El objetivo del relevamiento era comprender qué otros factores, no tan tenidos en cuenta, pueden estar incidiendo en la trayectoria educativa de los chicos argentinos. Para ello, les consultaron a los padres sobre cómo evalúan la calidad educativa que reciben sus hijos. Casi 9 de cada 10 dijeron que era buena o muy buena. Pero, entre el 10% que dijo que era mala, uno de los factores que más pesó fue que los padres percibían que sus hijos no recibían buenos tratos por parte de los docentes. Encontraron una gran coincidencia entre las dos respuestas, tanto en escuelas públicas como privadas, independientemente del nivel social.

Además, si bien en la mayoría de los hogares, los chicos solicitan ayuda de los padres o hermanos para realizar las tareas que les mandan del colegio, esto se convierte en muchos casos en fuentes de tensiones y peleas, por no contar con los recursos para apoyar ese aprendizaje, realidad que se repite en los distintos contextos sociales, ya que en promedio, solo el 4% de los estudiantes tiene la posibilidad de asistir a un maestro particular o academia para hacer los deberes.

Por eso, se decidió poner foco en aspectos no muy estudiados que podrían explicar tanto el abandono escolar como el bajo rendimiento, además de la poca motivación para el estudio, algo que produce que la escuela, en lugar de ser un espacio de igualación social y un trampolín de ascenso, en cambio termina siendo un ámbito en el que se reproducen y agravan las desigualdades.

Así surge de un trabajo que presentó hoy el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Está naturalizado que pertenecer a una escuela debe ser una parte importante de la rutina de los niños y las niñas como principal ordenador de horarios, metas intelectuales y de socialización. No obstante, lo que siempre está en cuestionamiento es si el rol de la escuela como agente socializador contribuye a la movilidad social o si, por el contrario, resulta en la reproducción social de la distribución del capital cultural y de la estratificación social”, apunta el informe en el arranque.

Esta información surge de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (Edsauca) de 2023, que es multipropósito, se releva anualmente desde 2004 hasta la actualidad en 18 aglomerados urbanos del país, y es representativa de zonas urbanas de 80.000 habitantes o más. Se analizaron las brechas educativas de los niños y adolescentes desde una perspectiva que considerase la opinión de las familias en cuanto a la calidad educativa de la escuela a la que asisten los hijos, el trato docente, y las estrategias con que cuentan en el hogar para hacer el seguimiento de realización de las tareas escolares durante el largo trayecto de primaria y secundaria.

“Las diferencias también pueden ser acentuadas porque hay grupos de niños que cuentan con una ventaja relativa, mientras que otros que corren con desventajas. Un factor sustantivo es contar con una red de apoyo que incentive a los niños y los ayude a comprender los desafíos que presente la escuela hasta que logran la suficiente autonomía como para resolverlos”, dice el informe. “En este sentido, puede pensarse que hay dos tipos de nexos humanos, como son un equipo docente con trato cordial y buena disposición a escucharlos, o contar con ayuda para resolver las tareas, ya sea por parte de una persona de referencia en el ámbito familiar o un maestro particular”, aclara.

En cambio, hay muchos chicos que además de no disponer de una red social que los impulse, se ven condicionados por factores de su contexto, que resultan no ser congruentes con una asistencia regular al sistema escolar tal, señala el trabajo y apunta que comprender estos factores puede ser clave para avanzar en la inclusión educativa, y para entender por qué hay colectivos que no logran permanecer y finalizar el ciclo escolar obligatorio.

El trato de los docentes

En el segundo semestre de 2023, la opinión de los adultos de referencia respecto de la calidad de la educación de los niños y adolescentes fue mayoritariamente positiva. En ese sentido, el 57% de los niños escolarizados pertenecía a hogares en los que los adultos de referencia evaluaban la educación que recibían como “buena” y el 33% como “muy buena”, mientras que el 10% como regular o mala. El déficit de calidad educativa se duplica en los colegios estatales, alcanzando al 11%. Los que dijeron estar más satisfechos fueron los padres de familias de clase media y media alta que envían sus hijos a instituciones privadas (solo el 4% dijo estar insatisfecho). En los sectores con menos recursos, la evaluación fue peor: el 13% evaluó negativamente. “El esfuerzo económico por parte de las familias no se traduce en lo que esperan para el progreso formativo infantil”, señala el trabajo.

“En todos los niveles educativos y en todos los estratos, la manera en que los docentes tratan a los niños desde la perspectiva de los adultos de referencia parece ocupar un lugar muy importante en la evaluación de la calidad educativa”, señala el informe. Justamente, otro indicador evaluado es el déficit en la calidad del trato docente. Desde la perspectiva de los adultos de referencia, quienes van a escuelas donde reciben un trato malo o regular representan el 7%. El resto concurre a escuelas donde los tratan “bien” (59%) y “muy bien” (34%) desde la perspectiva de las familias. Al igual que el déficit en la calidad educativa, esta privación es inferior en los colegios de gestión privada que en los de gestión estatal.

