El papa León XIV aparece retratado como un hombre moderno, conectado y sensible.

La biografía León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI, que sale a este jueves, presenta un perfil inédito del actual Papa, desde sus primeros años en Chicago hasta su papel central en el Vaticano. La escribió Elise Ann Allen, una periodista de origen estadounidense -como el papa- que es corresponsal senior de Crux en Roma. Se incluye la primera entrevista oficial de León XIV como pontífice, en la que el líder de la Iglesia Católica detalla sus prioridades y visión para el futuro.

Elise Ann Allen, nacida en Denver, es licenciada en filosofía y en comunicación por la Universidad de Northern Colorado. Antes de llegar a Crux, formó parte de la redacción de Catholic News Agency en Denver y más tarde se desempeñó como corresponsal en la capital italiana.

Allen, conocedora profunda de la figura de Robert Prevost, ofrece una semblanza marcada por la independencia y naturalidad del pontífice. “Él no es parte de ningún bando, es muy independiente y hará cosas que complacerán o disgustarán a todos en algún momento del camino. Simplemente tenemos que dejar que sea él mismo, sin compararlo demasiado con sus predecesores, al menos no de una manera ideológica”, ha dicho a la prensa

Aquí, la introducción de León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI

Introducción

Por Elise Ann Allen

Hace casi medio siglo, con la elección de Juan Pablo ii, la Iglesia interrumpió una tradición de 455 años en la que todos los papas eran italianos. Desde entonces, cada nuevo cónclave ha despertado las mismas interrogantes en millones de personas, creyentes o no: ¿quién es el nuevo pontífice?, ¿de dónde viene? Benedicto xvi nació en Alemania, y Francisco, en Argentina. El 8 de mayo de 2025, la respuesta trajo un primer signo de tiempos nuevos: Robert Francis Prevost, hoy León xiv, es el primer pontífice de la historia con ciudadanía tanto de Estados Unidos como del Perú, una doble pertenencia que ha marcado su vida y que se refleja en su forma de hablar, de escuchar y de tender la mano a quienes vienen de realidades distintas.

Elise Ann Allen, con el papa León XIV en la Villa Borghese. (Crux)

Desde hace doce años cubro las noticias del Vaticano desde Roma, los últimos ocho para el portal Crux. Me une al papa no solo mi nacionalidad estadounidense, sino también el privilegio de lo que podría denominar una cierta cercanía, alimentada en encuentros previos durante mi labor periodística y nuestro conocimiento compartido acerca del Perú y de la Santa Sede. Sin embargo, cuando estuve frente a él en la villa pontificia de veraneo en Castel Gandolfo, a una hora de la capital italiana, a punto de iniciar la primera entrevista oficial de su pontificado, todo parecía nuevo, y me pregunté por un segundo si algo habría cambiado.

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Conocí a Robert Prevost en diciembre de 2018 durante un viaje que realicé a Lima para escribir un reportaje relacionado a los abusos de la Iglesia y en especial del caso Sodalicio. En ese momento, Prevost era obispo de Chiclayo y presidente de la Comisión Nacional de Salvaguarda de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), institución de la cual, además, era su segundo vicepresidente. A pesar de su encumbrada posición, recuerdo que me impresionó su sencillez, su franqueza, su tranquilidad y la sensación de transparencia que me transmitía, siendo yo apenas una extranjera con la que no había mantenido ningún tipo de acercamiento previo. En esa primera conversación habló con calma de los controvertidos asuntos que yo había solicitado tratar. No proyectaba ninguna reserva, sino que, por el contrario, me escuchaba con atención e intervenía con confianza, apertura y una honestidad que me pareció, por lo menos, inesperada. Su manera gentil de interactuar me tranquilizó. De pronto, me asombró descubrir que estábamos teniendo una conversación, no solo una entrevista off the record, con preguntas anotadas o respuestas calculadas de un prelado cauteloso que intentara deshacerse lo antes posible de la periodista de investigación. Nuestra charla fue natural y, aunque estoy segura de que no dijo todo lo que podría haber dicho, escuchó, se involucró y fue directo y sincero en sus respuestas. Al culminar ese primer encuentro me extendió la mano con su tarjeta personal para que pudiera contactarlo para cualquier seguimiento que pudiera necesitar, algo que no todos, y especialmente no los obispos, harían por un periodista.

Libro Papa Leon XIV Elise Ann Allen

Cinco años después, en 2023, Prevost llegó a Roma designado por el papa Francisco como prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más importantes en el Vaticano. Fue aquella la segunda vez que pude reunirme con él en persona, cuando, junto con mi esposo, que también es periodista, solicitamos una visita de cortesía para dar la bienvenida a nuestro compatriota. A pesar de los años transcurridos, del cambio de ciudad y del importante cargo que asumía, sentí que Robert Prevost era exactamente la misma persona con la que me había reunido antes en Lima. Aunque nuestro contacto fue limitado durante sus primeros meses en Roma, ya que Prevost mantenía un perfil notoriamente bajo, un día decidimos invitarlo a cenar. En nuestra casa, comprobé que tanto en el entorno formal como en el personal conservaba su amabilidad y cercanía. Fue un invitado estupendo que comió con gusto todo lo que le ofrecimos, que acompañó nuestra conversación con una frecuente sonrisa, y que incluso se animó a contar un par de chistes mientras hablábamos de deportes, del Perú y de su experiencia reciente en el Vaticano. El cardenal y prefecto del poderoso dicasterio, que más tarde se convertiría en papa, nos demostró aquella noche que era un hombre sencillo y completamente abocado en atender a las personas a su alrededor más que a sí mismo.

