Sebreli revolucionó las ideas sobre las clases sociales argentinas en su libro

En 2024, se cumplen 60 años de uno de los ensayos más destacados de los años 60 en Argentina: Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, de Juan José Sebreli, publicado en abril de 1964. Juan José Sebreli fue uno de los ensayistas más destacados de la Argentina. Sin embargo, creemos que no ha tenido la atención que merece y por ello hemos escrito una obra dedicada al examen de algunos de sus textos más representativos, titulado El incansable polemista (Editorial Biblos, 2024).

Sobre este ensayo son muchos los aspectos a comentar. Un hecho que aunque conocido no puede obviarse, es el gran éxito de ventas que obtuvo el texto, convirtiéndose en uno de los grandes best sellers de su tiempo. Si bien la primera edición apareció en abril de 1964, para agosto del año siguiente ya se habían vendido 30.000 ejemplares, en octubre de ese año se agotó la octava edición con 40.000 libros vendidos y para diciembre de 1966 el ensayo iba por su décima edición. Sin duda, esta obra fue la más vendida de la extensa producción de Sebreli y la que lo hizo conocido entre el gran público.

Un aspecto singular del texto era su primer capítulo, titulado “El método”. En este, el autor se dedicaba a exponer cuáles eran los criterios teórico-metodológicos con los que abordaría la temática a tratar. Cabe resaltar que no era habitual que un ensayo comenzara con la exposición de tales criterios, cuestión que sí era frecuente en textos de tipo académico. Si bien esto emparentaba la obra con ese tipo de escritos, por cierto ello no convertía al libro en una monografía universitaria, ya que claramente era un ensayo.

El autor de esta nota junto a Juan José Sebreli en la Biblioteca Nacional, el 23 de octubre de 2024 (Foto: gentileza Carlos Cámpora)

Otra de las particularidades del texto era su estructura, ya que al mencionado primer capítulo le seguían otros cuatro, cada uno de ellos dedicado a una clase social distinta. Esta fuerte presencia en la obra de la temática de las clases vinculaba al ensayo con una ciencia social que estaba en pleno auge en los años sesenta, la sociología. Cabe recordar al respecto que unos pocos años antes, en 1957, se había creado la primera carrera de esta disciplina social en el país en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires y que para la siguiente década había logrado un significativo desarrollo. Además, el impacto de la sociología no se limitaba al espacio universitario, ya que extendía su difusión a los medios de comunicación masiva. Una muestra del interés de un amplio público por la mencionada ciencia es precisamente que un texto de impronta sociológica como el de Sebreli se convirtiese en best seller.

Si bien el ensayista abordaba en su obra una temática típica de la sociología, lo hacía desde una perspectiva que también era muy particular, pues se proponía que las clases sociales fuesen vistas desde un ángulo especial, el de la “vida cotidiana”. Al respecto, en las líneas iniciales de su ensayo, nuestro autor advertía: “Nos proponemos en el presente trabajo una descripción crítica de la peculiar vida cotidiana, privada, íntima, de las distintas clases sociales que habitan la ciudad de Buenos Aires, de la alienación que deforma los métodos particulares que cada una de ellas tiene de trabajar, de amar, de sentir, de divertirse, de pensar.” Por ello, puede decirse que el intento del ensayista era formular una especie de “sociología de la vida cotidiana”.

En cuanto a las clases sociales que abordaba Sebreli en el ensayo, estas eran burguesía, clase media, lumpen y obreros. A cada una de ellas, primeramente el autor las ubicaba en alguna zona en particular de Buenos Aires (ubicación que trataba en un apartado denominado “ecología”) y luego pasaba revista a múltiples rasgos que las caracterizarían. Para que el lector tenga una idea del tipo de consideraciones que eran formuladas en el texto, nos remitiremos a las propias palabras del autor mencionando ejemplos referidos a algunas de las clases.

Paisaje urbano de Buenos Aires, circa 1960

Así, sobre la burguesía, por ejemplo, con referencia a sus lugares de reunión, el ensayista comentaba: “La burguesía argentina, acorralada por los avances de las nuevas clases, necesita lugares que, por su ubicación apartada, por sus elevados precisos, o por su dificultad de acceso, constituyan círculos cerrados, exclusivos (…) En estos sitios exclusivos se consigue el amontonamiento del Todo-Buenos-Aires en el menor espacio posible, gente que se conoce y sabe que puede volver a encontrarse allí, como en una sala íntima”.

