Javier Milei y Mauricio Macri

Rendición incondicional”, pidió Javier Milei. Fue meses atrás, pero el pedido se prolongó en el tiempo porque la destinataria, Victoria Villarruel, nunca tuvo intención de acceder a las exigencias de la Casa Rosada.

La relación entre el Presidente y su vicepresidenta no tiene retorno. No hay ninguna señal que indique que ese vínculo pueda encarrilarse porque Milei no está dispuesto a retomar el diálogo y Villarruel cree que es el Gobierno el que se encargó en los últimos tiempos de esmerilar su figura: “Le pegan al lobo para que te muerda y luego decir ‘qué malo que es’”, razonó esta semana un dirigente cercano a la vice. En el inicio del 2025 no hubo, en ese sentido, cambio de planes. La discusión pública por las dietas de los senadores, y la queja de Villarruel por su sueldo, “dos chirolas” según ella, volvieron a reanimar las críticas por parte del jefe de Estado y sus colaboradores, que aprovecharon ese comentario para descargar toda la furia oficial sobre la ex diputada.

En momentos de extrema sensibilidad porque el verano no da tregua, y el Senado pareciera encaminarse en las próximas semanas a convertirse en un campo de disputa a cielo abierto. El viernes a última hora, la Casa Rosada formalizó la convocatoria a sesiones extraordinarias para discutir, entre otros proyectos, la suspensión de las PASO, Ficha Limpia, cambios en el financiamiento electoral -una iniciativa negociada con el kirchnerismo- y “la consideración de pliegos que requieran acuerdos para designaciones y promociones del Senado”, sin tener aún los votos asegurados.

“Toda la carne al asador, plata o mierda, bien al estilo de la época”, aseguró un colaborador presidencial en la tarde noche del viernes, cuando se oficializó la convocatoria.

El Gobierno no aclaró en ese último ítem el nudo central de su convocatoria: el impulso a las nominaciones de Manuel García-Mansilla y, en especial, de Ariel Lijo para la Corte Suprema, un juez que cuenta con la promoción irrestricta del Ejecutivo y con un respaldo contundente de buena parte de los gobernadores –Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, fue clave, pero hay jefes provinciales de JxC muy compenetrados con la causa- y que Villarruel confesó, desde el día uno, que no figuraba al tope de sus preferencias. La Vicepresidenta ensayó esa confesión en marzo, hace casi un año. Recién transcurrían poco más de tres meses de gobierno, y el vínculo con la Casa Rosada ya estaba muy maltrecho.

Santiago Caputo y Karina Milei

Milei pidió puertas adentro la “rendición incondicional” tras una serie de gestiones reservadas que fracasaron, una tras otra, y a sabiendas de que Karina Milei, a quien le asignan un espíritu aún más implacable que el de su hermano, ya no está dispuesta a habilitar ni siquiera un tipo de concesión como esa. La secretaria General, dicen, la quiere directamente afuera. Ella le bajó el pulgar hace rato. El Presidente sí estaría dispuesto a recapitular, pero eso incluiría una serie de condiciones que Villarruel no está dispuesta a cumplir. Por ejemplo, que se circunscriba solamente a la agenda presidencial y que avance en una serie de gestos que no está dispuesta a hacer.

En septiembre, en plena crisis legislativa por el DNU de la SIDE y la conformación de la comisión bicameral de inteligencia, Santiago Caputo visitó a la vicepresidenta en el Senado. Las reuniones fracasaron, y el vínculo volvió a tensarse, una vez más. El decreto fue rechazado por ambas cámaras y al frente de la bicameral se designó a Martín Lousteau, al revés de lo que pretendía el Ejecutivo. Después, Villarruel envió a un emisario para intentar explorar un nuevo entendimiento, pero las gestiones volvieron a naufragar, en parte porque las conversaciones se filtraron públicamente, una audacia que los asesores presidenciales no están dispuestos a tolerar cuando no son ellos los que impulsan las filtraciones.

Desde el Gobierno siempre desconfiaron de las intenciones de Villarruel. En el primer verano libertario, hace un año, se ocuparon en que trascienda que había existido una hipotética reunión secreta con Mauricio Macri en Cumelén, Villa La Angostura, que no había sido informada. Supuestamente, para planificar una agenda común por fuera de la oficial. El encuentro nunca pudo ser confirmado.

En la Casa Rosada después molestó muchísimo la foto que la vice publicó en sus redes con Isabel Perón, en Madrid. Pero las relaciones terminaron por resquebrajarse durante la sesión en la que se avanzó en la expulsión del ex senador Edgardo Kueider, sorprendido en la frontera de Paraguay con 211.000 dólares sin declarar. En el Ejecutivo vieron con esa iniciativa una oportunidad remota para enderezar el vínculo, pero la remoción del ex legislador entrerriano no hizo más que entorpecer cualquier intento de acercamiento o reanudación de diálogo, completamente interrumpido. La acusaron entonces por “mala praxis”, aunque si existió “mala praxis”, también fue por parte de la Casa Rosada.

Ezequiel Atauche y Victoria Villarruel

La vicepresidenta tendrá, más allá de la sesiones extraordinarias, una prueba de fuego el mes próximo. El 24 de febrero está prevista la renovación de autoridades y cargos en el Senado. La continuidad de Bartolomé Abdala en la Presidencia Provisional marcará, en ese sentido, el termómetro del 2025 en la Cámara alta, y en el vínculo con la Casa Rosada. Karina Milei ya adelantó que intentaría impulsar a Ezequiel Atauche. Santiago Caputo podría propiciar a un “colaboracionista” como Juan Carlos Romero, con el que forjó una relación sólida: propiciaron, en conjunto el interbloque Provincias Unidas que contaba con la participación del expulsado Kueider.

