Después de 2000 años, oculto bajo metros de rocas volcánicas y ceniza, se produjo un hallazgo histórico en la antigua ciudad romana de Pompeya.
Los arqueólogos descubrieron un suntuoso baño privado, posiblemente el más grande jamás descubierto en la antigua ciudad, con habitaciones calientes, templadas y frías, magníficas obras de arte y una enorme piscina.
El complejo similar a un spa se encuentra en el corazón de una gran residencia que se descubrió en los últimos dos años durante una excavación de gran envergadura.
“Son estos espacios los que realmente hacen parte del ‘efecto Pompeya’: parece que la gente se hubiera ido del lugar hace apenas un minuto”, afirma Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, quien reveló el nuevo hallazgo en exclusiva para BBC News.
El análisis de dos esqueletos descubiertos en la casa también muestra el horror al que se enfrentaron los habitantes de Pompeya cuando el Monte Vesubio entró en erupción en el año 79 después de Cristo.
Los cuerpos pertenecían a una mujer de entre 35 y 50 años, que llevaba consigo joyas y monedas, y a un hombre más joven, de entre 13 y 25 años. Se habían atrincherado en una pequeña habitación, pero murieron cuando un tsunami de gas volcánico caliente y ceniza -lo que se conoce como flujo piroclástico- arrasó la ciudad. “Este es un lugar dramático, y todo lo que encontrás aquí te habla de ese drama”, afirma la conservadora de Pompeya, la Dra. Ludovica Alesse.
Un tercio de la antigua ciudad sigue oculto bajo los restos volcánicos de la catástrofe, pero la nueva excavación -la más extensa en una generación- arroja nuevos datos sobre la antigua vida romana. Los arqueólogos fueron acompañados por un equipo de documentales de la BBC y Lion TV para una serie titulada Pompeya: La nueva excavación.
Una lujosa residencia
Una manzana entera de Pompeya, en la que había una lavandería y una panadería, así como una gran casa privada, se ha desenterrado en las últimas excavaciones.
Se cree que todo pertenecía a una misma persona adinerada, posiblemente Aulus Rustius Verus, un influyente político pompeyano.
Según Zuchtriegel, el descubrimiento de los baños es una confirmación más de su estatus de élite.
“Muy pocas casas tienen un complejo de baños privado, así que era algo realmente para los más ricos entre los ricos”, afirma. “Y esto es enorme: probablemente sea el mayor complejo de baños de una casa privada pompeyana”.
Los afortunados que utilizaban las salas de baño se desvestían en un vestuario con paredes de un rojo intenso y un suelo de mosaicos con motivos geométricos de mármol procedente de todo el Imperio Romano.
Luego se dirigían a la habitación caliente, se sumergían en una bañera y disfrutaban del calor propio de una sauna, proporcionado por un suelo colgante que permitía que el aire caliente fluyera por debajo y paredes con una cavidad por la que circulaba el calor.
A continuación pasaban a la sala templada, pintada de vivos colores, donde se frotaban la piel con aceite antes de rasparla con un instrumento curvo llamado estrígil.
Por último, entraban en la sala más grande y espectacular de todas: el frigidarium, o habitación fría. Rodeado de columnas rojas y frescos de atletas, el visitante podía refrescarse en la piscina, tan grande que cabían de 20 a 30 personas.
“En los calurosos veranos, uno podía sentarse con los pies en el agua y charlar con los amigos, quizá disfrutando de una copa de vino”, explica el Dr. Zuchtriegel.
Los baños son el último hallazgo de esta extraordinaria casa.
El año pasado se encontró una enorme sala de banquetes con paredes de color negro azabache e impresionantes obras de arte de escenas clásicas. También se descubrió una sala más pequeña e íntima, pintada de azul claro, donde los habitantes de la casa iban a rezar a los dioses.
La residencia estaba a medio remodelar; se han encontrado herramientas y materiales de construcción por todas partes. En la habitación azul hay un montón de conchas de ostras en el suelo, listas para ser molidas y utilizadas en las paredes para darles un brillo iridiscente.
