Eduardo Levy Yeyati es chief economic advisor de Adcap Grupo Financiero y su rol lo lleva a dividir su tiempo entre Estados Unidos y Buenos Aires. En diálogo con LA NACION, destaca el compromiso fiscal del Gobierno, ponderado por inversores extranjeros, pero advierte por la dinámica del dólar y el impacto negativo sobre sectores como la industria y el turismo. “Me cuesta ver el gran motorizador del crecimiento del empleo de calidad en la Argentina”, asegura.

-¿Cómo ven al país desde el exterior? ¿Qué miran?

-La visión desde afuera siempre es más epidérmica. Lo más visible en los últimos años es el ajuste fiscal, que se considera exitoso, inesperadamente exitoso, y que se dio fundamentalmente en 2024. Se ve también una convicción por mantener el superávit. Eso sostiene mucho de la imagen positiva que se tiene desde el punto de vista estrictamente macro y financiero. Después, las consideraciones personales sobre los diferentes protagonistas, eso varía muchísimo. Hay gente que compra la agenda cultural de la nueva derecha, que lidera Trump, Musk, algunos referentes en Europa, y Milei de alguna forma se acerca a ese grupo de gente. Es una agenda muy polarizante, pero más alrededor de Trump.

Eduardo Levy Yeyati:

-¿Cómo se logró esa consolidación fiscal?

-Voy a simplificar mucho, pero en el primer semestre el peso principal fue el factor de licuación, porque se aceleró la inflación y los salarios, las pensiones, incluso algunos contratos no fueron ajustados, entonces se diluyó parte del gasto. El mismo gasto social cayó en términos reales en los primeros meses, y después, en el segundo semestre, tomó mucho más importancia la motosierra, el ajuste del gasto, que está centrando fundamentalmente en recortar transferencias a las provincias. Y se recortó dramáticamente la inversión pública en todo sentido. Lo otro que podemos decir del ajuste fiscal es que ese ajuste ya lo tuvimos y nos llevó a este superávit, que el Gobierno ubica en 1,5% del PBI. Ese es un punto de referencia. Ya no hay más ajuste obvio y rápido que eso, hay ajustes más marginales pero no del tamaño y la profundidad que tuviste en 2024. El ajuste también ayudó para controlar la inflación.

-¿Por qué?

-No tanto porque no emitas para pagar el déficit fiscal, sino básicamente porque el ajuste fue contractivo y generó un disciplinamiento de precios que se habían movido muy rápidamente al alza a fines del 23 y que corrigieron a la baja por falta de demanda. Ese factor hoy ya no está contribuyendo a reducir aún más la inflación. Hoy, básicamente estamos en una situación muy parecida a la de muchos otros planes de estabilización argentinos que estuvieron fundamentalmente basados en un ancla cambiaria. El crawling peg es hoy la mayor parte del plan de estabilización.

Eduardo Levy Yeyati:

-¿Y cómo ve el nivel del dólar?

-Es muy difícil establecer el tipo de cambio de equilibrio, y aparte vos tenés niveles de productividad tan variados en la Argentina que para algunos sectores el tipo de cambio es muy conveniente y para otros es muy penoso. Lo importante en términos de las consecuencias del tipo de cambio tiene que ver con cómo lo percibe la gente, independientemente de si está atrasado o no. Si me preguntás qué va a pasar de acá a las elecciones, yo creo que se va a seguir atrasando, porque la cambiaria es la herramienta de contención de la inflación y la inflación es la herramienta política del Gobierno. Entonces, sí, te diría que en la percepción de los mercados y en la percepción de los inversores reales, el tipo de cambio hoy no es el tipo de cambio más atractivo, y esto tiene efectos reales.

-¿Por qué no es atractivo? ¿Qué consecuencias tiene?

-Tiene varias consecuencias. Si tenés un tipo de cambio percibido como más atrasado, te van a subir las importaciones, y vas a importar algunas cosas que antes producías acá. Las empresas argentinas todas están acostumbradas a pasar de producir a importar, depende de dónde está el tipo de cambio, porque nuestros ciclos cambiarios son recurrentes. Vivimos en un loop en el cual el tipo de cambio se va apreciando lentamente o corrige en el medio de una crisis cambiaria. Nunca está en el lugar correcto. Entonces las empresas tienen ya esa gimnasia, y si ven que el tipo de cambio se atrasa y que se va a seguir atrasando van a ir muy probablemente cambiando su mix y van a tener menos producción local. Si a eso le agregás que el Gobierno es aperturista, y lo es, a diferencia de Trump, entonces va a ser más fácil importar parte de esta producción que necesitas domésticamente.

-¿Qué pasa con la producción local?

-Domésticamente lo que vas a tener es, posiblemente, sacando lo que son sectores de commodities, menos exportaciones y el balance comercial se va a deteriorar. Aún más en el sector servicios. Si miras la cuenta de turismo, claramente. la Argentina se vuelve cara en relación a Brasil, vas a tener más turistas yendo a Brasil, menos brasileños viniendo a la Argentina. Ya lo estamos viendo. El superávit de bienes desapareció casi en el último mes y el balance de servicios se deterioró en línea con lo que esperábamos. ¿Puede ser que la Argentina pueda convivir con este tipo de cambio e incluso más apreciado? Todo es posible, pero va a tener un impacto en la producción y probablemente en el empleo.

Eduardo Levy Yeyati:

-Otros ciclos de apreciación terminaron mal. ¿Por qué esta vez sería diferente?

