La importancia de la educación sexual en la igualdad de género. (Getty Images/iStockphoto)

Con motivo del 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer), el Ministerio de Igualdad ha lanzado la campaña institucional bajo el lema “Nuestra voz, Más alta. Más clara. Más fuerte”. Una de las apuestas de Aina Calvo, secretaria de Estado de Igualdad, siempre ha sido fomentar la educación sexual como un pilar fundamental en la lucha por la igualdad de género.

En declaraciones a Infobae España, expertas como Laura Morán, psicóloga y sexóloga, y Silvia Fonseca, terapeuta sexual, han destacado la necesidad de abordar la sexualidad desde una perspectiva integral, que incluya el respeto, el consentimiento y la diversidad.

La educación sexual como herramienta de cambio

Para Laura Morán, la sexualidad no se limita a la actividad sexual, sino que influyen otros factores como la manera de relacionarnos, comunicarnos y sentir nuestro propio cuerpo. “No es solo lo que hacemos en la cama”, explica. En este sentido, advierte que la falta de educación sexual expone a las personas a recibir información errónea. “Si no te educan en ello, otros lo harán por ti: la pornografía, los mitos, los ‘un chico no dice que no’ o ‘si no te insiste es que no le gustas…’”, señala la sexóloga.

Por su parte, Silvia Fonseca coincide en que la educación sexual no solo previene “embarazos no planificados e infecciones de trasmisión sexual”, sino que también fomenta “el respeto, la comunicación y el consentimiento en las relaciones”.

El sexo como “un examen constante”

El programa del Ministerio de Igualdad para este 8M incluye una serie de iniciativas orientadas a la eliminación de estereotipos de género desde la infancia. Igualmente, Morán destaca que la educación sexual “nos enseña que todas las personas tienen derecho a decidir sobre sus cuerpos sin que esto dependa de su género”.

Históricamente, la sexualidad femenina ha estado marcada por “tabúes, control y vergüenza”, mientras que la masculina ha sido validada, pero también sometida a exigencias poco realistas como que “nunca falle y que rinda”, indica Morán.

Esto perjudica a la pareja, “genera ansiedad de ejecución y rendimiento” y dificulta la comunicación, sometiendo la sexualidad a “una especie de examen constante”, subraya la sexóloga. La educación sexual ayuda a que todas las personas puedan disfrutar de su sexualidad sin la presión de “hacer lo que se espera de nosotros”.

A su vez, Fonseca resalta que la educación sexual “fomenta las relaciones basadas en el consentimiento y la equidad”, permitiendo desmontar mitos sobre el amor romántico y los roles de género. “Además, ayuda a prevenir la violencia de género y el abuso”, agrega la terapeuta.

“En sexualidad, lo ‘normal’ es la diversidad”

A pesar de los avances en materia de derechos y educación, aun en nuestros días persisten creencias erróneas sobre la sexualidad femenina. “El mito del orgasmo vaginal vs. clitoriano, la idea de que las mujeres tienen menos deseo que los hombres o que el sexo es solo coito son creencias que limitan la vivencia plena de la sexualidad”, explica Morán.

Combatir estos mitos implica hablar de ellos, reeducarse y dejar de usar el concepto de idea de “normal”, porque “en sexualidad, lo ‘normal’ es la diversidad”, sentencia la sexóloga.

Otro de los grandes tabúes sigue siendo el placer femenino. “Aún hay vergüenza en hablar de masturbación o en admitir que la sexualidad se aprende”, dice Morán. La clave para derribar estas barreras es normalizar el diálogo: “Lo que no se nombra, no existe”.

La educación sexual y la inclusión

En la agenda del Ministerio de Igualdad, la educación sexual también contempla a sectores históricamente excluidos del debate, como las personas mayores y las personas con discapacidad. “La visión de que el sexo es solo para la reproducción ha invisibilizado estas realidades, negando derechos y bienestar”, declara Fonseca.

Uno de los principales desafíos es cómo abordar la educación sexual sin generar rechazo. Ambas expertas coinciden en que es clave enmarcarla como una cuestión de salud y derechos, utilizar un lenguaje respetuoso y adaptar el mensaje al contexto. “No se trata de adoctrinar, sino de proporcionar información basada en evidencia”, puntualiza Morán.

Para quienes sienten vergüenza de hablar de sexualidad con sus hijos o alumnos, Fonseca recomienda “normalizar el tema, escuchar sin juzgar, usar un lenguaje adecuado y combatir los mitos con información veraz”. Asimismo, enfatiza en la importancia de la participación de los hombres en este proceso: “La igualdad es una tarea de todos, y no se puede construir una sociedad equitativa sin su implicación”.

Pornografía: “Una especie de película de Marvel pero sin presupuesto para vestuario”

En España, los avances en educación sexual han sido lentos y desiguales. Si bien existen iniciativas para su implementación en el sistema educativo, la falta de un enfoque obligatorio en todas las etapas dificulta el acceso a una formación integral.

El problema de la pornografía reside en que muchos jóvenes encuentran estos vídeos como tutoriales de sexo. “La pornografía es ficción, una especie de película de Marvel, pero sin presupuesto para vestuario”, recalca Morán. Frente a esta realidad, es fundamental que las familias y los centros educativos asuman un rol activo en la educación sexual.

La clave está en la normalización: “Que la sexualidad no sea un tema tabú ni en el hogar ni en la escuela”. Conversar abiertamente, sin prejuicios ni miedo, permite que los jóvenes desarrollen una visión saludable de su sexualidad y eviten caer en la desinformación.

Los efectos de una educación sexual deficiente no solo afectan el conocimiento sobre el tema, sino también la salud mental. “Una sexualidad vivida sin culpa y con seguridad mejora la autoestima y el bienestar emocional”, afirman las especialistas.