Hansi Flick es un hombre serio. Como entrenador, saca una sonrisa en aquellos que disfrutan de su obra. El alemán, de 59 años, múltiple campeón en Bayern Munich y una víctima más de los últimos oscuros años en la selección de Alemania, es el director de la orquesta de Barcelona, un equipo que llena los ojos. Juega el fútbol que le gusta a la gente, con el sello germano. Poesía con cerrojos imperceptibles.
Logra el milagro, en tres meses y monedas de temporada: que definitivamente, ya nadie hable de Lionel Messi en la ciudad condal. Y si lo hacen (Leo es sinónimo de La Masía, de los históricos valores catalanes, seguramente aún más que Johan Cruyff), es en voz baja. Logra otro milagro: entre la Liga de España y la Champions League, en 16 partidos jugados, alcanza los 14 triunfos, sin empates (toda una declaración) y apenas dos derrotas.
Goles a favor, 55. Tantos en contra, 16. Con una brutal diferencia de +39. Nadie juega mejor en Europa en este momento que el El Barça de Flick. De acuerdo a Opta, una compañía dedicada a los datos futboleros duros, los 55 goles representan el mejor registro en la historia del club en los primeros 16 partidos de una temporada y supera los 54 goles anotados en la temporada 1950-1951, en la que ganó la Copa del Generalísimo y quedó cuarto en La Liga.
55 – El @FCBarcelona_es ha anotado 55 goles en sus primeros 16 partidos de una temporada en todas las competiciones por primera vez en su historia (supera los 54 anotados en la 1950/51 con Ferdinand Daucik). Rodillo. 🌀 pic.twitter.com/Z3EAX6DWE5
— OptaJose (@OptaJose) November 6, 2024
Además, Barcelona atesora el récord de mayor cantidad de goles en una temporada para un club español: los 190 tantos que rubricó en la mágica 2011-2012 bajo la batuta de Pep Guardiola y con Lionel Messi (73 goles) como bandera. Esos 190 goles fueron convertidos en 64 encuentros oficiales, a un promedio de 2,96 tantos por juego. El promedio actual es de 3,43 goles por partido. Claro está: esto recién empieza.
En las cinco grandes ligas del fútbol europeo ningún equipo lleva el aura de este Barça: los otros conjuntos con una cantidad de goles relativamente cercana entre el torneo doméstico y la Champions o la Europa League son el PSV, con 44 goles (y un partido menos) y el Bayern Munich, con 43 tantos (tres cotejos menos).
Algo había anticipado el hombre nacido en Heidelberg días después de su presentación. Una rúbrica de principios. Que incluyeron al genio rosarino, desde ya. “Estoy seguro de que podremos hacer un trabajo que pondrá otra vez a Barcelona en la cima, como antes. Sé que ya no tenemos a Messi. Tampoco a Neymar, Suárez y otros jugadores de esa época. Pero tenemos a jugadores nuevos, una flamante generación, que es capaz de alcanzarlos en la cima y hacerlo ahora, en esta actualidad. Messi era el arma más grande que tenía Barcelona, pero hoy tenemos varios jugadores jóvenes, que están preparados para revolucionar el fútbol. Vamos a elevar el estándar de Barcelona”, sostuvo.
Debió esconder aquella carta mostrada en la antesala del contracultural 2-8, cuando su Bayern abofeteó al último Barcelona de Leo, con Lewandowski del otro lado del mostrador. “Messi ha sido el mejor futbolista del mundo los últimos años, un jugador excepcional. No sé si volveremos a ver un jugador como él otra vez”, había dicho. Ahora, con Lamine Yamal convertido en su heredero, nunca se sabe.
Líder de la liga, con 33 puntos, 9 más que Real Madrid (con un partido menos), a quien le convirtió cuatro en el Santiago Bernabéu de los 40 que lleva recolectados en 12 partidos. Casi el doble que su inmenso rival, con 21. Siete triunfos en serie, con 29 gritos dentro de esa nómina, que incluyen, además del asalto a la Casa Blanca, 4 a Bayern Münich, 5 a Sevilla y la reciente nueva “manito”: el 5-2 sobre Estrella Roja, en el infierno serbio. Un logro que el club no alcanzaba desde 2017, con Leo sobre el terreno. Ese año, el rosarino alcanzó los 54 gritos. Pero lo que hace esta serie más notable, es que esta es la primera vez en 64 años que un Barcelona sin Messi logra una racha goleadora tan prolífica. Y bajo la dirección del legendario entrenador Helenio Herrera.
