Uno de cada tres argentinos (31%) tiene al menos un tatuaje . El dato surge de un relevamiento online, elaborado por la consultora Voices, con base en 1027 entrevistas a argentinos desde los 18 años. De la encuesta se desprende que las mujeres lideran esta tendencia: no solo tienen más diseños en promedio, sino que también son las que más predisposición tienen para sumar nuevos. En tanto, el 50% de los jóvenes entre los 18 y los 24 años planean tatuarse en los próximos 12 meses. Así este segmento se consolida como el más proclive a incorporar el arte corporal en sus vidas.
Según el relevamiento: “Las dos principales motivaciones [para tatuarse] están vinculadas con homenajes y vínculos afectivos, lo que demuestra cómo los argentinos utilizan su piel para construir narrativas que conectan con su historia personal y sus relaciones significativas”.
Así lo expone Victoria Grajales, estudiante de 25 años: “Con mi hermana, nos tatuamos la palabra portuguesa juizo, que nuestra madre siempre usa cada vez que salimos de casa. Mi mamá es brasileña, y juizo significa ‘juicio’; es como decir ‘tené juicio, sé consciente de lo que hacés».
El gusto por la estética (22%), los impulsos relacionados con recuerdos importantes (21%) y el apoyo al tatuaje como forma de arte (20%) también forman parte de las razones por las que los argentinos se tatúan como señalaron en el estudio.
Sin embargo, para María Pilar Canepa, de 25 años, que trabaja como administrativa, la motivación fue otra: “Ningún tatuaje fue hecho en el sentido emocional de dedicarlo a alguien, ya sea familiar, amigo o algún recuerdo. Fue más por el lado emocional del momento que estaba transitando en la vida, como que canalizaba emociones o momentos a través de los tatuajes”.
Según Constanza Cilley, directora de la consultora Voices:“Antes, el tatuaje era visto como un símbolo de rebeldía masculina. Hoy, especialmente en la Argentina, donde los movimientos por la igualdad de género han ganado fuerza, las mujeres adoptan los tatuajes como una forma de desafiar normas tradicionales de belleza y roles de género. Sintiéndose más libres de tomar decisiones sobre su propio cuerpo”.
Clases sociales
En la Argentina, el 38% de personas que pertenecen al segmento DE (que agrupa a los sectores populares y de bajos ingresos) poseen al menos uno. Les siguen los C2 y C3 (que incluyen a la clase media, dividida en C2, media-alta, y C3, media-baja) con un 28 %, y el ABC1 (que representa a la clase alta) con un 23 %.
Mientras que en los niveles socioeconómicos altos y medios hay menos personas tatuadas, quienes se tatúan tienden a ser más exigentes y detallistas, según afirma el relevamiento. “Buscan estudios reconocidos, diseñadores de calidad y ven el tatuaje como una forma de coleccionar arte en el cuerpo”, explicó Cilley.
El precio de los tatuajes varía bastante según el artista y la zona del cuerpo donde se los realicen. “Se pueden encontrar tatuajes por 60.000 pesos de alguien que tiene la agenda vacía o por 500 dólares si es un tatuador con renombre”, señaló Isabel Gruppo, tatuadora y artista conceptual.
La directora de Voices destacó también cómo las redes sociales han sido un motor clave en la popularización del tatuaje: “Las redes actúan como multiplicadoras. Quien se hace un tatuaje, en general, quiere mostrarlo. Además, muchas celebridades internacionales lo hacen, lo que genera una globalización cultural del tatuaje”.
“Siempre me parecieron cancheros. Veía a las famosas cuando era chiquita y siempre decía: ‘De grande quiero tatuarme eso’, simplemente porque me gustaba la onda que tenían ellas. Creo que fue por pertenecer a un grupo social que me parecía canchero”, explicó Canepa.
“El primer motivo que me llevó a hacerme mi primer tatuaje fue el significado que tiene: las iniciales de mi papá, que falleció”, explicó Sol Carballeira, administradora rural de 30 años.
Por su parte, Ignacio Fontoira Iglesias, de 23 años, diseñador gráfico, también apuntó a la conexión emocional como la raíz de todos tatuajes: “El primero que me hice fue en honor a mi abuela, está en mi brazo izquierdo, dice: ‘amor’”.
Entre quienes ya tienen tatuajes, la mayoría no se detiene en el primer diseño: el 70% posee más de uno, y la mitad de ellos planea agregar otro este año, como indica la encuesta. Luka Sorgente, de 23 años, se tatuó el escudo del club de fútbol Gimnasia a los 15 años. Hoy tiene ocho y planea hacerse más. Según él, son una forma de exteriorizar lo que lo trasciende. “Me tatué una rosa de los vientos en el pecho con las iniciales de mi mamá, mi papá y mis abuelos. Ellos son mi horizonte, mi dirección en la vida”, explicó.
Según Gruppo, “el cuerpo, más allá de todo, es un mensaje. Aunque alguien se haga un tatuaje por moda, igual está dejando una marca identitaria. Todo lo que hacemos en nuestro cuerpo tiene una marca de identidad, desde cortarse las uñas hasta teñirse el pelo. Incluso la gente que cree que no hace intervenciones corporales también está dejando un mensaje con cada decisión sobre su cuerpo”.
Sin embargo, no todos ven al tatuaje como una opción, ya sea por razones personales, estéticas o prácticas. “Me imagino con 90 años, con la piel arrugada y un tatuaje de una serpiente gigante en el brazo, y la verdad, me parece bastante ridículo. Además, conociéndome, sé que el tatuaje que hoy me encanta, en un año lo voy a odiar, entonces no le veo sentido”, dijo Rocco Di Riscio, de 22 años, que trabaja en el sector comercio exterior.
Según Voices, el 61% de los encuestados cree que los tatuajes no afectan la percepción que otros tienen de ellos o que esto depende del contexto. “No creo que influyan. Creo que tal vez acompañan mi carácter, pero no lo modifican”, explicó Canepa.
Para Fontoira, sus tatuajes siempre influyen en cómo lo perciben los demás: “Pero siempre de buena forma. La gente me los festeja, dicen que están muy buenos, que les gustan. Nunca recibí comentarios negativos por ellos”, aseguró Nacho. Por otro lado, el 17% de los encuestados considera que los tatuajes influyen negativamente, especialmente entre quienes no tienen tatuajes o pertenecen a niveles socioeconómicos altos.