El camino al Oscar parece diseñado y escrito por algún guionista de Hollywood experto en tramas de suspenso y vueltas de tuerca inesperadas hasta el último minuto, una fórmula que funciona todavía mejor en temporadas como la actual, sin favoritos a la vista y con la definición en varias de las categorías principales completamente abierta.
Hay un primer factor que alienta toda esta incertidumbre. Llegamos a la ceremonia del domingo 2 de marzo pendientes de un resultado resuelto por completo con bastante anticipación. En el Oscar, el futuro ya fue escrito. Para los 9945 votantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos (para todos, la Academia de Hollywood) la elección de los ganadores concluyó el martes 18 de febrero. Una semana atrás, el martes 11, se habían abierto las urnas virtuales. Tuvieron siete días para pronunciarse.
A partir de ese momento, el escrutinio queda en manos de los auditores de Price Waterhouse, la firma encargada de controlar y certificar los resultados como viene ocurriendo en toda la historia reciente del Oscar, incluyendo el papelón de 2017, cuando Warren Beatty y Faye Dunaway dieron por error a La La Land como ganadora cuando en realidad el premio correspondió a Moonlight, luz de luna.
En el recuento de los votos y el anuncio de los ganadores, guardado bajo siete llaves hasta la ceremonia del domingo, se apoya el gran misterio del Oscar. Y sobre todo la gran incógnita que se develará en el instante final y en la que entra a tallar el segundo factor pensado para que el suspenso se mantenga a lo largo de todo el show: el sistema de votación fijado por la Academia para elegir a la mejor película.
La clave: mejor película
En 22 de las 23 categorías, el ganador surge de la suma simple de los sufragios. El que tiene más votos directamente se lleva la estatuilla. El Oscar a la mejor película es la excepción a esta regla general, porque en esta categoría, la más importante de todas, rige un sistema de voto preferencial.
Este procedimiento, a diferencia de la mayoría simple, se aplica para que cada uno de los sufragios sea tenido en cuenta a la hora de elegir al ganador. Casi nunca en el caso del voto preferencial, como veremos, hay un veredicto inmediato. El juego se reparte y el resultado se demora para que resulte consagrado un ganador a partir del mayor consenso posible.
El sistema preferencial favorece ese criterio sin necesidad de pedirle a los miembros de la Academia que voten más de una vez. Alcanza con una sola, aunque las cosas empiezan a complicarse inmediatamente después del sufragio. Explicar el mecanismo por el cual surgirá en algún momento el ganador también es bastante arduo.
El requisito fundamental, en el caso del Oscar a la mejor película, es alcanzar el 50 por ciento más uno del total de los 9945 votos. Cualquiera de las 10 nominadas que llegue a esa cifra se convertirá inmediatamente en la ganadora del Oscar a la mejor película. Pero algo así resulta imposible de lograr en un primer intento teniendo por un lado diez candidatas al premio y por el otro un padrón de casi 10.000 personas. ¿5000 votos de entrada para una sola película entre diez? Utópico.
Para elegir a la mejor película, la Academia le pide a cada votante que al pronunciarse establezca en su respectiva boleta un orden de mérito para las diez candidatas a mejor película. Así, la película considerada como la mejor se anota en una lista con el número 1 y el resto irá incorporándose en orden decreciente según ese mismo criterio de valor. La menos valorada de todas quedará en el final de la lista, con el número 10.
El siguiente paso es separar las 9945 boletas en diez pilas, cada una con el nombre de las diez películas nominadas. En esas pilas se colocarán todos los votos que cada película recibe con el número 1. Tomando como hipotética referencia lo que adelanta la mayoría de los expertos, Anora y Cónclave deberían tener las pilas más altas, con la mayor cantidad de votos en el número 1 de ese orden de mérito, porque son consideradas en los pronósticos las candidatas con más chances de ganar. Con el mismo criterio, la pila en el caso de Los chicos de la Nickel (Nickel Boys) debería ser la más pequeña.
Descartar esta última pila es lo que sigue. Vale recordar que a esa altura sigue siendo altamente improbable que alguna película obtenga por sí sola el 50 por ciento más uno exigido para adjudicarse el triunfo. Podríamos suponer que en ese momento Cónclave llega al 35 por ciento de votos en el número 1, Anora alcanza el 30, El brutalista el 22 y así sucesivamente. Debajo de todo quedaría en esta simulación Nickel Boys con el 6 por ciento.