-Es una buena pregunta. Por qué sería diferente, tengo una respuesta, si va a ser diferente, lo podemos ver. Hay cambios, claramente. Es la primera vez que entramos en esta segunda etapa de un plan de estabilización basado en el tipo de cambio con superávit primario sólido, y aparte la gente cree que lo vas a tener, porque el Gobierno es creíblemente fiscalista. Eso es bueno. Tuviste un impulso a las exportaciones porque se sumó un sector que, si bien estaba activo antes, está creciendo de manera muy rápida y este año va dar un aumento de las exportaciones de energía, con lo cual tenés más dólares. Son dos novedades. La pregunta relevante sería hasta qué punto el superávit fiscal y el aumento estructural de tus exportaciones cambiarían el destino que ha sido en el pasado el destino de un ajuste abrupto. Hay una tercera cuestión que hay que plantear, y es que el Gobierno, posiblemente en octubre, esté en condiciones de normalizar el sector externo sin un impacto gravísimo en la inflación. No hay forma de medirlo, pero personalmente pienso que el traslado a precios de una devaluación hoy es menor que el que tuviste en 2014 con Kicillof, o en 2023 con la devaluación de Massa. Hoy hay un programa, es una situación de estabilidad, con superávit fiscal, convicciones que no tenías antes, y podrías tranquilamente salir. Ahora, en la práctica, porque eso no es normativo, lo que pensamos que puede pasar puede ser distinto, porque a los gobiernos argentinos les cuesta corregir los desbalances cambiarios antes de que sea demasiado tarde. Entonces, la segunda pregunta relevante es: ¿va a corregir el Gobierno o va a dejar que esto llegue a un punto donde se corrija de manera más traumática a través de un proceso de estrés financiero?

-¿Y cuál es su percepción?

-Creo que el equipo económico ve que hay un problema a corregir, y que tiene sentido que esa decisión se pase para después de las elecciones porque para el Gobierno es fundamental ahora políticamente acumular más poder en el Congreso. Si vos hoy flexibilizaras el tipo de cambio, corrés el riesgo de una corrección cambiaria que genere uno, dos o tres meses de inflación un poco más alta y eso políticamente no parecería ser el plan. ¿Qué van a hacer después de octubre? Depende del diálogo entre el equipo económico, que creo que apunta a una normalización, y lo que sean los planes del Presidente, que finalmente toma esa decisión. Dicho de otra manera: si queremos ir hacia una economía del estilo de Perú, que tiene una política monetaria, un banco central y una política de potenciación de su moneda en los últimos 20 años, o si queremos ir a la dolarización.

-¿Sigue vigente esa idea?

-Eso hay que preguntárselo al Presidente, pero creo que él no solo no lo descarta, sino que sigue creyendo que ese es el punto de llegada.

-¿Qué impacto tiene este esquema en el empleo?

-Siempre vale la pena aclarar de dónde venimos. Tenemos un proceso de precarización laboral de hace más de una década. Entonces, si yo te digo que pienso que el trabajo se va a precarizar, no querría que eso sea interpretado como que “Veníamos bien y ahora por las políticas de gobierno…”. Si tomas la fuerza de trabajo privada, el anteaño pasado estaba dividida en tres tercios: trabajos registrados en blanco un tercio, asalarios en negro un poco menos de un tercio y los independientes, otro tercio. Es decir, buenos trabajos en el sentido que se lo considera en los países de la OCDE, era un tercio. Y después empleo público, que ahora está raleando. Hace 10 años tenías 35% de trabajo bueno, ahora tenemos 30. Y el ajuste y la nueva configuración productiva no tendería a mejorar esa situación.

-¿Por qué?

-Porque muchos de esos trabajos están en sectores que están hoy jaqueados por la nueva configuración económica. Podemos pensar en el textil, que igual es un sector protegido muy controversial, o en el sector automotriz. Esa gente debería ser reconvertida, pero es muy difícil hacerlo, y finalmente termina o yéndose a la casa, o trabajando en puestos más precarios, con menor salario. Va a haber un desplazamiento y cada vez que la gente que tiene que moverse de un sector a otro, pierde algo. Ahí deberíamos tener seguramente políticas laborales que ayudaran a estas personas, pero el Gobierno es laissez-fairista, tiende a reducir las políticas públicas, por lo menos las nacionales, a su mínima expresión, y no vemos un énfasis en la formación laboral, en la reconversión. Entonces, si me preguntás, al mercado laboral lo veo jaqueado. Viene mal, ya estaba frágil y deteriorado, y eso tiene impacto, porque si vos tenés las mismas personas trabajando en peores trabajos de menor productividad, creces menos.

-Mencionó el tema industria. ¿Qué pasa en servicios?

-Yo soy muy fan del sector turismo, porque genera actividad, empleo y dólares. Es el único sector que cumple los tres objetivos básicos de la política productiva. Y si tenés un tipo de cambio rezagado y un balance de turismo deteriorándose, eso desde el punto de vista de la economía real implica menos empleo, menos dólares, menos actividad y un impacto regional, porque el turismo es muy federal. La Argentina podría crecer mucho más en turismo, pero esta configuración, sobre todo la cuestión cambiaria, le juega en contra. Así como le juega a favor que tengas mejores vías aerocomerciales y que desregules el mercado aerocomercial y de transporte terrestre, digamos todo. Pero me cuesta ver el gran motorizador del crecimiento del empleo de calidad en la Argentina.