Un naufragio, disputas limítrofes y la ayuda inesperada del “enemigo”. Pocos senderos del Parque Nacional Los Alerces están tan atravesados por las incidencias -y mitos- de la historia. La primera parte del camino, de apenas 1,5 kilómetros, culmina donde un cartel indica la bajada hacia el Naufragio de Frey. Unos metros más adelante, entre ramas colocadas como una barrera natural, hay otro cartel que dice simplemente “cerrado”. Boris Dietz, guardaparques de la seccional Krügger, se detiene un momento, como quien está por reconstruir un pasaje importante de la bitácora del parque.
Entonces desempolva un hecho reconstruido sobre relatos corales que abrevan en un punto en común: el momento en que Chile y la Argentina terminaban de definir sus límites a fines del Siglo XIX. En esos años, la zona era recorrida por aventureros y geógrafos que batallaban con sus instrumentos de medición. De este lado, en 1898, Emilio Frey -estrecho colaborador del perito Moreno– remontaba el río que posteriormente llevaría su nombre. Del otro, Paul Krüger, un geógrafo y cartógrafo alemán contratado por la administración chilena y compañero de Hans Steffen, hacía lo suyo. Frey sufriría un trágico naufragio en los poderosos rápidos del río, con varias víctimas fatales. La leyenda indica que, tiempo después, Krüger encontraría su teodolito extraviado para devolvérselo en persona.
La historia se completa con un homenaje no suficientemente documentado: el lago que lleva su apellido -aunque levemente modificado, con una g de más-, del lado argentino: el Krügger. Fue, de alguna forma, un acto de justicia: Krüger sufriría el destrato de sus colegas -acusado de plagio- y desaparecía del mapa, algo realmente trágico para un cartógrafo.Boris termina de contar la historia cuando ya enfilamos, desde el lugar del naufragio, hacia las Palanganas, una suerte de misterio para los conocedores del PN Los Alerces, y una meca (hasta ahora casi perdida) para los pescadores habituales de la zona. “Hay mucha expectativa con su reapertura”, concede Boris, mientras iniciamos un recorrido por el sendero que estuvo cerrado durante casi 10 años, luego de la “ratada” por la floración del colihue. Somos los primeros, por fuera de las autoridades del parque, en visitarlo.
Armado con un bastón de caña colihue, Boris encabeza la caminata de dificultad media y una extensión total de 10 km (ida y vuelta). Son al menos dos horas de ida y dos de vuelta, por entre matorrales de caña, troncos caídos, mallines, arroyos, flores de arvejilla, chilcos y violas. Durante el camino, Boris relata cómo llegó a ocupar este puesto. Nacido en Hinojo, provincia de Buenos Aires, siempre sintió una conexión especial con la naturaleza. Empezó a involucrarse con Parques Nacionales como voluntario, luego como rescatista hasta que logró aplicar para ser guardaparque. Cuando le tocó elegir, no dudó en optar por la Patagonia. Tras un paso por el PN Glaciares, fue al Perito Moreno hasta que recaló en Alerces, donde está desde hace tres años. “Este lugar es muy bello, especialmente el Krügger”, asegura, para luego recordar que el invierno se vive en condiciones realmente extremas.
Siempre bordeando el río Frey, el sendero va adentrándose en el bosque hasta desembocar en algo que parece un camino más amplio. Boris revela entonces que esta era en realidad la ruta que conectaba esta sección del parque con Trevelin. Hasta la construcción de la represa Amutiquei, que inundó los lagos situación 1, 2 y 3, era posible llegar en auto. Todavía resisten algunos terraplenes. También hay partes entubadas del arroyo Palanganas. Ante de llegar al final del trekking, tras sortear una varonada de coihues (que pueden confundirse con ejemplares jóvenes, cuando no lo son), se arriba a un barranco bastante pronunciado que baja hacia el río.
”El nombre –palanganas– se lo pusieron los pescadores por el efecto de la erosión que provoca la fuerza con la bajada del agua, formando una serie de pozones, que son un ambiente propicio para la reproducción de truchas y percas”, cuenta Boris. La potencia del río es impactante, antes de chocar con una serie de rocas ubicadas justo en el centro del cauce, para luego formar un remanso en el codo y el inicio de un meandro. La ausencia de humanos durante un lustro permitió el avistaje de especies que raramente se ven, como el pato torrén y huillines. “La tarea y el principal desafío -sigue Boris– es conservar esto por mucho tiempo más, para que lo disfruten las próximas generaciones”.
El capitán del barco que une Puerto Limonao con Krügger es Carlos De Bernardi. Carlos tiene 77 años, es oriundo de Esquel, y rememora con exactitud el momento en que llegaba en auto junto a su padre hasta esta seccional del parque. “De todos los lugares que conozco, me quedo con este”, dice, sin dudarlo. A los 10 años tuvo por primera vez el timón de un barco con el que navegó el lago Futalaufquen. Desde entonces, quedó pegado como un imán a esta porción de la Patagonia.
Al regresar del sendero de las Palanganas, es una tarde inmejorable sobre el Krügger. El lago verde esmeralda está planchado, el bosque está quieto, los picos todavía están vestidos de nieve hacia el fondo. Unos patos se zambullen buscando lo mismo que dos pescadores sobre una lancha celeste, con dos líneas bordó y blanca, que se desliza en silencio. Nada interrumpe la quietud. Arriba, en un claro del bosque en la zona intangible, sobresale una formación rocosa gris. Carlos se acerca y vuelve a decir que este es el rincón del parque que más le gusta. Algo debe saber, después de pasar una vida entera acá. Un pez salta y rompe la superficie vidriada del lago, generando una pequeña onda expansiva luego de su caída. Todo vuelve a su forma apenas unos segundos después.
Cae la tarde en el Refugio Lago Krügger, una hostería acogedora construida completamente con madera y ubicada justo enfrente de la playa, con el bosque detrás y a metros de la casa del guardaparque. Fue recuperada luego de que fuera abandonada tras la ratada de 2013. Con el florecimiento de la caña colihue, que sucede cada 60 años, los concesionarios tuvieron que abandonar el espacio. Este lugar, cuenta Boris, supo ser una caballeriza de la antigua administración de Parques Nacionales. Algunos tirantes gruesos son testimonio de esa época. En el centro, hay una gran salamandra que atempera el fresco de la noche. Y la vista desde el comedor es inmejorable. Destapamos una cerveza para festejar la reapertura del sendero, como si el espíritu de Frey y Krügger nos habitara durante unos instantes.
Datos Útiles
Refugio Krugger
El refugio cuenta con habitaciones privadas o compartidas totalmente equipadas con ropa de blanco y baño privado. Está ubicado a orillas del lago Krugger y está construido completamente con ciprés de la zona. Tiene un living con una vista a lago y fogón. Su restaurant ofrece un típico menú de montaña. El lugar es ideal para la práctica de pesca deportiva con mosca únicamente y trekking. En temporada -de diciembre a marzo- el valor en base doble es de $190 mil, incluye desayuno. Con la estadía el traslado desde Puerto Limano está bonificado. Para ir y volver en el día, el valor es de $48 mil.
IG: @safarilacustre