En ese momento, Nickel Boys queda automáticamente fuera de la competencia. Pero los sufragios de quienes votaron por ella en el número 1 no quedan descartados. Por el contrario, siguen teniendo valor para el siguiente conteo y de allí al final, como todos los demás. Gracias al sistema preferencial, ninguno de los casi 10.000 votos se descarta hasta que se llega al veredicto definitivo.
Redistribución
Lo que se hace es redistribuir los votos armando diez nuevas pilas. En la segunda votación, los sufragios de quien había puesto en el numero 1 a Nickel Boys (película ya eliminada) son tenidos en cuenta tomando como referencia a la película ubicada en el número 2 de la lista, que pasa automáticamente a encabezarla. La votación toma a partir de ese momento otro color.
El mismo procedimiento se repite una y otra vez mientras se van eliminando de manera consecutiva cada una de las películas que acumulan la menor cantidad de votos con el número 1. Hasta que llega el momento en que algunos de los títulos que permanece en competencia logra superar por fin el 50 por ciento más uno del total. Lo llamativo es que en cada ronda de votación se van descartando títulos, pero no votos. Cada uno de los 9945 sufragios tiene valor hasta el final. Lo único que cambia es el lugar que ocupa cada película en la boleta, cuyo valor perdura hasta el final.
Allí es donde aparece el sentido último del voto preferencial. Está pensado para consagrar como ganadora a la película que obtenga más consenso y menos divisiones. Puede ocurrir que una de las candidatas sume en una primera instancia más votos en el número 1 de la lista, pero a la vez divida aguas entre quienes la defienden y la cuestionan con la misma intensidad, y por lo tanto reciba muchos votos en los puestos más bajos. El ejemplo más visible entre las nominadas a mejor película de este año es Emilia Pérez, amada u odiada sin términos medios.
En cambio, las películas que acumulan en el primer conteo mayor cantidad de votos en los puestos 2, 3 o 4 de la lista consiguen gracias a este sistema la posibilidad de ascender al primer lugar luego de los sucesivos descartes y eliminaciones. Lo habitual es que alguna de ellas termine consagrada con el Oscar.
De esto se habla este año alrededor de nominadas como Anora, Cónclave, Un perfecto desconocido y Wicked. A todas ellas les tocó ganar y perder a lo largo de la temporada de premios, pero al mismo tiempo supieron escapar a cualquier riesgo de polarización y presentarse ante los académicos como opciones de consenso, aceptadas por la mayoría.
Por eso Cónclave y Anora hoy son los títulos que en casi todos los pronósticos de los expertos tienen las mayores probabilidades de ganar el Oscar a la mejor película este año. Tuvieron menos nominaciones (ocho y seis, respectivamente) que las 13 de Emilia Pérez, pero transmiten un escenario de acuerdo y convergencia dentro de la comunidad audiovisual que la película de Jacques Audiard no tiene, mucho menos después del escándalo que tuvo como protagonista a su actriz principal, Karla Sofia Gascón, que reapareció después de un largo silencio público en la ceremonia de entrega de los César (los Oscar del cine francés) realizada este viernes en París.
Un dato a tener muy en cuenta es que el premio como mejor película del año del Producers Guild of America (PGA, la asociación que nuclea a los productores de Hollywood), que este año ganó Anora, se votó aplicando el mismo sistema preferencial utilizado para el Oscar. Este reconocimiento, a la vez, se conoció pocos días antes de que la Academia de Hollywood abriera la semana de su votación definitiva y es visto como uno de los predictores más certeros de lo que ocurrirá el próximo domingo.
Los últimos cuatro ganadores del Oscar a la mejor película obtuvieron con anterioridad un premio equivalente por parte del PGA. Y más importante todavía es que CODA (en 2021) y Green Book (en 2017) hicieron ese mismo camino presentándose dentro de la temporada de premios con el mismo espíritu de consenso que hoy tienen Anora y Cónclave.
Por todo esto, aunque la decisión haya sido tomada y el veredicto ya no pueda alterarse, sobran razones para encontrarnos este domingo por la noche con el Oscar más parecido de los últimos años a una película de suspenso, que hasta podría regalarnos en el final alguna vuelta de tuerca inesperada.