Lo que comemos diariamente afecta tanto a la energía y el crecimiento como así también influye directamente en la salud de todo el organismo. Por esto, las decisiones alimenticias tienen la capacidad de reducir o agravar ciertos problemas, como, por ejemplo, las várices en las piernas, es decir, las dilataciones venosas que pueden generar distintas molestias.

Los lácteos enteros contienen un alto nivel de grasa saturada, que puede obstruir las arterias y empeorar la circulación

La relación entre la alimentación y la salud venosa es más profunda de lo que muchos creen. Las venas varicosas, una condición que afecta principalmente a las piernas, son el resultado de un mal funcionamiento de las válvulas que controlan el flujo sanguíneo. Con la influencia de factores como la genética, el sedentarismo y, sobre todo, la alimentación, estas venas comienzan a dilatarse, y causan las conocidas várices. De acuerdo con el National Heart, Lung and Blood Institute, las várices no solo son estéticamente molestas, sino que también provocan síntomas como picazón, ardor e incluso alteraciones en la piel.

Alimentos a evitar si se tienen várices

Numerosos estudios, como un informe de la Mayo Clinic, confirman que ajustar la dieta es clave en el tratamiento y la prevención de las várices. En este sentido, se sugiere evitar ciertos alimentos que pueden agravar esta condición. Estos alimentos promueven la retención de líquidos, el aumento de peso y la inflamación, factores que ejercen presión sobre el sistema circulatorio. La clave está en eliminarlos o reducirlos significativamente para prevenir una mayor dilatación venosa y mejorar la circulación sanguínea.

  • Azúcar refinada: el consumo elevado de azúcar blanca provoca inflamación y promueve la formación de depósitos de grasa en las paredes de las venas, lo que complica la circulación. Además, el exceso de azúcar está relacionado con el aumento de peso, un factor de riesgo para desarrollar várices. Un artículo de la revista Clinical Nutrition ESPEN destaca que el exceso de azúcar contribuye a la inflamación de las venas y a la acumulación de toxinas en el cuerpo, lo cual dificulta el buen funcionamiento del sistema venoso.
  • Grasas saturadas y trans: estas grasas, presentes en alimentos procesados y fritos, dificultan la circulación sanguínea al obstruir las arterias y venas. Las grasas trans son particularmente dañinas porque promueven la inflamación, lo que empeora la circulación.
  • Café y té en exceso: aunque en pequeñas cantidades pueden tener beneficios, un consumo excesivo de estas bebidas ricas en cafeína puede causar deshidratación y aumentar la presión arterial, lo cual no favorece a las personas con várices.
  • Alcohol: tomar alcohol en exceso puede provocar la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que contribuye al desarrollo de venas varicosas. El alcohol debilita las paredes venosas con el tiempo, y facilita la aparición de esta condición.
  • Jugos y refrescos procesados: estos productos, llenos de azúcares añadidos, no aportan los nutrientes necesarios para el sistema circulatorio. Además, los refrescos y jugos procesados carecen de la fibra que se encuentra en las frutas enteras, esencial para la salud venosa.
  • Lácteos enteros: leche, queso y yogur en su versión entera contienen altos niveles de grasa saturada que pueden obstruir las arterias y empeorar la circulación. Optar por versiones bajas en grasa o alternativas vegetales podría ser beneficioso para quienes padecen várices.
  • Harinas refinadas: alimentos como el pan blanco o el arroz blanco son bajos en fibra y pueden contribuir al estreñimiento, lo que aumenta la presión sobre las venas. Elegir cereales integrales es una alternativa mucho más saludable.

De todas maneras, no alcanza con eliminar ciertos alimentos de la dieta; también es importante añadir aquellos que favorezcan la salud venosa. Las frutas y verduras ricas en antioxidantes, como los arándanos, las naranjas y el brócoli, ayudan a fortalecer las paredes de las venas y mejorar la circulación sanguínea. Además, alimentos ricos en omega-3, como el pescado, las nueces y las semillas de chía, reducen la inflamación y mejoran su elasticidad.

Consumido en exceso, el café y el té causan deshidratación y aumentan la presión arterial

Además, el consumo de alimentos ricos en fibra ayuda a mejorar la circulación y a fortalecer las paredes de los vasos sanguíneos. La fibra, presente en verduras de hojas verdes como la espinaca, juega un papel crucial en la digestión y evita el estreñimiento, una condición que puede aumentar la presión sobre las venas y empeorar las várices.

Es importante consultar con un profesional de la salud antes de realizar cambios significativos en la dieta, especialmente si se padecen várices u otras condiciones de salud. Un especialista puede proporcionar recomendaciones personalizadas y asegurarse de que cualquier cambio alimentario sea seguro y adecuado para las necesidades específicas de cada persona.