Hace poco más de un mes, fue extraditado desde Bolivia. Hoy, está cerca de enfrentar un juicio oral y público por su rol con “poder decisión” en una organización narcocriminal que reclutaba jóvenes de clase media para utilizarlas como “mulas” para traficar cocaína desde la Argentina hacia Europa. La Cámara de Apelaciones en lo Penal Económico confirmó el procesamiento dictado en primera instancia para Luis Loza Quiroga, un ciudadano boliviano conocido por el apodo de Blas y el juez Marcelo Aguinsky, magistrado a cargo de la causa, comenzó a correr las vistas para la elevación del expediente a la etapa de juicio oral y público. Está acusado de ser el proveedor y financista de la banda.

“En efecto, lo establecido provisionalmente por el tribunal de la instancia anterior en cuanto al rol que Loza Quiroga habría ejercido durante la preparación y la ejecución de aquellos sucesos, y el poder de decisión con el que el nombrado habría contado sobre su desarrollo, no solo no resulta irrazonable y se ajusta a lo que surge de las constancias incorporadas actualmente en la causa, sino que también explicaría el viaje que hizo a la Argentina el día 19 de julio de 2023 y a España cuatro días después”, sostuvieron los jueces Carolina Robiglio y Pablo Bertuzzi, como integrantes de la Sala de Feria del tribunal de alzada, en un fallo firmado la semana pasada y al que tuvo acceso LA NACION.

La investigación que llevó a prisión a Blas, de 45 años, comenzó a fines de julio de 2023 con la detención de una “mula” en el aeropuerto internacional de Ezeiza cuando estaba a punto de viajar a España.

La joven, solo identificada como A. S. F., tenía en su cuerpo 78 cápsulas con cocaína. Con el avance de la investigación, de la que participaron detectives de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), se determinó que el encargado de reclutar a las jóvenes para que introduzcan estupefacientes en su organismo o los adhirieran a distintas partes de sus cuerpos para intentar burlar los controles y concretar el tráfico de drogas era Cristian Maceri, un estudiante universitario que vivía en Palermo.

Luis Loza Quiroga

“Se encuentra acreditado en el marco de las actuaciones principales que era Maceri quien se ocupaba no solo de reclutar a las personas que se encargarían de los traslados, sino que también era el encargado de conocer el estado en el que se iban encontrando sus viajes y de que se colocaran la sustancia estupefaciente en distintas partes de sus cuerpos en pos de dificultar su detección por parte del personal preventor”, sostuvo el fiscal Emilio Guerberoff durante la instrucción de la causa.

El 3 de agosto de 2023 se conoció la noticia de la detención de la “mula” narco cuando se hicieron públicas las imágenes captadas por un equipo de rayos X Body Scan que mostraban cómo se veían las 78 cápsulas con cocaína en el cuerpo de la joven pasajera.

La chica, que al momento de su detención estaba desempleada, estuvo internada en el Hospital Zonal General de Agudos Doctor Alberto Antranik Eurnekian, de Ezeiza, hasta que pudo evacuar todas las cápsulas con cocaína que había ingerido. Corría peligro: el estallido de uno de esos envoltorios y el contacto directo de la droga en las vísceras hubiese supuesto un altísimo riesgo de muerte. Después fue trasladada a los tribunales de la Avenida de los Inmigrantes 1950, en Retiro, donde se negó a declarar ante el juez Aguinsky.

A pesar de que A. S. F. se abstuvo de hablar sobre su rol en el intento de tráfico de drogas, los detectives de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) pudieron avanzar. Al analizar las imágenes de las cámaras de seguridad instaladas por Aeropuertos Argentina 2000 (AA2000) en la terminal internacional de Ezeiza se pudo identificar el auto en el que había llegado la “mula”.

“La muchacha había llegado al aeropuerto en un automóvil que hace viajes Y que se piden por medio de una app. Se logró identificar al chofer del vehículo y fue citado a prestar declaración testimonial”, relataron fuentes de la causa.

Bajo juramento de decir la verdad, el chofer recordó dónde había comenzado el viaje que finalizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Si bien no pudo precisar de qué edificio había salido la pasajera, dio detalles relativos a la zona de comienzo del viaje.