La escuela secundaria puede ser un espacio de contención social y de buen trato hacia los adolescentes como meta para poder retenerlos y lograr la terminalidad educativa

“Además de la familia, el personal docente es quien deben guiar y apoyar el proceso de aprendizaje en el ámbito educativo formal de manera cotidiana. Es decir, que son parte fundamental de su red de apoyo para alcanzar logros educativos. Se observó que en 2023 el 7% de los niños y adolescentes escolarizados de la Argentina urbana recibieron un trato malo o regular por parte de sus maestros”, dice el informe. A su vez, en los tres niveles educativos el déficit en la calidad del trato docente es bastante alto, sobre todo en el estrato socioeconómico intermedio.

“Se advierte que el trato docente se asocia directamente con la calidad educativa. La forma en que los docentes interactúan con los niños y adolescentes es un factor importante que incide en la calidad, además de otros como los contenidos, el nivel académico y la infraestructura. Justamente, más de la mitad de los niños con trato malo o regular presenta déficit en la calidad educativa, siendo esta proporción bastante más elevada en el nivel inicial. Además, el déficit en la calidad educativa se asocia a un peor trato docente prácticamente en la misma proporción para todos los estratos sociales”, dice el informe.

Esto significa que aquellos padres que señalaron un déficit en la calidad educativa, apuntaban sobre todo a un peor trato por parte de los docentes, ya que cuando se cruzan las variables se advierte que la amplia mayoría también refiere además de baja calidad educativa, maltrato por parte de los docentes (85% en nivel inicial, 65% en primaria y 58% en secundaria), y esto no mostró grandes diferencias según los distintos estratos sociales. Se trata, según el documento, de una dimensión con gran peso explicativo en la valoración de la calidad educativa institucional.

“El trato que reciben los chicos en la escuela es un punto muy interesante y muy correlacionado con la calidad educativa y es un punto relevante para pensar la escuela secundaria, cómo la escuela secundaria puede ser un espacio de contención social y de buen trato hacia los adolescentes como meta para poder retenerlos y lograr la terminalidad educativa”, apunta Ianina Tuñón, especialista en Infancia de la UCA, que elaboró el informe.

Tanto en el primario como en el secundario, el porcentaje de niños de familias que refirieron trato docente regular o malo es levemente superior (3 puntos porcentuales) en las escuelas estatales.

¿Tienen ayuda para hacer la tarea?

Otro de los factores que se analizaron es la ayuda para resolver tareas escolares. Según los datos relevados, siete de cada 10 niños y adolescentes recibieron ayuda para resolver tareas, independientemente del tipo de gestión escolar o estrato de pertenencia. No obstante, efectivamente se encontraron diferencias por grupo de edad: 8 de cada 10 niños que asisten a la primaria reciben ayuda de manera habitual para hacer las tareas, mientras que en la secundaria solo la mitad cuenta con ello.

La amplia mayoría de la población infantil escolarizada de ambos niveles recibe ayuda de los padres (88%) y en menor medida de los hermanos (21%), lo cual es transversal al nivel socioeconómico. En cuanto a la ayuda brindada por miembros ajenos a la familia, el trabajo estimó la proporción que concurre a una academia o un profesor particular en cada nivel educativo. En la primaria esa proporción es del 4%, mientras que en la secundaria asciende al 7%.

“Si bien la mayoría de los hogares, los padres son quienes se abocan a ayudar a los chicos en sus tareas, es interesante advertir que los recursos que utilizan los sectores populares están mucho más orientados a los recursos familiares, en el caso de los sectores más altos está muy presente el profesor particular o la academia, mientras que en los sectores más bajos los hermanos, además de los padres, cumplen este rol”, apunta Tuñón.

La dificultad para conseguir una ayuda que adecuada para realizar las tareas es un factor que podría agrandar las diferencias sociales, apunta el documento y sugiere, además de la necesidad de crear espacios para las tareas dentro de los colegios, a contra turno, la posibilidad de evaluar en el futuro la incorporación de herramientas de inteligencia artificial. “Teniendo en cuenta los nuevos desarrollos de la inteligencia artificial, en un futuro próximo cabrá interrogarse acerca de los impactos diferenciales en los resultados educativos infantiles que traerá la asistencia en tareas escolares por parte de esta tecnología y por parte de quienes ayudan con habitualidad a resolver las tareas escolares”, dice el informe.

De todas formas, apunta que un debate pendiente, en el contexto de estos números, es la necesidad o no de llevar tarea para hacer en casa. Para poder realizar la tarea, es clave contar con los resortes adecuados: desde tener ayuda o compañía, hasta contar con un espacio tranquilo, no hacinado para sentarse a estudiar o completar deberes. Solo el 5% recibe ayuda de un profesor particular o una academia. Los alumnos de sectores medio-alto tienen tres veces más chances de contar con ayuda escolar externa.

“Un aspecto íntimamente ligado a la realización de tareas escolares es tener la posibilidad de tener algún tipo de asistencia para resolverlas, ya sea acudiendo a algún centro de apoyo escolar o teniendo un referente de consulta”, dice el trabajo. “Cobra sentido reflexionar acerca de lo que ocurre en torno a ello en los hogares. Por ejemplo, cabría pensar que algunas consecuencias negativas, como las tensiones entre padres e hijos o la falta de tiempo libre y juego, se experimenten de manera diferente según sector socioeconómico”, apunta.