Asimismo, en cuanto a la clase media, por ejemplo, sobre el querer aparentar más de lo que se es, el ensayista sostenía: ”La enorme desproporción entre lo que la clase media imagina o quiere ser y lo que efectivamente es, la obliga a vivir en el disimulo y la ocultación (…) En una sociedad que identifica el ser con el tener y donde la propiedad es el único medio para hacerse conocer ante los demás, la clase media está condenada a emplear todo lo que tiene en aparentar tener lo que no tiene”. Con respecto a esta clase (que es a la cual pertenecía el autor), cabe destacar que es sobre la cual el ensayista formulaba sus más ácidas críticas.

Por otro lado, otra de las clases sociales abordadas era el “lumpen”, aspecto que también singulariza al ensayo. A diferencia de las otras clases mencionadas en la obra que no era extraño encontrarlas en diversos textos, no era usual que el “lumpen” fuera tomado en cuenta. Recordemos que ese término es una palabra alemana que significa “harapos”, “andrajos”, y que el autor que difundió esa categoría fue Carlos Marx en su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de 1852. En ella, Marx denominaba lumpenproletariado al sector social que se encontraría por debajo del proletariado. Precisamente, sobre el tipo de individuos que formarían parte de esa peculiar clase social, Sebreli realizaba la siguiente enumeración: “Vagabundos, mendigos, prostitutas, ladrones, rufianes, estafadores, matones profesionales, pícaros, vividores, y mantenidos de todo tipo, trabajadores de cosas impuras dispuestos a venderse por nada”.

Juan José Sebreli analizó en

Dados los anteriores ejemplos, debemos hacer una importante aclaración, ya que podría llegar a suponerse que nuestro autor se limitaba a rasgos generales, anecdóticos o costumbristas. Si bien esos rasgos eran numerosos en la obra, debe tenerse en cuenta que a la vez en el tratamiento de las clases sociales el ensayista adoptaba una perspectiva marxista.

Para aquellos lectores que han tomado contacto con sus ideas en las últimas décadas, sea a través de sus libros o de sus intervenciones públicas en los medios, puede resultarle difícil imaginarse a un “Sebreli marxista”. Sin embargo, en los años sesenta, él adscribía a esta corriente de pensamiento (por cierto no era el único, ya que dicha corriente lograba una amplia difusión en esa década). Con respecto a su perspectiva marxista, en el primer capítulo del ensayo donde explicitaba sus criterios teórico-metodológicos, con referencia al abordaje de las clases sociales, sostenía que se debía “captar como lo hace Sartre en Critique de la raison dialectique, la significación particular de los grupos colectivos, aprovechando para ello, los aportes más enriquecedores de la sociología, pero subordinándolos a la totalización dialéctica e histórica del marxismo”.

Asimismo, la mencionada perspectiva adoptada por Sebreli no se limitaba a un enunciado de tipo programático en el citado capítulo, sino que en cada una de las clases sociales abordadas el ensayista sostenía cuál era el papel que cumpliría dicha clase en un supuesto proceso revolucionario. Así, por ejemplo, en cuanto a la clase media, aunque nuestro autor entendía que luego de la caída del gobierno peronista el deterioro de su nivel económico hacía que se fuese acercando a los obreros, él advertía: “Pero las condiciones económicas no son suficientes por sí mismas para que la clase media en conjunto decida unir su destino al del proletariado. Es necesario que esa posibilidad se convierta en motivo de su voluntad, en conciencia de la identidad de intereses de ambas clases y, para ello, es preciso que la clase obrera, por su parte, sepa tomar conciencia de su papel conductor”.

Por otra parte, en cuanto a la comentada perspectiva de Sebreli, aunque quizás sea obvio, debe decirse que con el paso del tiempo el autor la abandonó. Como muestra de ello, en el prólogo de la “nueva versión” de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, publicada en el año 2003, el autor aclara: “Agregué algunos párrafos -no muchos- y suprimí algunas parrafadas declamatorias, sobre todo en la conclusión de los capítulos concebidos como finales de película. Moderé el uso excesivo de ciertos sustantivos: ‘burgués’, ‘revolucionario’, ‘reaccionario’, ‘emancipación’, palabras fetiches de la jerga de entonces”.

El texto que hemos abordado en esta nota es claramente uno de sus escritos más conocidos. Buenos Aires, vida cotidiana y alienación fue sin lugar a duda uno de los ensayos en que los lectores de la época buscaron claves interpretativas para comprender a una sociedad que iba sufriendo acelerados cambios. Por supuesto, la sociedad argentina ha sufrido muchas transformaciones en los 60 años transcurridos desde la publicación del ensayo, pero ello no implica que los lectores actuales no puedan encontrar motivos de interés en él.

[Fotos: Adrián Escandar; Lihueel Althabe]