Una nueva jornada de violencia, inseguridad y muerte se vivió en el conurbano que sumó cuatro nuevos muertos: un policía y tres ladrones, en dos enfrentamientos ocurridos en Lomas de Zamora y Merlo.
Con la muerte del efectivo en Lomas, ya son cuatro los uniformados asesinados en hechos de inseguridad en el conurbano bonaerense en lo que va del año. Los anteriores fueron dos efectivos que murieron mientras perseguían a un ladrón en Quilmes y el tercero fue un agente porteño en Castelar cuando le quisieron robar su moto.
El que se sumó a la trágica nómina fue Alexis Cancino que era un policía bonaerense que en sus horas libres, para tener un ingreso extra, trabajaba como chofer de una app de viajes. El efectivo, hoy a la madrugada, fue asesinado durante un intento de robo en Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora. En el enfrentamiento, la víctima se defendió a los tiros y mató al ladrón.
Fuentes policiales informaron a LA NACION que el homicidio de Cancino, de 33 años, quién prestaba servicio en el Grupo de Apoyo Departamental (GAD) de Lomas de Zamora, ocurrió en la intersección de las calles Blandengues y Homero bis, en el barrio de Ingeniero Budge, cuando terminaba un viaje que había sido pedido por el delincuente que simuló ser un pasajero.
La investigación del crimen está a cargo del fiscal de Lomas de Zamora, Gerardo Mohoraz. Según información oficial, al llegar al destino, Cancino recogió a Guillermo Ramón Torres, de 40 años, quien poco tiempo después reveló su verdadera intención cuando sacó un arma y lo amenazó, exigiéndole sus pertenencias. Sin dudar, el policía intentó defenderse, sacó su arma reglamentaria marca Glock modelo 19 calibre 9mm y desató un tiroteo dentro del vehículo.
En el intercambio de disparos, Cancino recibió un impacto de bala fatal en el abdomen, con orificio de entrada y salida, pero en defensa logró accionar su arma y herir al asaltante en el hombro derecho y en el pecho.
A pesar de que, alertados por las detonaciones, los residentes de la zona llamaron al 911, y una ambulancia llegó rápidamente al lugar y trasladó al efectivo a la Unidad de Pronta Atención (UPA), lamentablemente llegó sin signos vitales. Además, los vecinos asistieron al agresor, quién fue derivado al Hospital Allende, pero también falleció antes de arribar al centro médico.
La Policía Científica secuestró el arma reglamentaria de Cancino para realizar las pericias correspondientes, y el fiscal Gerardo Mohoraz de la UFI N°6 de Lomas de Zamora, a cargo de la investigación, intenta reconstruir los últimos momentos de este violento episodio para esclarecer las circunstancias del tiroteo y recolectar pruebas.
Un barrio que tiene miedo y no quiere hablar
La mañana del jueves en Ingeniero Budge se tiñó de sangre tras el brutal enfrentamiento que terminó con la vida Cancino y un delincuente. El sargento, de 33 años, estaba abordo de su Chevrolet Corsa cuando aceptó un viaje con destino al barrio Santa Marta, sin sospechar que sería el último trayecto de su vida.
En esta localidad lomense, el miedo y la desidia parecen ser parte del día a día de sus habitantes. Los vecinos, acorralados por la inseguridad y el abandono, viven en un estado constante de alerta y resignación. El crimen del sargento no es una excepción, sino parte de una dolorosa realidad cotidiana marcada por la violencia. La desconfianza hacia las autoridades y la presencia permanente de vecinos delincuentes genera un ambiente donde el temor es una constante y la justicia parece inalcanzable.
Los comerciantes y vecinos del barrio, algunos de los más afectados por esta situación, evitan hablar por miedo a represalias. “Es para problemas, disculpame”, respondió una vecina consultada por LA NACION, dejando entrever el temor que los invade. Otro residente expresó con resignación: “Hay mucha bronca con la policía, perdieron el respeto”.
Una comerciante, que accedió a hablar bajo condición de anonimato, describió el clima de amenazas y desprotección en la que vive la comunidad. “Están todos por acá, son todos unos drogados de mierda”, señaló refiriéndose a los familiares y allegados del agresor. “Recibimos amenazas. La policía pasa cada rato, pero no hace nada, está todo arreglado. No lo mataron por ser policía, fue aleatorio”, explicó en diálogo con LA NACION, haciendo referencia al último episodio violento que sacudió al barrio.
Otra comerciante resumió el sentir general de los vecinos: “Pasa que tanto los delincuentes como la policía están cuando no tienen que estar. No podés salir a la calle tranquilo, tampoco podés dormir en paz. La inseguridad es todo el tiempo, vivís con el corazón en la boca. Si salís no sabés si vas a volver o no”.
En una recorrida realizada por LA NACION, se evidenció que la comisaría décima de Lomas de Zamora es mucho más que una dependencia policial: es un símbolo tangible del abandono y la precariedad, que describen los vecinos del barrio, y que define a las instituciones encargadas de la seguridad en la provincia de Buenos Aires. En la parte trasera, un caos de autos y motos en ruinas, apilados como en un desarmadero improvisado, pintaba un panorama desolador y potencial foco de enfermedades. Había vehículos con parabrisas destrozados, puertas abolladas, ruedas ausentes y estructuras corroídas por el óxido, que parecían relictos de una época olvidada, dejados a su suerte en un rincón descuidado.
Además, se observó que un patrullero circulaba frente a la entrada de la comisaría con todo el frente del vehículo destruido, un recordatorio tangible de los recursos con los que operan las fuerzas de seguridad bonaerense asentadas en el municipio de Lomas De Zamora.
El personal de la comisaría décima de Lomas de Zamora, al ser consultados por LA NACION, no quisieron brindar detalles sobre el crimen del sargento. “Al municipio le pedimos lo de siempre”, expresó un efectivo en la comisaría.
Dos motochorros muertos
En paralelo, en San Antonio de Padua, en el partido bonaerense de Merlo, un agente de la Policía Federal Argentina (PFA) mató a dos motochorros que habían intentado robarle.
Todo sucedió cuando el uniformado se dirigía a su trabajo y fue sorprendido por dos delincuentes que circulaban en una moto. “Uno de los ladrones agarró por la cintura a la víctima, quien después de identificarse como policía, extrajo su arma reglamentaria y se defendió a los tiros. Hubo cinco disparos”, según fuentes policiales.
El conductor de la moto cayó herido cuando intentaba huir y murió casi en el acto. Su cómplice alcanzó a correr, pero a los 150 metros, también herido a balazos, se desplomó y murió en el lugar.
La moto en la que circulaban los delincuentes había sido robada el 17 de enero pasado en jurisdicción de la comisaría 2ª de Merlo.
La investigación del caso quedó a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°1 de Morón.