A lo Bestia. Así jugó Boca. Así ganó Boca. Sin fútbol, sin juego, sin ideas. Con el ímpetu de su gente y el de un Miguel Merentiel que aprovechó su única ocasión de gol para abrir un bravísimo partido frente a Independiente Rivadavia, que ganó por 2-0 en la quinta fecha de la zona A del torneo Apertura, y poner paños fríos en una Bombonera en ebullición, que había silbado a los jugadores al final del primer tiempo. El tanto del uruguayo, en el amanecer del segundo tiempo, y uno de Exequiel Zeballos, ya sobre el cierre del partido, le dieron a Boca su segundo triunfo en el campeonato y lo metieron provisoriamente en zona de clasificación para los playoffs, pero con muchos encuentros pendientes todavía por esta jornada.
La silbatina con que los hinchas despidieron al equipo en su larga caminata hacia el túnel pintó de pies a cabeza la flojisima actuación de Boca en los primeros 45 minutos. Una reprobación generalizada que hizo despertar al equipo en el segundo tiempo y afrontar con otra actitud el compromiso. Un blooper de Ezequiel Centurión, ex arquero de River en préstamo en la Lepra, le simplificó las cosas a un anfitrión errático que tuvo en su guardameta, Agustin Marchesín, a su hombre más destacado. El pase de Milton Giménez a Merentiel quedó largo, pero Centurión chocó con Sheyko Studer en el piso y la pelota le quedó servida a la Bestia, que definió con el arco libre. Una grosería en el fondo mendocino que hizo que Boca pasara de los silbidos al festejo.
Es que Boca había jugado decididamente mal durante toda la primera mitad. Fernando Gago falló nuevamente en el planteo, en las posiciones y en las características elegidas para llevar adelante su idea: tres volantes de contención sin ritmo ni llegada al área (Williams Alarcón, Tomás Belmonte –luego, Rodrigo Battaglia–, Camilo Rey Domenech); un enganche (Alan Velasco) convertido en extremo, y un doble 9 (Merentiel-Giménez) sin química y con escasa participación en el juego. Como en los tres partidos anteriores, Boca no impuso condiciones en su casa y tuvo un solo argumento ofensivo para lastimar, en este caso a un Independiente bien plantado que llevó el partido a su terreno y casi no pasó sobresaltos hasta el descanso.
Sin Edinson Cavani (¿lesionado?), Carlos Palacios (quedó fuera del grupo de los concentrados por gastroenteritis) ni Alan Velasco (otra vez desconectado), fue Juan Barinaga quien inició la mayoría de los ataques xeneizes y el más desequilibrante de un conjunto que depende cada vez más de las subidas de sus laterales.
Boca no tuvo alma y, pese a que generó un puñado de situaciones de gol, fue la Lepra quien manejó los tiempos. El primer período se desarrolló como donde quiso el visitante, que tuvo una chance clara a los dos minutos y que hizo figura a Marchesín con un par de atajadas a mediados de la segunda mitad. Seguro arriba y abajo, el ex arquero de Lanús tuvo su mejor actuación en azul y oro y tapó al menos cuatro jugadas de gol con reflejos de felino. La más nítida: un remate de Studer a quemarropa que él alcanzó a desviar y que dio el travesaño.
Pero los palos jugaron también para la Lepra. Porque cuando Boca salió del sofocón tuvo chances de ampliar. Exequiel Zeballos avisó con un disparo desviado por Centurión antes de que diera en el larguero, y luego aprovechó un rebote largo del arquero para enganchar en el área y marcar el 2 a 0.
Compacto de Boca 2 vs. Independiente Rivadavia 0
Después del golpazo ante Racing en Avellaneda y en medio de una seguidilla que incluirá nada menos que el repechaje para ingresar a la etapa de gruops de Copa Libertadores (Alianza Lima y Nacional definirán este miércoles cuál será el rival), Boca cambió insultos por aplausos y obtuvo un éxito revitalizador cuando todo parecía cuesta arriba. La viveza de Merentiel y los guantes de Marchesín lo salvaron en su peor momento y el equipo sumó una victoria de oro que vale más en lo anímico que en lo numérico.