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En Castel Gandolfo, la hermosa residencia apostada en las colinas Albanas donde, durante siglos, los papas han pasado sus veranos, espero al papa León xiv para la entrevista inaugural que marcará su primer contacto formal con la prensa y, a través de esta, con los católicos y el mundo en general. Pienso que es probable que el intercambio no sea el mismo que antes, pero cuando aparece y me saluda con su sonrisa cálida y la mano extendida, preguntando de inmediato por mi esposo, confirmo que es exactamente el mismo hombre: natural, abierto, impactante. No importa qué lugar, puesto o título haya ocupado o esté ocupando, Prevost se ha mantenido fiel a sí mismo.

El papa León XIV durante la misa solemne que marcó el inicio de su ministerio. (Foto: Vatican News)

«¿Quién es Robert Francis Prevost?, ¿quién es el papa León xiv?», le pregunto mientras se quita las gafas alrededor de la pequeña mesa redonda que compartimos. Su respuesta llega pausada y firme:

“Alguien que tiene una profunda apreciación por la humanidad […] una fe profunda en que, de alguna manera, el misterio de Jesucristo, Dios encarnado, nos llega a todos nosotros. Creo que tengo la capacidad de sentarme con otras personas y reconocer la bondad en ellas. En la conversación, el diálogo, el respeto, soy capaz de ver ese bien, sea la otra persona alguien de fe o no, y compartir parte de la alegría y la esperanza de lo que significa estar vivo, el regalo de la vida. Entonces, para mí, y especialmente como agustino, [tengo la capacidad de] ver que, como hijos e hijas de Dios, estamos llamados a un bien mayor y que todo lo que hacemos aquí está orientado hacia la plenitud de la vida y el amor en las manos de Dios. Mucho de eso es un misterio, y no pretendo entenderlo ni mucho menos poder explicarlo».

Y luego, en un tono más personal, el papa añade:

“Hay una gran parte de mí que disfruta vivir, conocer a otras personas, servir a los demás, y que encuentra mucho sentido en haber dado mi vida para servir en la orden agustiniana como sacerdote y, más tarde, como obispo. De algún modo, es lo mismo: ser llamado para una vocación específica, para caminar con otras personas y enseñarles a tener esa misma actitud de que «dar tu vida por los demás tiene mucho más sentido que ser egoísta». Cuando conoces a Jesucristo, y cuando reconoces que Dios nos ha llamado, creado y amado, compartir eso con otras personas es simplemente un regalo magnífico».

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El actual pontífice encarna, en muchos sentidos, el perfil de un papa para el siglo xxi. Su formación multicultural y su amplia trayectoria como misionero, jefe de su orden agustiniana y prefecto del Dicasterio para los Obispos, cargo en el que interactuó con obispos de todo el planeta, le otorgan una perspectiva global única. Habla inglés, español e italiano con fluidez, y conoce el francés, lo que le permite moverse con naturalidad entre diversas culturas.

También es un papa familiarizado con el mundo digital. Antes de su elección tenía presencia en redes sociales, como X (antes Twitter), y utilizaba herramientas digitales en su teléfono inteligente, como WhatsApp, lo que demuestra su interés por la comunicación abierta y el debate actual. De hecho, ha declarado abiertamente que la revolución de la inteligencia artificial y las dudas que esta plantea sobre el trabajo y los derechos de los trabajadores fueron uno de los motivos por los que eligió su nombre papal, en homenaje al papa León xiii, padre de la doctrina social moderna de la Iglesia.

Quienes lo conocen hablan de un hombre que disfruta la vida, que ama conocer y descubrir nuevas personas, culturas y realidades. Alguien atento a los contextos sociales más frágiles y a las carencias de los pobres. Un hombre de diálogo y de acción, que sale en búsqueda de necesidades que satisface de manera creativa. Un pastor cercano y atento, buen administrador y líder eficiente, capaz de resolver problemas complejos sin crear divisiones. Pero, sobre todo, hablan de él como un buen amigo y un hermano confiable.

En suma, León xiv es, para muchos, un «ciudadano del mundo», un pontífice para los tiempos modernos y, por su historia y su estilo, un misionero del siglo xxi.

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Apenas fue elegido papa, no ha sido mucha la información disponible públicamente sobre Robert Prevost en términos de lo que dijo e hizo, en discursos, homilías y mensajes, o, incluso, en cuanto a sus posturas sobre algunos temas polémicos a lo largo de los años, salvo algunos tuits, bastante recientes, posicionándose sobre ciertas posturas del vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance. Aunque han ido saliendo muchas fotos de Prevost junto a sus feligreses peruanos en actividades o celebraciones, esta falta de información sobre sus dichos o mensajes es especialmente cierta cuando se trata de sus años como misionero en Perú, como líder de la casa de formación agustiniana en Trujillo y, más tarde, como obispo de Chiclayo. Más allá de alguna que otra postura pública, Prevost era, en general, una figura relativamente desconocida