“Cuando la gente entra dice que se siente en La Toscana” aseguran las dueñas de este novedoso espacio gastronómico que invita a transportarse a un pueblito de Italia. Un amplio pasillo de piedra conduce a lo que era el patio de una casa. Lo primero que se visualiza es un limonero verde y frondoso; con mesitas alrededor. A mitad de camino aparece la fachada de la Capilla San Lucas cuya imponencia y esplendor deja maravillados a todos y devela un misterio que permaneció oculto durante varios años.
Las responsables de revelar esta joyita oculta son Martina Gasparro y María Zalazar, dos amigas que decidieron emprender y proyectar un espacio gastronómico en su pueblo, San Antonio de Areco. Así surgió Santo Café.
“Nuestra búsqueda iba para el lado de encontrar un lugar donde poder generar infinidad de cosas, desde tomar un café, hasta almorzar, hacer un after o cualquier tipo de eventos” comienza “Martu”, de profesión Licenciada en Recursos Humanos y quien lleva adelante en Areco un emprendimiento de indumentaria. “Soñamos con formar un lindo grupo humano, con valores, y reinventarse. Ambas trabajamos mucho tiempo en el mundo corporativo y estábamos en la búsqueda de un cambio en nuestras vidas” agrega “Meri”, pastelera profesional con experiencia.
Las ganas de generar un espacio de encuentro las llevó golpear puertas e indagar en la búsqueda de un espacio que las conectara con ese deseo. Hasta que llegaron a la locación perfecta: un patio interno con un bar sin inaugurar y una capilla de 12 metros de altura.
El proyecto se puso en marcha. Convocaron a una arquitecta para el diseño del local. Meri se ocupó de definir el concepto gastronómico; Martu fue la responsable de la selección del personal, y sumaron a Santiago, hermano de Martina, para la inversión que implicaba la apertura de un negocio. Durante el avance del proyecto también recibieron la ayuda de sus padres y abuelos. “Armar Santo fue también un encuentro con la solidaridad de los que nos aman”, dicen.
Una locación especial
Leonardo Gaspar “Cacho” Méndez fue un reconocido comerciante de Areco. Tenía una casa de repuestos (desde 1958), que sigue vigente. Vivía a pocas cuadras del local y en los años ‘70 compró una propiedad lindera donde realizó una división horizontal: puso en alquiler la vivienda y se quedó con el patio, en el que habilitó una puerta para tener conexión con su hogar.
“Mi papá siempre estuvo ligado a la Iglesia porque era muy devoto, a tal punto que soñó con tener un lugar propio para orar en la comodidad de su casa” cuenta María Asunción, quien cumplió con el legado familiar. Cacho falleció en 2021 y a la obra que había comenzado en 1980 le faltaban algunos detalles para concluirla. Fue un proceso largo, pues Cacho quiso levantar su obra “ladrillo por ladrillo’, y luego se sumaron algunas piezas rescatadas de una vieja capilla jesuítica rural demolida.
La capilla finalmente se terminó de construir en 2022 de la mano de su hija. “En Areco siempre se veía la cruz de la iglesia dentro de la manzana pero nadie había podido acceder. Creo que eso genero muchas ganas de venir a descubrirla”, dice Martu. “Es re lindo ver la felicidad de la gente cuando entra a Santo Café y descubre la capilla, que es hermosa”, agrega Meri y recalca. “Se la denominó Capilla San Lucas, pero para nosotras siempre fue y será la Capilla de Cacho Méndez”.
La transformación
Tras el fallecimiento de Cacho, su hija decidió darle una nueva vida a la propiedad. La vivienda del frente se convirtió en una casa de hospedaje. Se llama “La Capilla” y la administra Asunción. El garage pasante se transformó en un gran pasillo para conectar con el patio; y el galpón del fondo se demolió y se levantó un bar; y se terminó de edificar la capilla. “Yo quería poner un bar y abrir las puertas de la capilla al público, como una manera de homenajear la obra de papá, y aparecieron las chicas con esta propuesta hermosa”, revela.
El lugar es un oasis en la pequeña ciudad. Un pasillo conduce al patio adoquinado. Un limonero en el centro de la escena, la capilla como estandarte y la cafetería con líneas coloniales y toques modernos. “Frente a tremendo escenario buscamos fue darle un toque canchero, y fue clave la ayuda de Mica, nuestra amiga arquitecta”, dicen las chicas quienes lograron combinar lo moderno de las nuevas cafeterías con lo tradicional que ofrecía visualmente el lugar. “La gente viene y dice sentirse como en un pueblo de Italia”, dice con satisfacción Martu.
Todas las mañanas con la apertura del café, se abren las puertas de la capilla para quien quiera visitarla. El espacio convive con una carta pensada desde lo simple y apta para celíacos. Martu es vegetariana y Meri lleva una alimentación libre de gluten. “Ofrecemos lo que a nosotras nos gusta comer, una cocina simple pero con sabor”, enfatizan las chicas quienes buscaron que la carta reflejara los distintos consumos que puede haber en la línea de una alimentación segura y saludable. “Lo que queremos es que todos puedan comer rico y sano, y que quienes tengan restricciones alimentarias puedan comer algo piola, siempre aclarando que los productos no contienen gluten pero se producen en una cocina que no es apta celíacos” explica Meri, encargada de la cocina.
Hay café de especialidad, y ricas propuestas para acompañar. Un mostrador con opciones de pastelería y tortas que van rotando todas las semanas; la carta se completa con pancakes, bowls de yogur y fruta, croissants (incluso uno vegano), sándwiches, ensaladas, croissants rellenos y pizza. “La carta va a ir rotando, pues vemos en Santo Café una gran oportunidad creativa, porque además somos consumidoras gastronómicas y nos gusta que los lugares a los que vamos nos ofrezcan nuevas opciones, además de los elegidos de siempre”. Los waffles dulces y salados ya son marca registrada, así como el tiramisú de pistacho.
Las tardecitas son mágicas. El sol ilumina la iglesia y el movimiento en el patio indica que llega una nueva ceremonia: hora de disfrutar de un vermú, un cocktail o un vino. En algunas ocasiones, hay eventos especiales. “Abrimos el espacio a músicos, artistas y emprendedores que quieran mostrar sus proyectos y que nuestros clientes tengan siempre una razón más para volver” dice Martu, y agrega: “siempre estamos planeando cositas nuevas para seguir en este camino de disfrutar y compartir, que todo el que venga a este espacio pase un momento de calidad y que lo sienta como un lugar de encuentro”.