Arquitecto y diseñador libanés, Carlo Massoud llegará por primera vez a Buenos Aires la semana próxima, en el marco del IX Encuentro Internacional de Interiorismo y Diseño que organiza DArA (Diseñadores Asociados de la República Argentina) en el Palacio Libertad-Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento (ex CCK). Antes de aterrizar, conversó con LA NACION sobre las problemáticas que lo interpelan, los territorios que mapea en sus procesos creativos, el recuerdo de los refugios anti bombas en su Beirut natal, la dinámica de diseñar en dupla con su hermana Mary-Lynn y los conflictos geopolíticos que impactan en su producción.

El contacto permanente con artesanos y maestros de oficios que defienden el saber hacer y miran de reojo a la inteligencia artificial es la clave para encarar sus procesos creativos. Esta impronta es el punto de partida: “No soy nada sin los artesanos que me rodean. En el Líbano, la esencia misma del diseño y la producción depende de la colaboración con ellos, nuestros socios más valiosos”, define. Y sugiere que “debemos apreciar y proteger nuestra herencia, enorgulleciéndonos del trabajo notable de nuestros antepasados. Su legado enriquece nuestro panorama cultural y anima a las futuras generaciones a explorar y continuar con estas tradiciones atemporales”.

Mientras Carlo se dedica a proyectar micro arquitecturas que representan distintas ciudades, o bien, dispositivos como lámparas y mobiliario, su hermana Mary-Lynn se ocupa de los prototipos que realiza en cerámica. “Somos como fuego y arcilla: saltan chispas, pero de alguna manera, siempre logramos moldear algo increíble. Juntos tenemos una sinergia salvaje. Discutimos, capaz más de lo que deberíamos, pero eso también es parte del proceso. A pesar de los choques creativos, cuando todo se calma surge la magia”, señala sobre la relación fraternal y la sociedad, ya que firman juntos cada producción.

Entre las obras más representativas figura “Muñecas Árabes: Maya, Zeina, Racha y Yara”. La pieza consiste en 60 personajes dispuestos en 15 filas simétricas. La instalación desafía la concepción tradicional de la indumentaria femenina: “A primera vista, las muñecas lucen su elegancia, en negro absoluto. Pero un grupo más pequeño de muñecas blancas cuyos interiores reflejan un hilo dorado rompen la uniformidad. El velo, a menudo malinterpretado en los medios occidentales, simboliza modestia, pero también ha sido utilizado para perpetuar estereotipos sobre las mujeres musulmanas y árabes. Estas muñecas de madera reimaginan los conceptos de cubrir y ocultar, transmitiendo discreción y misterio, al tiempo que afirman la individualidad en su presentación estructurada”, señala, y confiesa que se inspiró en sus primeras amigas musulmanas que no llevaban velo.

Las luminarias están realizadas en hormigón armado con fibra de vidrio y espuma

Carlo Massoud forma parte de una generación de diseñadores libaneses emergentes que abrazan abiertamente el mensaje social, que en el contexto actual adquiere una dimensión especial. El paisaje, la exploración material y la impronta cultural forman parte de una narrativa propia, donde el origen y las costumbres arraigadas trazan su propio recorrido.

“Me crié en un entorno libre de política y religión, donde se valoraba la individualidad más que las categorías. Tuve el privilegio de asistir a una escuela francesa y, más tarde, a una institución de Bellas Artes, donde cristianos, musulmanes, judíos, ateos, ricos y menos afortunados se sentaban lado a lado. A pesar de nuestros orígenes diversos, compartíamos valores comunes y forjábamos amistades duraderas”, señala, sobre su formación en la prestigiosa escuela ECAL en Suiza (Escuela Cantonal de Arte y Diseño de Lausana). Ya graduado dio sus primeros pasos en el estudio Nasser Nakib Architect de Nueva York, el arquitecto a quien considera su mentor.

El joyero Mar Mikhayel, diseñado por Massoud

Allí dirigió proyectos residenciales y diseño de mobiliario hasta que en 2013 abrió su propia oficina. Entre las ferias de arte, diseño y arquitectura más conocidas, participó en la Semana de Diseño de Milán, Southern Guild (Ciudad del Cabo), Design Days (Dubai) y en la Bienal de Diseño de Doha (Qatar), donde presentó las luminarias que creó en conjunto con su hermana. Las Shitake fueron sensación en esta plataforma multidisciplinaria que explora cuestiones vinculadas a la innovación y la expresión cultural contemporánea, con foco en la problemática del medio ambiente.

“Reconocer y sentir curiosidad por nuestras diferencias, a la vez que las abrazamos, puede llevar a una experiencia enriquecedora que teje tu propia trama. Mis hilos están confeccionados para dar mensajes de tolerancia, aceptación y paz”, subraya. El entorno, el contexto y la vida cotidiana atravesada por el conflicto geopolítico cosen una trama compleja: observarla y buscar, siempre, la empatía es su prioridad: “la comunicación efectiva y la comprensión de las necesidades es el faro que sigo para la creación. Es el enfoque que me permite desarrollar diseños significativos que realmente resuenen con la comunidad”, dice.

Así, su infancia estuvo salpicada por mudanzas constantes, “según la intensidad de los bombardeos”, aunque conserva recuerdos alegres. “Nací durante la guerra civil libanesa (1975-1990), a pesar de las corridas a los refugios tengo buenos recuerdos. Incluso allí encontrábamos formas de crear momentos de felicidad y aventura”, reconoce. Y destaca su postura: “Estoy firmemente en contra de esta violencia, ya que la guerra solo genera caos en lugar de resolución. Mantengo la esperanza de que esta pesadilla termine pronto. Durante los últimos 40 años hemos soportado esta lucha, el agotamiento es palpable. Sin embargo, es en estos tiempos desafiantes cuando emerge la creatividad. Creo que es nuestro instinto de supervivencia el que nos impulsa a seguir persiguiendo lo que amamos”, indica.

El mueble Baloo Buffet, en concreto, es un diseño de los hermanos Massoud

La línea de productos de Massoud serpentea la frontera entre el objeto y la obra escultórica y artística, entre la función y la creatividad. Para el arquitecto, el concepto de “armario” o “closet” refiere a ese espacio destinado a los deseos ocultos y socialmente cuestionados. Su serie de perchas, cada una cubierta con cuero, encaje, tachuelas, tuercas, tornillos y pequeños bolsillos para preservativos, se inspira en esta metáfora del contenedor de anhelos no dichos. Massoud le pone palabras, en forma de perchas coloridas, y provocativas que señalan la búsqueda constante de identidad desde los objetos cotidianos.

El alhajero que lleva el nombre de Calle Armenia reproduce la maqueta del barrio donde vivía, hasta que en agosto de 2020 una explosión en el puerto de Beirut que dejó más de 200 muertes y causó estragos en la capital libanesa. La tragedia en el vecindario que se solía equiparar con el SoHo de Nueva York o Le Marais, en Paris, arrasó con viviendas, librerías, escuelas. Pero también, con estudios de diseño, centros culturales y talleres de artesanos. “Era un punto de encuentro”, dice Massoud. La pieza única pensada para atesorar recuerdos en forma de joyas fue donada para una subasta a beneficio de los damnificados.

El diseñador brindará su conferencia el 22 de octubre, en el marco del Encuentro Internacional de Diseño, que también contará con las visitas de Anthony Guerrée, Alexandre Bejamin Navet, Michaël Chéneau y Bernard Dubois. Entrada libre, requiere inscripción: www.dara.org.ar