Dos esqueletos
Al lado de este bello espacio, en una estrecha habitación casi sin decoración, se produjo un crudo descubrimiento: los restos de dos pompeyanos que no lograron escapar de la erupción.
El esqueleto de una mujer se encontró sobre una cama, acurrucado en posición fetal. El cuerpo de un hombre estaba en la esquina de esta pequeña habitación.
“El flujo piroclástico del Vesubio vino a lo largo de la calle y provocó el derrumbe de una pared, que básicamente lo aplastó mortalmente”, explica la Dra. Sophie Hay, arqueóloga de Pompeya.
“La mujer seguía viva mientras él agonizaba -imagínense el trauma- y entonces esta habitación se llenó también de flujo piroclástico, y así es como murió”.
El análisis del esqueleto masculino mostró que, a pesar de su corta edad, sus huesos presentaban signos de desgaste, lo que sugiere que era de un estatus inferior, posiblemente incluso un esclavo.
La mujer era mayor, pero sus huesos y dientes estaban en buen estado.
“Probablemente se trataba de alguien de la alta sociedad”, dice Hay. “Pudo ser la esposa del dueño de la casa, o quizá una asistente que cuidaba de la esposa; no lo sabemos”.
En una mesa de mármol de la habitación se encontró una gran variedad de objetos (cristalería, jarras de bronce y cerámica) que tal vez se llevaron a la habitación donde la pareja se había escondido con la esperanza de esperar a que pasara la erupción.
Pero lo más interesante son los objetos que empuñaban las víctimas. El hombre joven sostenía unas llaves, mientras que la mujer mayor fue encontrada con monedas de oro y plata y joyas.
Estos se conservan en la bóveda de Pompeya, junto a otros hallazgos de valor incalculable de la ciudad, y tuvimos la oportunidad de verlos con el arqueólogo Alessandro Russo.
Las monedas de oro siguen brillando como si fueran nuevas, y él nos muestra delicados aretes de oro y perlas naturales, collares y piedras semipreciosas con grabados muy elaborados. Eran objetos muy personales, dice.
“Cuando encontramos este tipo de objetos, desaparece la distancia entre la antigüedad y la modernidad”, dice, “y podemos tocar un pequeño trozo de la vida de estas personas que murieron en la erupción”.
Descubrimientos reveladores
Sophie Hay describe el complejo de baños privado como un descubrimiento de los que ocurren una vez cada siglo, y señala que también da luces sobre una faceta oscura de la vida romana.
Justo detrás de la sala caliente hay una sala de calderas. Una tubería traía el agua de la calle, parte de la cual se desviaba a la piscina fría, y el resto se calentaba en una caldera de plomo para la sala caliente. Las válvulas que regulaban el suministro tienen un aspecto tan moderno que parece que aún hoy se pueden abrir y cerrar.
Con una caldera debajo, las condiciones en esta habitación habrían sido insoportablemente calurosas para los esclavos que tenían que mantener todo el sistema en funcionamiento.
“Lo más impactante de estas excavaciones es ese marcado contraste entre la vida de los esclavos y la de los muy, muy ricos. Y aquí la vemos, en la diferencia entre la suntuosa vida de los baños y la de la sala de calderas, donde los esclavos trabajaban todo el día alimentando el fuego”, explica la Dra. Sophie Hay.
“Un muro era lo único que separaba dos mundos distintos”.
La excavación se encuentra en sus últimas semanas, pero siguen surgiendo nuevos descubrimientos de entre las cenizas. El número de visitantes que pueden visitar la excavación es limitado, pero con el tiempo se abrirá totalmente al público.
“Cada día es una sorpresa”, dice la Dra. Anna Onesti, directora de la excavación.
“A veces llego por la mañana pensando que es un día normal de trabajo y descubro que hemos encontrado algo excepcional. Es un momento mágico para la vida de Pompeya, y este trabajo de excavación nos ofrece la posibilidad de compartirlo con el público”.
*Por Rebecca Morelle