El bullying es el acoso escolar (aunque hoy también digital) de un grupo de niños o adolescentes a un par y/o a una minoría. La paridad está dada por ser menores de edad los agresores y las víctimas, mientras que existe una cantidad superadora de integrantes por parte de los violentos. El ataque puede ser físico, verbal y/o simbólico (por ejemplo, a través de exclusiones voluntarias y maliciosas en trabajos, juegos, etc).
En definitiva, nada bueno sale del bullying, más bien todo lo contrario. Por ende, no se lo humoriza ni se lo banaliza. Es violencia y jamás se lo legitima, al contrario, se lo combate. En la escuela construimos ciudadanos, que no deben acostumbrarse a ser violentos ni violentados. Al bullying se lo señala y se lo corrige con prevención, asistencia y compromiso del Estado, la comunidad educativa y la familia.
El bullying provoca graves problemas de salud mental y a veces, hasta el suicidio adolescente. Su tratamiento adecuado es una deuda pendiente de todas las gestiones, más allá del color político. No ha habido Estado presente que se encargue de la prevención (talleres de convivencia escolar y digital en la curricula educativa), asistencia (gabinetes de psicoeducación) y capacitación obligatoria con puntaje para los docentes y autoridades de la escuela.
La lucha contra el bullying debe ser política pública y merece un abordaje integral entre el Estado, la comunidad educativa, las familias y los chicos. Tiene que ser un lugar de encuentro de todos para velar por una sana convivencia escolar y digital, para luego transformarla en una buena convivencia ciudadana. ¿O acaso quien puede estar en contra de dejarles, ofrecerles y marcarles el camino de una sociedad mejor a los chicos? De hecho, el fin de la trayectoria escolar es ese: construir ciudadanía, y tiene que ser de la buena, sin normalizar violentos y violentados.
Desde hace tiempo, ong emblemas de esta lucha como Equipo ABA; Hablemos de Bullying; Si nos reímos, nos reímos todos; Vínculos sin Bullying; el Observatorio de la Convivencia escolar y Comunidad Antibullying Argentina, concientizan contra el bullying desde la sociedad civil con acciones y contenidos concretos para escuelas y familias. Lo hacen en las escuelas, en las redes; con padres, directivos y alumnos, como tiene que ser.
Incluso, se logró constituir la Alianza Antibullying Argentina en el 2022 tras la convocatoria del Observatorio de Familias y Juventudes de la Cámara de Diputados de Nación (la primera porque nadie del Estado –lastimosamente- hasta entonces había abordado el bullying), donde se sumaron las ong mencionadas con el apoyo de celebridades, influencers, profesionales y legisladores de distintos bloques políticos para colaborar en diversas iniciativas.
Así como decimos que es un problema de larga data, lo cierto es que esta violencia se potenció con las nuevas tecnologías, encontrando nuevas modalidades que permiten el anonimato, su práctica 24×24 excediendo la jornada escolar y haciendo aún más difícil su control y detección. Esto claramente obliga a los mayores a estar pendientes de la vida escolar y digital de los chicos, conociendo sus vínculos, preguntando por sus emociones y generando un dialogo franco y sincero.
Esta potenciación tecnológica del bullying, ha sido determinada por los Estados Miembros de la Unesco que, desde hace unos años, establecieron para cada primer jueves de noviembre, el Día Internacional contra el acoso escolar, incluido el ciberacoso.
Este compromiso exhorta a los estados a adoptar medidas, campañas e iniciativas contra la prevención y asistencia de esta violencia. A su vez, sus estadísticas marcan que entre 3 y 4 de cada 10 chicos a lo largo de su trayectoria educativa, sufren bullying. Un panorama cada vez más desolador que sugiere que pensemos más en los niños y adolescentes. Teléfono para el estado, la comunidad educativa y para todos como ciudadanos.