Lo cierto es que, puertas adentro del Senado, se acumuló un desgaste general. Incluso con integrantes de la propia tropa de la vicepresidenta, que no pudo resolver, por ejemplo, el dilema de los sueldos de los senadores. Pero existe, dentro del sistema político, otro dilema, aún mayor: ¿hasta dónde puede escalar un conflicto institucional entre el presidente y su vice? Villarruel ya avisó insistentemente que ella será siempre “institucionalista”. Es decir, que no intentará, al menos por ahora, propiciar una ruptura que derrame efectos negativos para el programa libertario. El inicio de la campaña, sin embargo, alienta todo tipo de especulaciones. En especial, en aquellos que la piensan como candidata.

En los últimos tiempos, los especialistas que miden con frecuencia para el jefe de Gobierno porteño detectaron, por ejemplo, que en la capital la vicepresidenta está en el podio de las dirigentes con mejor imagen. Es una tentación para los Macri, Mauricio y Jorge, que ven amenazada la casa matriz del PRO por la decisión, todavía irrevocable, de la hermana del presidente de ejecutar todo tipo de acciones para tratar de arrebatarle al PRO su territorio insignia.

Jorge Macri dio a entender que Mauricio Macri podría ser candidato del PRO en las próximas elecciones

Ayer, la capital amaneció con afiches con la leyenda “Mauricio 2025″, firmados por la Juventud del PRO. Es parte del operativo alentado por el jefe de Gobierno, que en el encuentro partidario del jueves, en un club de Villa Pueyrredón, agitó una eventual candidatura del ex presidente que ahora habilitó a que trascienda que, a pesar de su negativa, no descarta postularse a senador en octubre.

No es lo que quiere Macri, y es más que probable que ese operativo esté más destinado a las urgencias por resguardar el capital del PRO en la Ciudad que a lo que sucederá realmente. Al ex presidente le tiembla el cuerpo de solo imaginarse sentado otra vez en el Congreso: “Odia esa posibilidad”, confesó un colaborador muy cercano.

La posible maniobra empezó otra vez a agitarse en las últimas horas, después de que Milei dijera con Luis Majul que está abierto a un acuerdo total con el ex presidente. Macri respondió a través de su cuenta de X con la conformación de un equipo “de trabajo” para “avanzar en una agenda profunda de cambios y transformaciones que Argentina necesita”. El Gobierno avisó que, hasta después del verano, no tiene interés en conformar ninguna mesa de trabajo.

Macri reconoce que está en inferioridad de condiciones. Sabe que hay un grupo de dirigentes del PRO que reconocen su liderazgo, pero que tienen lista la camiseta violeta para salir a la cancha a jugar con La Libertad Avanza. El ex presidente no está dispuesto, en ese contexto, a que su conducción se desgaste por goteo. Por eso recogió el guante, y le tiró la pelota al Gobierno. No quiere, tampoco, ser reconocido públicamente como el que se opuso a un acuerdo con LLA. Buena parte de su electorado, ya absorbido por el programa del oficialismo, tal vez no se lo perdonaría. En el PRO reconocen además un punto débil: no cuentan ahora con potencia suficiente en términos de opinión pública para contrarrestar el fenomenal nivel de propalación del relato libertario que tiene su anclaje principal en las redes. Son capaces de instalar cualquier tema, más allá de su verosimilitud. El streaming Carajo, por caso, que tiene a “La Misa” como su producto más taquillero, terminó el 2024 con una audiencia en crecimiento y dos shows con tickets agotados en un teatro de la calle Corrientes.

La filtración de mediados de semana con una lista de empresarios, compañías y ex funcionarios K que, según el Gobierno, habrían sido protegidos por la ex AFIP macrista, es un ejemplo de esas falencias PRO. Macri ordenó que se explicara públicamente la situación. “El que explica pierde”, razonó un dirigente macrista.

La vicepresidenta Victoria Villarruel

Milei y Macri intentaron impulsar un supuesto acuerdo electoral en estos últimos días después de semanas de desinteligencias y operaciones cruzadas, y de un nivel de tensión tan grande como para cubrir con un manto de incertidumbre cualquier tipo de entendimiento. Antes de Navidad, Santiago Caputo le envió al ex presidente un emisario, el consultor Facundo Calegari, para avisarle que empezaban a perder la paciencia. A Macri no le gusta que lo apuren, pero sabe que no está en condiciones de responder como quisiera. Está dispuesto a negociar, aún en condiciones menos favorables que otros tiempos. El propio Milei le mandó más tarde un mensaje que le hizo llegar a uno de los dirigentes de su confianza, horas antes del reportaje del miércoles: le anticipó que propiciaría un acuerdo de cara a las elecciones, y que es su hermana la que lo resiste.

Después de la entrevista, cruzaron conversaciones por WhatsAp, igual de cortes que la de fin de año. El jefe de Estado es mucho más amigable que su hermana y su asesor estrella. Podrían verse antes de que termine el verano.

En el macrismo desconfían. Hay quienes deslizan que se trata de una estrategia destinada a alargar lo máximo posible los tiempos, y lo más cerca que se pueda del calendario. Por eso cayó tan mal la decisión de desdoblamiento anunciada por Jorge Macri. Karina Milei no está dispuesta a ceder -hasta estas horas no había bajado ninguna orden contraria a impugnar públicamente de manera sistemática la gestión porteña-. Santiago Caputo tampoco quiere ceder. Pero su trabajo consiste en hacer lo que pida el presidente.