Fue así que, al cabo de una serie de tareas investigativas en la zona de La Imprenta, en Palermo, y con la información obtenida del teléfono celular de la “mula”, los detectives de la PSA pudieron identificar el edificio y el departamento donde vivía Maceri y, en consecuencia, el juez Aguinsky ordenó su detención.

En el operativo por el cual fue detenido Maceri, el personal de la PSA secuestró un teléfono celular y una computadora, dispositivos que fueron la clave para avanzar en la identificación de otros sospechosos de la banda.

A partir de la información obtenida tras los peritajes hechos en los dispositivos móviles de Maceri se determinó el rol central de Loza Quiroga como proveedor de la cocaína que el estudiante de Ciencias Económicas “cargaba” en las “mulas”.

Los investigadores pudieron recuperar las conversaciones por chat entre Loza Quiroga y Maceri, y los mensajes que M. A. B., una “mula” que logró sortearon los controles y viajar a España, le mandó al “reclutador” en el momento en que se estaba yendo a España.

“Me duele muchísimo el que tengo puesto. Molesta”, llegó a decirle la joven antes de que el avión despegara.

Mula con 79 cápsulas con cocaína en su cuerpo; 11 de ella, por vía intravaginal

En uno de los chats recuperados, Maceri le dijo a Loza Quiroga: “Esta chica [por M. A. B.] es la puerta a las otras, tengo la próxima camada lista”.

Hubo otros chats de Maceri con un supuesto socio de Blas. Se trataría de un ciudadano colombiano conocido, por el momento, solo como Jeison. “Quiero saber que van a hacer con la chica esta [la ‘mula’ detenida] y conmigo. ¿Van a poner abogado? ¿Qué van a hacer? Veámonos y decime, decime dónde nos vemos y quiero saber qué van a hacer vos y Blas”, escribió el estudiante universitario y agregó: “Me dijiste que Blas era tu socio, que eran los dos. Estamos todos juntos en esto”.

Como informó LA NACION, Maceri, de 34 años, fue condenado por el juez Diego García Berro, integrante del Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) N°1, a la pena de cuatro años de prisión de cumplimiento efectivo y la “pérdida de las concesiones, regímenes especiales, privilegios y prerrogativas de que gozare, inhabilitación especial de un año para el ejercicio del comercio, inhabilitación absoluta por el doble de tiempo de condena para desempeñarse como funcionario o empleado público e inhabilitación especial perpetua para desempeñarse como miembro de las fuerzas de seguridad”.

El magistrado también condenó a A. S. F., una de las “mulas”, a la pena de dos años y 11 meses de prisión en suspenso. En el momento de los hechos, A. S. F. tenía 20 años y dijo ser consumidora de estupefacientes desde los 17.

“Teniendo en cuenta lo mencionado hasta el momento, y analizadas las pruebas en su conjunto, no puede descartarse la intervención activa de Loza Quiroga en la planificación del viaje que intentara efectuar A. S. F., en tanto y en cuanto estuvo involucrado no solo en los preparativos para la entrega del material estupefaciente y su posterior ingesta, sino también en el control respecto del éxito de la maniobra ilícita al intentar comunicarse con la joven, el día de producirse su detención, circunstancia que, a criterio del suscripto, lo pone en una posición de jerarquía o superioridad respecto de ella y de Maceri”, sostuvo el juez Aguinsky al procesar al sospechoso.

Blas cumple con la prisión preventiva en el Complejo Penitenciario Federal 2, de Marcos Paz. “Se observa, como se dijo, que se atribuyen a Loza Quiroga delitos que resultan ser de extrema gravedad, evaluada esta en función de las penas que en caso de condena podrían recaer respecto de los autores y los partícipes de aquellos, y de su vinculación con el tráfico internacional e interno de sustancias estupefacientes, pues los sucesos que se le imputan habrían implicado, cuanto menos, una exportación y un intento de exportación de ese tipo de mercaderías en una cantidad que, inequívocamente, estaría destinada a la comercialización y el tráfico del mismo tipo de sustancias en el territorio nacional”, afirmaron los jueces Robiglio y Bertuzzi al confirmar el procesamiento y el embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de 50 millones de pesos.