca te animaste a hacer, ahora vas a tener la respuesta?

Barby: —Me lo imagino y ya lloro sola. ¿Por qué tardaron tantos años en mandarme a Sara?

Mariano: —¿A tu hija?

Barby: —Sí, te juro. Muchos años, muchos tratamientos. Un día, una amiga, Caro, me invita a ir caminando a Luján… Digo: “Seguro no va a pasar”, pero era una prueba más. Y a los tres meses quedó embarazada de la nada, sin tratamiento, sin estimulación hormonal. No sé, se hizo el milagro. Y ahora lloro porque está en la etapa de los dos años y la querés matar.

Mariano: —¿Qué momento cuando te dio positivo, no?

Barby: —Tremendo. En shock. No podía creerlo. Porque claro, nosotros veníamos de cuatro tratamientos fallidos…

Mariano: —Aparte tu cabeza, porque él ya era papá.

Barby: —Claro, esa era mi pregunta: ¿puedo ser yo? Yo me había hecho todos los estudios y daba todo perfecto. ¿Viste cuando decís “qué está pasando”? Encima, yo desde muy chiquita, a los 18, 19, quería ser mamá. De hecho con mi mamá, fui siempre su mamá. Capaz que Dios me mandó para otra cosa, no para ser mamá. Pero yo pensaba: “Voy a hacer todo lo posible para ser mamá con el método que sea”. Y después, de un día para el otro pasó.

Mariano: —¿La cabeza?

Barby: —Justo estaba en una fecha que me tenía que venir y no me venía. Digo “debe ser por toda la estimulación del año pasado”. Llamo a la chica del genetista. Me dice “Hacete un Eva Test por las dudas”. Y cuando veo positivo, digo “No, no puede ser”. Yo estaba sola en casa. Fernando se había ido a jugar al polo. Me compro otro Eva Teste, ¡positivo! Estuve en shoc como un mes.

Mariano: —¿Qué momento de la pareja elegís para volver a vivir tal cual? Los mismos latidos del corazón, las mismas mariposas, misma alegría…

Barby: —O sea, el primer año nunca me enamoré de él. Con el tiempo me enamoré… ¡Ay, no sé…! ¿Está bien lo que digo?

Mariano: —Sí, claro.

Barby: —Desde el día que lo conocí, a los dos años que empezamos a viajar, como a estar más solos, ahí la relación pasó a estar más consolidada. Pero todos los días la pasamos bien. Hace quince años que estamos juntos y parece que estamos hace tres días. O sea, es muy divertido.

Mariano: —Y uno ideal, que decís “quiero volver a vivir este momento”.

 Barby: —El día que casi lo choco la Ferrari, casi me mata. Yo no sabía que era un Ferrari. ¿Viste que todos los mandos están arriba? Yo no tenía ni idea. “¡¿Qué haceeeeeeeeés?!”, me dice. Es muy lindo estar al lado de él.

Mariano: —¿Y el día del Eva Test?

Barby: —Ese día fue tremendo. Agarré, le mandé un mensaje y la foto. Me dice “¡Noooooo! ¿En serio?“ Y me llama al toque, casi se cae del caballo, y nos quedamos llorando los dos por teléfono. Después, en casa, guardó el Eva Test en la caja fuerte.

Mariano: —¿Ponemos ese?

Barby: —Sí.

Mariano: —Cuando entres acá, al cielo, tenés que explicar por qué entraste, ¿qué decís?

Barby: —Fui una resiliente. Por eso.

Mariano: —Eso lo llevás pegado. Y está bueno que lo digas porque es un ejemplo para un montón de gente.

Barby: —Sí, sí. Estoy contenta conmigo misma.

Mariano: —Muy bien, tu verificación ha sido muy buena. Cuando bajes vas a poder tener la posibilidad de bajar a una persona del cielo una hora. ¿A quién elegirías? ¿Por qué? ¿Y qué harías en esa hora? Pensá bien.

Barby: —¡Uy, qué difícil! La bajaría a mi abuela Bernardina para que esté un ratito con mi mamá: una hora de shopping, ir a tomar un café, charlar, un abrazo, la despedida que no tuvieron para que se quede más tranquila mi mamá.

Mariano: —Bueno, como te decía, tenés una muy buena verificación. Podés bajar en paz.

Barby: —Gracias.

Fotos: Gastón Taylor

Producción texto: César Litvak