El contraste, alejado de la casualidad, fue tan notorio como inesperado para sus protagonistas. El lunes, cuando se cumplían exactamente tres años de la invasión de las tropas de Vladimir Putin a Ucrania, un grupo de embajadores de la Unión Europea, Canadá y México, más diputados de distintos partidos compartían en la legislatura porteña una fotografía con los diplomáticos ucranianos en el país. Casi a la misma hora, y por orden del presidente Javier Milei y la Cancillería, Argentina se alejaba de su aliado Volodimir Zelensky y se abstenía en la ONU de condenar a la Federación Rusa por la invasión, una moción auspiciada por Bruselas con la que la diplomacia nacional no coincidía.
En medio del inocultable enojo que hoy signa el vínculo de Zelensky con Donald Trump luego del abrupto cambio de postura de Estados Unidos sobre la guerra-la pelea verbal del viernes a los gritos en el salón Oval fue una clara y concreta muestra-la Unión Europea no esconde tampoco su preocupación y alerta por lo que considera el inicio de un camino de alineamiento acrítico del país a las posturas de Trump, que ha ensayado un acercamiento con Putin con el fin de “terminar la guerra y lograr la paz”.
“Esto es un cambio de tendencia peligroso. Ya estamos resignados, a partir de ahora Argentina va a consultar con Washington cada voto”, afirma en voz baja a este diario uno de los embajadores importantes de la UE en el país. Otra voz diplomática del Viejo Continente considera “inaceptables” y “un mensaje a favor de la ilegalidad” los argumentos del canciller Gerardo Werthein, quien a poco de conocida la postura argentina en Naciones Unidas afirmó a LA NACION que “entre quedar bien (con Ucrania) y promover la paz, elegimos esto último”.
Para el Gobierno, “nada va a cambiar en nuestra política exterior” después de aquella polémica votación, en la que Argentina quedó del lado de Brasil, China y Cuba, pero lejos de las posiciones de la UE, con quien el Mercosur firmó en diciembre pasado un nuevo paso adelante para lograr un acuerdo político y comercial.
“Queremos mantener buenas relaciones con todos”, agregan desde el Palacio San Martín, aunque la alianza con Estados Unidos e Israel, recalcan, es uno de los preceptos inalterables de la diplomacia de Milei. En ese sentido, desde la UE –y también socios del Mercosur como Brasil y Uruguay– dan por sentado que Milei buscará el Tratado de Libre Comercio con Trump, más allá de los acuerdos preexistentes. De hecho, tomaron nota cuando, en su reciente discurso ante la CPAC en Washington, el Presidente afirmó que “si no estuviéramos restringidos por el Mercosur, la Argentina estaría trabajando en un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos”.
Pero las críticas alcanzan a experimentados diplomáticos, incluso a algunos que hasta hace poco formaban parte de la propia gestión libertaria. “Es un erróneo cambio de posición. La paz sustentable solo se obtiene con un acuerdo entre todas las partes, incluyendo al país agredido”, expresó en las redes sociales Ricardo Lagorio, ex embajador argentino ante Naciones Unidas.
En tren de matizar públicamente esa preocupación, el embajador de Alemania en el país, Dieter Lamlé, afirmó a LA NACION que “es cierto que notamos un cambio, pero otros países también cambiaron el voto, y no hay consecuencias directas por el momento, veremos las próximas votaciones”. El diplomático alemán opinó, además, que “Argentina puede buscar un TLC con Estados Unidos y a la vez sostener el acuerdo con la Unión Europea, porque se habla mucho de los aranceles, sino preparar el terreno para que muchas inversiones lleguen a los países del Mercosur”, concluyó Lamlé.
Igual de precavidos, desde la diplomacia brasileña ironizan sobre el voto argentino en la ONU. “Al fin estuvimos de acuerdo”, afirman, para luego abrir un interrogante sobre la propuesta argentina de “abrir” el Mercosur a acuerdos bilaterales extra zona sin unanimidad entre los socios. “Por ahora son declaraciones, veremos que propuestas se presentan”, explica una fuente de la diplomacia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que a diferencia de Milei (decidió no concurrir) dijo presente el sábado en la asunción de Yamandú Orsi, el nuevo presidente centroizquierdista de Uruguay, e integrante de un incipiente y renovado bloque progresista regional. Las reuniones de los representantes del Mercosur, previstas para el 11 y 12 de marzo en Buenos Aires podrían dar pistas ciertas de hasta dónde piensa llegar el gobierno de Milei con esa propuesta, comentan expectantes fuentes de los países miembro.
La próxima elección del sucesor de Luis Almagro, al frente de la OEA, el 10 de marzo, también será un test para la alianza entre Trump y Milei. Los cancilleres de Paraguay, Rubén Ramírez Lezcano, y de Surinam, Albert Ramchand Ramdin, son los candidatos hasta el momento, y todo indicaría que Trump (y también la Argentina) apoyarían al canciller guaraní, aunque el imprevisible presidente norteamericano podría proponer un tercer candidato si no se lograra el consenso en torno a la figura del paraguayo. En ese contexto, abierto aún hasta último momento, circulaba en ámbitos diplomáticos nacionales la opción de postular al ex canciller Carlos Ruckauf (hoy panelista televisivo y ferviente simpatizante de las políticas libertarias) como candidato de consenso, aunque esa candidatura se habría ido desinflando.