Un coche con la rueda pinchada (Freepik)

El 23 de abril, cuatro agentes de aduanas estaban realizando un control en el peaje de Haudricourt, situado al norte de Francia. Durante el operativo, un Dacia Sandero se detuvo ante la señal de los agentes. El conductor bajó la ventanilla y, de inmediato, uno de los funcionarios percibió un intenso olor a cannabis. No era una coincidencia: el hombre estaba fumando un porro.

Siguiendo el procedimiento habitual, uno de los oficiales le pidió al conductor que estacionara el vehículo unos metros más adelante para realizar una inspección más exhaustiva. En un primer momento, el individuo aparentó acatar la orden, pero acto seguido aceleró bruscamente, huyendo y atropellando a uno de los agentes, quien resultó herido en el muslo por un auto-disparo tras ser arrollado por el coche.

Un tercer agente consiguió lanzar una rastra para intentar frenar al vehículo. A pesar de que varios neumáticos resultaron dañados, el conductor continuó su fuga a gran velocidad, sin importarle el grave riesgo que suponía para los demás usuarios de la vía.

Persecución a 160 km/h

La persecución se prolongó durante 22 kilómetros, con el fugitivo circulando a cerca de 160 km/h, incluso después de que sus ruedas quedasen reventadas y desinfladas. Finalmente, el vehículo, que ya avanzaba sobre las llantas, acabó girando y deteniéndose en la calzada.

Un pastor alemán, la raza que suele ser entrenada para ser perro policía (Freepik)

El hombre salió corriendo del coche y cruzó a pie todos los carriles de la autopista, tratando de escapar entre la maleza de los márgenes. Fue necesario movilizar a un equipo canino de la Gendarmería Nacional francesa para localizarle. Finalmente, un perro policía halló su escondite entre los arbustos de un campo próximo a la carretera, facilitando así su arresto.

La investigación confirmó que no era la primera vez que este individuo protagonizaba un incidente similar. El detenido, de 28 años, ya se encontraba bajo supervisión judicial desde el 29 de marzo por hechos de naturaleza idéntica. Además, su historial delictivo reflejaba trece condenas anteriores, la mayoría relacionadas con delitos de tráfico de drogas.

Las consecuencias de la huida y el atropello

El 25 de abril, el acusado asistió a una comparecencia inmediata ante el Tribunal Penal de Dieppe. Reconoció los hechos, aunque aseguró no haberse dado cuenta de que había atropellado al agente de aduanas. Este último, presente en la sala como parte civil, tampoco pudo confirmar si el golpe que provocó el auto-disparo había sido intencionado o fruto de la huida.

Durante la vista, el presidente del tribunal le recordó al acusado la extrema gravedad de sus actos. Subrayó que “no sólo hirió y puso en peligro la vida del agente de aduanas, sino que podría haber herido o matado a otros usuarios de la carretera al viajar a 160 km/h con neumáticos desinflados”. El fiscal adjunto respaldó esta valoración y solicitó una condena de dos años de prisión, con seis meses de libertad condicional, además de la retirada del permiso de conducir, la confiscación del vehículo y una multa aduanera de 15.000 euros.

Por su parte, la defensa solicitó al tribunal que evitase el ingreso inmediato en prisión de su defendido, proponiendo que cumpliera la condena en régimen de arresto domiciliario con control telemático. Alegó que un encarcelamiento “solo frustraría los progresos del acusado en su proceso de rehabilitación”. Sin embargo, el tribunal consideró los hechos demasiado graves como para aplicar esta medida alternativa.

Finalmente, el acusado fue condenado a 18 meses de prisión, de los cuales seis quedaban en suspenso bajo régimen de libertad condicional. También se decretó su ingreso inmediato en prisión preventiva. Además, se le impusieron 6.000 euros de multas aduaneras, la confiscación definitiva del Dacia Sandero, que apenas tenía uso, y se reconoció al agente herido una indemnización de 500 euros.