“Queríamos que, nada más entrar, la casa nos transmitiera paz”, comparte con nosotros Celeste Pollio (dueña de la marca deco Bartolomea Home y al frente de The Concrete Studio) sobre la vivienda que ideó junto con Gabriel, su marido. Después de alquilar en la zona para probar la experiencia de vivir fuera de la ciudad, decidieron proyectar su propia casa de fin de semana en Escobar.
Para hacerlo, Celeste planteó el proyecto con el apoyo de Pirca Arquitectura. Después, fue ella misma quien dirigió la obra, atenta a cada decisión. En su búsqueda conjunta de calma, decidieron seguir un concepto como eje: “Es una casa wabi-sabi: celebra lo natural; no tiene por qué ser perfecta ni ocultar el desgaste”, enfatizó.
Única
“La casa debía ser en una planta, o sin escaleras, porque tenemos dos perros muy viejitos –Golfo y Huma– que ya no pueden subir. Fue así como empezamos a fantasear con una rampa al estilo de la Casa Curutchet, algo que finalmente se concretó”, compartió la dueña de casa.
La rampa tiene un recorrido de 15 metros por tramo y, ahí, el techo está a 7 metros. Consumió muchos metros cúbicos, pero resultó la estrella de la casa. Al ingresar, da una sensación escultural, de museo.
Celeste Pollio, al frente de Bartolomea Home, The Concrete Studio y dueña de casa
La conexión con la cocina y el espacio social
La rampa nace cerca de la cocina (las banquetas dan la clave de su ubicación) que tiene pisos de cemento e isla en el mismo material.
El revestimiento de la isla se destaca por su originalidad: es de ladrillos refractarios de cemento, una solución que también eligieron en los muros de otros ambientes de la casa.
Simpleza e imperfección
“La pensamos como una casa-galería: el área social se abre por completo y está muy cerca de la pileta. Pero no queríamos repetir en espejo dos juegos de mesa, dos sillones… De este modo, un área de estar funciona para interior y exterior”, comparte Celeste. “La paleta monocromática (con mínimos matices) y la gran espacialidad son constantes de una atmósfera sincera, íntima y armoniosa. Para eso fue clave fue buscar mucha luz natural en cada ambiente, ya que la fachada es mayormente cerrada”.
“Elegimos materiales simples, naturales, que no opusieran resistencia a la intemperie, a la deformación o el agrietamiento. Las maderas no tienen protección, las paredes muestran marcas. El tiempo pasa, las cosas envejecen y, para nosotros, eso es algo positivo. Hace más de 15 años que me dedico a la producción de vajilla de cerámica, algo que es un buen ejemplo del concepto que seguimos. La cerámica hecha a mano es imperfecta, ¡y no pasa nada!”, afirma Celeste.
El patio central acerca el entorno a los ambientes internos, para los que también eligieron ventanales de piso a techo y parasoles de guayubira. Allí, plantaron dos quebrachos colorados.
En la suite principal
La continuidad visual se hace evidente en la suite principal. Aun siendo un cuarto cómodamente equipado, los muebles engamados y sus paredes libres y fundidas con el piso dan sensación de calma.
“La idea de un lugar de descanso aplica también a lo visual: al trabajar desde hace muchos años en decoración, ya vi todo lo que se usa; y nuestra casa en Palermo está cargada de libros, objetos, adornos. Acá busqué todo lo contrario”.
Horizonte
“El agua tuvo un rol esencial al hacer el primer dibujo de la casa: queríamos que la pileta fuera grande, que se fundiera con el lago, y que la mayor cantidad de ambientes disfrutaran de esa vista”.