Valen los datos de su último encuentro: 70 por ciento de posesión, 21 remates y 7 córners.
5 al Young Boys
3 en Vitoria
5 al Sevilla
4 al Bayern
4 en el Bernabéu
3 al Espanyol
5 en Belgrado1⃣ El Barcelona no enlazaba 7 partidos oficiales consecutivos marcando 3+ goles desde mayo de 2017.
2⃣ Un Barcelona SIN MESSI no enlazaba 7 partidos oficiales consecutivos… pic.twitter.com/erk64nftTq
— MisterChip (Alexis) (@2010MisterChip) November 6, 2024
Robert Lewandowski, a los 36, parece de 18. El es el goleador de la liga, con 14 (dos de penal). Seguido con 7 por Raphinha, que se parece al explosivo extremo en tiempos de Marcelo Bielsa en Leeds. El brasileño jugó en Inglaterra entre 2020 y 2022, años en los que convivió con el Loco. “Todo lo que soy, se lo debo a él”, llegó a decir. Los dos, con 5, también lideran la nómina de la Champions, acompañados por el reconocible Harry Kane y el asombroso Viktor Gyökeres. Un inglés, un sueco.
Pero lo que cuenta es el piberío. Lamine Yamal, de 17, y Pedri, de 21. El primero, ganador del Balón de Oro a la juventud, es de lo mejor del mercado. El segundo, si también gambetea a las lesiones, es cosa seria. Hay otros, como Marc Casadó, de 21 o Pau Cubarsí, un mariscal del área, de sorprendentes 17. Herido durante la batalla serbia por una patada en el rostro y 10 puntos de sutura. De todos modos, salió con una sonrisa…
Dani Olmo vuelve de una lesión. Y están Gavi (20), Fermín Torres (21) y la hipótesis que algún día Ansu Fati (22), vuelva a brillar. ¿Se ganan partidos solamente o también campeonatos con un ejércitos de cracks nacidos largos años después del 2000?. Para los especialistas, Lewandowski, Raphinha y el pibe de oro de la “Capital 304″, representan el mejor tridente mundial.
El capitán es Frenkie de Jong, heredero de los últimos cinco años, traumáticos y con “apenas” tres vueltas olímpicas. Una pieza cerebral en el concierto de destrezas de un 4-2-3-1 coral, que suele llevar los ojos del mediocampo hacia adelante. Algo maravilloso siempre ocurre. Flick prefiere el agua sin gas a la cerveza espumante. “El equipo está muy bien. Tenemos un buen rendimiento, queremos ganar. Están jugando muy bien, estoy disfrutando con el equipo. Hay resultados… sí, lo estoy disfrutando”, asume. Y aclara algo central de su obra. “Lo que no me gusta es correr para atrás en algunas situaciones. Pero es como nosotros queremos jugar. Queremos estar unidos, compactos. La última línea debe tener mucho cuidado”, arriesga. Jugarle mano a mano a este Barcelona puede ser una locura. Sin embargo, hay grietas defensivas.
Pedri, con destellos de crack y otra vez lanzado en la ruta, describe parte de la intimidad del plantel. Apunta al entrenador, pero su voz va más allá. “Es un tío muy cercano, a veces tengo problemas con el idioma. Es verdad que tenemos un traductor y todas las charlas nos las traducen, pero es muy cercano. Tiene las ideas muy claras y como alemán es recto, sobre todo para el tiempo, los horarios. Pero bueno, yo pensaba que era mucho más serio de lo que día a día, es. Sobre todo se preocupa por el que no juega, habla con él para que esté bien y me sorprendió para bien. Nos hace disfrutar en el campo”, advierte.
Barcelona recuperó su esencia. La magia de disfrutar el camino.