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Esta semana conocimos dos historias inspiradoras que hablan del poder transformador de pensar en el otro, de cómo la empatía puede cambiar la vida de las personas.

Néstor, un ingeniero venezolano que llegó a la Argentina en 2016 con la esperanza de una vida mejor, nos conmueve con su historia de resiliencia y generosidad.

Tras un período de dificultades económicas, en el que incluso tuvo que afrontar la pérdida de su madre sin poder viajar a despedirse por falta de dinero, encontró la fuerza para reinventarse: creó TequePops, una empresa de tequeños que no solo le permitió salir adelante a él, sino que hoy emplea a 46 personas.

Cuando tuvo que incorporar personal, Néstor pensó en quienes enfrentaban los desafíos que a él lo habían comprometido. Así fue como decidió contratar, en su mayoría, a migrantes de Venezuela, Paraguay y Perú.

“Lo importante es que somos una gran familia”, afirma con orgullo. Néstor no sólo les da trabajo, sino que también se preocupa por su bienestar y por crear un ambiente de colaboración e inclusión, donde se valoran las diferentes culturas.

Su historia es un ejemplo de cómo la adversidad puede transformarse en una oportunidad para ayudar a otros a progresar.

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Néstor tiene 39 años y armó la producción en un local del barrio de Once, donde tiene una de las sucursales

En la misma línea, Agustina, una joven de 25 años que perdió la vista a los 15, nos cuenta cómo recuperó cierta libertad y seguridad gracias a Angel, su perro guía, entrenado en la escuela de perros del Club de Leones de Quilmes.

“Es como volar. Ahora sí me siento libre y sin miedo cuando camino por la calle”, confiesa Agustina, quien antes se sentía algo insegura e incluso había sufrido algunos accidentes en la calle por las dificultades de moverse con el bastón.

Agustina pudo acceder a Angel gracias a la solidaridad de los lectores de LA NACION y la campaña de Red Solidaria, que la ayudaron a reunir el dinero necesario para el entrenamiento del perro.

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Agustina durante su visita a LA NACION

Ambas historias nos demuestran cómo un pequeño gesto de ayuda puede tener un enorme impacto en la vida de los demás. Tanto Néstor como quienes ayudaron a Agustina nos inspiran a construir una sociedad más justa e inclusiva, donde la empatía sea un pilar para un futuro mejor.

Buen fin de semana

Javier