Un hombre compra una mesa de la Casa Real en una tienda de segunda mano (Andrew Neel/Pexels)

Hay quienes encuentran un verdadero placer en pasear por los pasillos de las tiendas de muebles de segunda mano. En cada rincón se puede encontrar un tesoro oculto: en una pila de libros, bajo unas estanterías u oculto tras un gran armario. Estos muebles, que esperan una segunda (o tercera, o cuarta) oportunidad, mientras acumulan polvo en estas tiendas de antigüedades o anticuarios, pueden haber recorrido miles de kilómetros o esconder en su historia un pasado de gran linaje.

Jean-François Marchais, un ex-bombero de 62 años, ha encontrado la pasión en estos muebles antiguos, por lo que se ha convertido en coleccionista y comerciante de antigüedades. En una de sus visitas a la boutique Emmaüs de Châtellerault, en Viena, se encontró con un tesoro por el que no pudo resistirse, aunque en un primer momento no sabía la importancia que tenía aquel objeto: una mesa de roble con ruedas de bronces que consiguió regatear hasta los 30 euros, ahorrándose cinco.

Pese a ser una mesa sencilla, Marchais pensó que “estaba fuera de lo común y tenía algo especial”, según explicó al medio Ouest France. Tras llevarla a su casa e inspeccionarla, el coleccionista encontró en su madera bastantes inscripciones que podían dar cuenta de su origen: GM, que señala que era propiedad de la Guardia de Muebles de la Corona Real, y MLR, que se refiere a la administración de los Menus Plaisirs du Roi. Por tanto, esa mesa que únicamente le había costado 30 euros era de la Royal Crown Furniture Storage Unit, es decir, propiedad del Estado. Marchais había encontrado un absoluto tesoro.

Devolución al Estado

Nada más darse cuenta de su descubrimiento, el coleccionista se puso en contacto con Mobilier National, la administración que en la actualidad se encarga de los bienes estatales y que confirmó que la mesa había sido fabricada en 1821 para el bautismo del duque de Burdeos, nieto de Carlos X de Francia. El mueble estuvo en el inventario de las Reservas Nacionales del Mobiliario desde 1894 y en la Escuela Nacional de Lenguas Orientales a partir de 1925; sin embargo, en 1950 se realizó un nuevo inventario y no fue encontrada: “Probablemente se perdió durante la guerra y desapareció del radar durante casi 80 años antes de que lo tuviera en mis manos”, señala Marchais.

Al detectarse las marchas y confirmarse que la mesa era propiedad del Estado, los agentes del Mobilier National deberán recogerla para ser devuelta a su dueño original. “Me da un poco de tristeza porque es un mueble con una gran historia con todas estas inscripciones, pero estoy feliz de devolver al Estado algo que probablemente fue robado”, explicó al medio francés.

El coleccionista no es la primera vez que se encuentra con muebles con tanta historia. Su pasión por recorrer las tiendas de segunda mano de su país y otros cercanos le ha llevado a encontrarse con auténticas joyas en su poder. Jean-François Marchais compró hace un tiempo unas sillas que cree que podrían haber pertenecido a María Antonieta, lo que supondría una valiosa recuperación del patrimonio histórico de la realeza francesa: “Estoy investigando su origen para confirmarlo”.