Estados Unidos mantiene una fuerte vigilancia de sus fronteras, algo que siempre ha sido una constante, incluso antes del mandato de Donald Trump. En medio del contexto actual, se viralizó el relato de Natali, una joven colombiana que, hace cinco años, vivió en primera persona una expulsión de ese país.
Iba de vacaciones a EE.UU., pero se quedó en el control migratorio
“Hace cinco años, abordé un avión en Bogotá con destino a Nueva York, dispuesta a pasar un tiempo con mi hermana. Todo parecía normal hasta que llegué al control migratorio”, recordó Natali en un video de TikTok. Lo que parecía ser una rutina de seguridad habitual se convirtió, sin previo aviso, en un proceso diferente.
Un agente revisó su pasaporte y, tras algunas preguntas, decidió entregarlo a otro colega. “El chico vio mi pasaporte, me preguntó a qué venía y, tras un intercambio de palabras, decidió entregarlo a otro agente”, contó Natali. Ese fue el primer indicio de que algo no estaba bien. El agente la llevó a lo que ella describió como “el famoso cuartito de inmigración”, un espacio más parecido a una sala de espera que a una oficina de inmigración.
Así es el cuartito de inmigración de EE.UU.
En ese lugar, según compartió la joven latina, los agentes le confiscaron todas sus pertenencias, desde su celular hasta sus valijas. “Solo me dejaron la chaqueta y el dinero. Me tomaron fotos como si fuera una criminal”, recordó. Durante horas, la trasladaron de un lugar a otro, sometiéndola a interrogatorios intensos.
Lo que más impactó a la joven fue la revisión exhaustiva de su celular. Los agentes le pidieron la contraseña y comenzaron a revisar todas sus redes sociales, fotos y mensajes de WhatsApp. “Me sentí invadida. No tenía nada que esconder, pero esa violación a mi privacidad fue terrible”, dijo.
En medio de la incertidumbre, los agentes empezaron a hablar de su familia. “Me dijeron que si no decía la verdad, iban a cancelar las visas de mis hermanos y arruinar el proceso migratorio de mi hermana. Fue un golpe muy fuerte, porque yo no estaba haciendo nada ilegal”, agregó.
Le cancelaron su visa
Cuando finalmente la llamaron, los resultados fueron devastadores: su visa fue cancelada: “Me dijeron que no podía entrar más a Estados Unidos. Me dejaron hacer una llamada a mi mamá, y cuando escuché su voz, no pude contener las lágrimas. Fue un golpe muy duro”.
El viaje de regreso a Colombia tampoco fue fácil. En el aeropuerto de Nueva York, la llevaron de nuevo a una sala de espera. “Me sentí como una prisionera. No podía creer lo que estaba viviendo”, comentó. Un agente se burló de ella cuando preguntó sobre su familia y la situación: “Él se rio en mi cara. Fue humillante”.
Al final, lo que más le dolió no fue solo la deportación, sino el trato que recibió durante todo el proceso. “Me dejaron con grilletes en el tobillo, y me sentí completamente impotente”, concluyó la joven. La situación se resolvió con un vuelo hacia Bogotá, pero el recuerdo de esa experiencia todavía la persigue y por eso compartió su historia hasta ahora.