-Tiene que soplar las velitas porque si no nos vamos a incendiar- le imploraba Mirtha Legrand a Narciso Ibáñez Menta.
-Mi amor, tengo que apagar la torta o se incendia el canal- le explicaba el recordado y reconocido actor asturiano a su esposa Lidia, quien lo escuchaba desde España a través del teléfono durante una llamada sorpresa.
La escena y el citado diálogo sucedió durante el programa de la diva de los almuerzos el martes 25 de agosto de 1992 que dio origen a uno de los bloopers más recordados de la televisión argentina mientras ambos comían a solas, privilegio del que solo gozaron siempre las grandes estrellas.
El artista cumplía 80 años y la conductora lo agasajaba con los mejores elogios: “Nadie cree que tenés 80 años. Tengo un llamado sorpresa para vos, absolutamente inesperado. Nunca lo vas a poder imaginar”. Ibáñez Menta alcanzaba a escuchar la voz del otro lado de la línea y se sorprendía:
-No lo puedo creer- exclamaba.
-Aquí te paso con Narciso que dice que no lo puede creer- le explicaba Mirtha a su esposa de entonces, Lidia Haydeé Rojas Rojas.
-Madre, (así se refirió él a su mujer). Aquí junto a esta amiga tuya tan querida. Y rodeado de tanto cariño.
-La estás pasando muy bien verdad- expresó Lidia emocionada.
-Maravillosamente bien, mi amor. Es el primer año que no pasamos juntos mi cumpleaños. Quiero hacerte el homenaje que merecés. Sos esa criatura que durante 36 años me ha aguantado, me ha soportado…
Fuego en la mesa de Mirtha Legrand: “Nos incendiamos”
Ibáñez Menta no paraba de hablar con su esposa mientras dos colaboradoras del programa ingresaban la torta gigante con un par de bengalas encendidas que, ya de arranque, lucían un fuego incesante y de preocupante tamaño. Por eso, cuanto Mirtha más observaba, más fruncía el ceño. Las camareras la apoyaron sobre la mesa y el fuego ya superaba la altura de la cabeza de Narciso…
Mientras tanto, pese a todo, el actor seguía como si nada elogiando a distancia a su amada: “Decía que quería agradecerte porque me has dado los 36 años más felices de mi vida”, insistía verborrágico.
A esa altura además de las llamas cada vez más altas aparecía una cantidad importante de humo intenso…
Sin embargo, Narciso no se amilanaba con su verba fluida: “Hacerte este homenaje. Todos los días cuando me despierto lo primero que veo eres tú y esa sonrisa que alegra mi alma y esa mirada que la ilumina. Hasta muy pronto alma mía”.
Entonces, Mirtha desesperada volvió a la carga: “Apague porque nos incendiamos”.
Ante la súplica, Narciso soplaba cuatro veces y exclamaba: “¡Qué mal estoy de los pulmones!”. Sin embargo, las llamas no cesaban y la conductora arrojaba agua con una copa. Fue ahí que una de las colaboradoras se acercó y lo apagó con pericia y la ayuda de un repasador.
Cuando esto ocurría, Ibáñez Menta continuaba con el teléfono en mano y chequeando si la comunicación se había cortado definitivamente: “Hola, hola, madre”, repetía mientras sostenía el aparato de color gris y cable negro de la por entonces Entel (Empresa Nacional de Telecomunicaciones).
“Esperen, esperen, muestren la torta”, insistía Mirtha, mientras las llamas volvían a encenderse. Y continuaba: “Esta torta maravillosa es de la Escuela de Cocina y Decoración Artesanal. Han hecho un castillo, una casa encantada. Pero quiero decirles que casi nos incendiamos. Yo estaba preocupadísima porque hablabas y veía que cada vez se prendía más fuego y más fuego”.
-Yo también veía que iba creciendo-, le respondía él, en tono de broma.
-Fue una linda sorpresa, ¿no es cierto? Tengo más- subió la apuesta Mirtha y generó aplausos por la ocurrencia y el ruego de que las próximas no tuvieran el condimento del fuego…
La conductora entonces recordó las increíbles caracterizaciones que realizaba Ibáñez Menta en una de sus especialidades: el terror en la ficción, como por ejemplo en El Pulpo Negro o El hombre que volvió de la muerte. En ésta última obra, justamente, el rostro del actor debía derretirse. “Lo que casi sucede recién con el fuego”, bromeó él.
-Contanos qué hiciste para lograr ese efecto, Narciso, porque no sabías qué elemento usar, explicale al público
-Después de cientos de pruebas con maquillajes, una madrugada me levanto de la cama, voy y abro la heladera y veo un hermoso tarro de dulce de leche. Y como si me estuviera haciendo una seña, lo agarré, tomé una cuchara, me lo empecé a poner sobre la piel y vi que tenía la consistencia perfecta para poder hacer el truco de que la piel y la carne se desintegraran…
–¿El terror pasó de moda?– fue a fondo Mirtha.
-No, el terror, como el amor, el odio, los sentimientos básicos no pasan nunca de moda. El verdadero terror es el que no se ve, es el que está en el suspenso. Alfred Hitchcock fue el maestro de todos nosotros. Yo jamás interpreté galanes. He tenido un gran amigo en mi vida que ha sido el espejo. Siempre me dice la verdad. Fue así que desde los doce años empecé a cambiarme la cara. A maquillarme, a caracterizarme como hombres de sesenta. Hasta que el tiempo me hizo llegar a esa edad.
Ya con el principio de incendio totalmente controlado, la diva se fue al corte. “Lo que quiero decir es que la mesa está llena de agua, por todo la que tiramos por la torta”, resumió entre carcajadas…