El contraste fue marcado: el mismo lugar, distintos momentos políticos. Hace poco más de un año, el recién asumido Javier Milei viajó sin dudarlo a Bahía Blanca para monitorear de cerca los destrozos que había causado un fuerte temporal. Pero el viernes, frente a un desastre natural peor en esa ciudad, tuvo el gesto de suspender un viaje que tenía previsto a Mendoza, pero frenó en ese punto la gestualidad. A diferencia de aquel diciembre de 2023, en el inicio del 2025 electoral se quedó en Olivos, y mandó a Luis Petri y a Patricia Bullrich a hacerse cargo, que finalmente debieron enfrentar la bronca de los vecinos, ayer.
“No es necesario que viaje”, dijeron en la Casa Rosada, donde hasta último momento del sábado evitaron decir con seguridad si lo haría o no. “Por ahora no”, deslizaban. Alguien en el Gobierno dejó entrever que existía la posibilidad de que lo hiciera. Pero hasta anoche no había planes concretos de un traslado a la zona del caos.
El momento político no le dejó al Presidente mostrarse activo en primera persona. No podía permitirse un eventual revés en la visita al lugar donde están puestas todas las miradas y los ánimos están caldeados por la falta de prevención e infraestructura. Aunque la magnitud de los destrozos no haya sido, directamente, responsabilidad del primer mandatario libertario, podía generarse un roce con Axel Kicillof, o podía recibir abucheos de vecinos, entre otras eventuales amenazas.
No convenía insistir con una exposición que, además, no era indispensable, y que podía dejar en manos de sus colaboradores del Gabinete -Bullrich y Petri sí recibieron abucheos-, después de una semana difícil, que le siguió a otras dos igualmente complicadas.
La agenda resultó adversa para el Ejecutivo por una serie de temas no conectados entre sí pero que combinados resultaron un cócktail difícil de digerir. Para empezar, por las incesantes novedades en torno al caso $LIBRA, que tuvo el más reciente coletazo con la renuncia, obligada, de un asesor de Karina Milei especializado en criptoactivos en la Comisión Nacional de Valores: Sergio Morales, vinculado a uno de los empresarios que gestionó la criptomoneda que difundió Milei en X.
En el Gobierno pasaron de explicar los motivos del Presidente, a intentar pasar de página y restarle importancia cada vez que pueden. Pero no lo logran, a medida que se producen avances en las investigaciones en la Justicia del país como en Estados Unidos.
Además, esta semana el Gobierno sufrió un cachetazo con el freno que le puso la Corte Suprema al nombramiento en comisión de Ariel Lijo como juez del máximo tribunal. El principal golpe, que dejó recalculando a la Casa Rosada, fue la negativa a dar el visto bueno a la licencia del magistado federal por parte de Manuel García Mansilla, el académico que a pesar de haber sido impulsado por el propio Gobierno, levantó la mano en contra de sus intereses. Desde entonces, en Balcarce 50 se quedaron “sin plan B”, como admitió Guillermo Francos en una entrevista, ayer. Sólo les queda intentar pelear el pliego de Lijo en un Senado que da pocas señales de acompañar, y donde se encuentran a merced, como durante todo el 2024, de las esquivas voluntades de Unión por la Patria.
También quedaron en el ojo de la tormenta por el tema que más le importa a Milei ahora. El Presidente enfrenta graves cuestionamientos de la oposición por el giro al Congreso de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), en lugar de un proyecto de ley, con el acuerdo con el FMI. Y si bien se muestran confiados, por lo bajo admiten que podrían sufrir una judicialización y, a posteriori, un rechazo del decreto.
Se esperaba una defensa del acuerdo por parte de Milei, en vivo, ayer en Mendoza, cuando el jefe de Estado tenía previsto dar una charla frente a empresarios. Pero por el temporal en Bahía se vio obligado a suspender la visita. Por ahora, el encargado de dar explicaciones ante un periodista por el DNU fue el titular de Economía, Luis Caputo. Milei, que suele abrirse a entrevistas, se cuidó de hablar sin un “buffer”, y eligió exponer su defensa cuidadosamente, en una columna por escrito que publicó en el diario La Nación y que la tropa libertaria se encargó de ensalzar en redes.
Con todo, sus argumentos empezaron a ser rebatidos, inclusive por los aliados. Uno de las voces críticas del macrismo fue Luciano Laspina, economista de PRO, que planteó disidencias en varios puntos. El partido que ayudó a Milei a sostener sus vetos y aprobar casi todas las leyes que impulsó durante su primer año de gestión vuelve a amenazar con poner peros, aunque por lo bajo admiten que lo más probable es que terminen acompañando al Gobierno en una cruzada clave para sostener el modelo económico.
Cerca del Presidente sabían que enfrentarían valoraciones negativas por la herramienta del DNU, pero se muestran convencidos de que era el mal menor. “Lo de la aprobación legislativa es un chino que inventó Guzmán, no existe en otras partes del mundo. Mientras el FMI esté de acuerdo, nosotros estamos bien”, dijeron en la Casa de Gobierno el viernes. “Es más fácil defender un DNU que aprobar un acuerdo en las dos cámaras. Y ahora, hasta que lo rechacen, si es que lo hacen, va a tener fuerza de ley. Ganamos tiempo”, calcularon en el círculo presidencial.
La tragedia en Bahía Blanca obligó a la clase política a bajar los humos, y los dos últimos días transcurrieron en relativa paz. Cristina Kirchner se mantuvo en silencio; Axel Kicillof se mostró conciliador; Guillermo Francos y Luis Caputo se encargaron de garantizar el desembolso de los fondos que le exigieron desde todo el arco opositor a la Nación para empezar la reconstrucción de la ciudad costera azotada por la tormenta. Aunque Patricia Bullrich deslizó una frase picante, ayer, después de remarcar numerosas veces, el día anterior, lo coordinado del trabajo de contención junto a la Provincia: “Con Luis Petri fuimos los primeros en llegar para acercar soluciones y contener a los vecinos”, dijo en un tuit de la serie que publicó para informar los detalles de sus actuaciones. Se comparó con Kicillof, que efectivamente el viernes había llegado algo después. Desde sus oficinas habían avisado que la demora se debía a las condiciones climáticas.
Cuando baje el agua, la discusión política promete volver a acalorarse, con eje en el acuerdo con el FMI y el caso Libra. Quizá, también, en la denuncia de Facundo Manes contra Santiago Caputo por el incidente que protagonizaron en el Congreso durante la Asamblea Legislativa. En el Gobierno aseguran que “no es un tema” y están convencidos de que la causa no prosperará. Sobre el resto, admiten que se vienen otras tormentas.
Con el paso de las horas, el cuidado de Milei pareció darle la razón. Ayer, mientras se evaluaban los daños en la zona costera donde murieron diez personas, el diputado, que se perfila como candidato libertario en la Provincia, José Luis Espert se sumó al operativo de Bullrich y Petri, pero la jugada le salió mal. “Está muy mal que el diputado Espert use la situación de Bahía Blanca para su campaña política. Es una tragedia, tengan pudor», lo señaló, entre otros, el diputado de la Coalición Cívica, Juan Manuel López. Después, el economista debió incluso replicar: «Soy bonaerense y trabajo incansablemente para transformar PBA. Lo mínimo que puedo hacer, es ponerme a disposición», justificó.