“Acaba de caer otro en Barcelona”, anuncia Rocío, la jefa del Grupo I de Localización de Fugitivos, tras revisar un mensaje que le ha llegado a su móvil. “Es el típico que sabe moverse sin ser detectado y no dejar rastro. Era buscado solo por su país, a diferencia de los serbios”. La agente se refiere al jefe de una de las organizaciones más violentas de los Balcanes, Nikola Vušović, y su mano derecha, Nikola Filipovic, quienes, tras años de investigación, también fueron arrestados en la Ciudad Condal el pasado octubre, acusados de asesinato y tráfico de armas en distintas partes de Europa. “Esos sí que eran profesionales, sabían las medidas que tenían que tomar y dónde esconderse”. Justamente, el perfil que más atrae a la responsable de atrapar a los miembros del crimen organizado europeo que osan ocultarse en España. “Ellos no están solos, tienen una red de apoyo logístico desde diferentes lugares. Cuando se los detiene, me resulta especialmente satisfactorio porque implican una dificultad, son un reto”.
Con el nuevo detenido en la capital catalana, ya son 62 los prófugos capturados en lo que va de año por el equipo de la Policía Nacional liderado por el inspector jefe Fernando González. De seguir con este ritmo, los 21 hombres y mujeres bajo su mando podrían superar las 460 detenciones realizadas en 2024, el récord de capturas desde que González se puso al frente de la Sección. Estas cifras han llevado al propio director general de la Policía, Francisco Pardo Piqueras, a señalarlos como uno de los mejores grupos de Localización de Fugitivos del viejo continente. “En cuanto a estadísticas, somos los más efectivos”, infla pecho González. A lo largo de un año, afirma, España recibe hasta 4.000 peticiones de colaboración por parte de policías de otros países, que sospechan que sus criminales pueden hallarse en territorio español. “Eso no quiere decir que haya 4.000 fugitivos aquí, pero, ante la duda, nos piden hacer unas primeras comprobaciones”. Y ahí es cuando comienza la caza.
No hay dos prófugos iguales, ninguna característica común ni ningún patrón que sigan los delincuentes que procuran no ser descubiertos por la policía. Todos son diferentes. “Siempre nos basamos en los indicios, en la información previa de la que dispongan los grupos que han investigado el delito que da origen a la causa”, detalla el inspector jefe. “Si ellos sabían que (el fugitivo) forma parte de una organización criminal asentada en Málaga, podemos empezar a buscar por allá; o si tiene un familiar en Madrid… Y si no hay nada de nada, pues esperar. A lo mejor algún día aparece o alguien le reconoce”. La paciencia del cazador.
“A veces hay que ser más creativos”, sostiene Darío, el jefe del Grupo II, dedicado a rastrear tanto a los prófugos latinoamericanos que se creen ocultos en España como a los reclamados por la justicia española, ya sea con paradero dentro o fuera de las fronteras nacionales. El investigador revela algunos de sus trucos: “Te tienes que inventar tus coberturas y puedes ser quien tú quieras ser. Por ejemplo, una persona que busca casa en esa urbanización y se está informando de cómo es el vecindario. Quieres preguntar por la casa del fugitivo para ver qué tal, pero no preguntas directamente por ella, para no levantar la liebre, sino por todas las que hay en esa manzana”. “Abres líneas de investigación en función del perfil de la persona, si tiene vicios, si juega…”, detalla.
“Tenemos fotos de gente nuestra haciendo vigilancias en casetas de perro”, asegura al respecto González. “El tema es buscar, y como no hay un manual, puedes utilizar medios técnicos, disfraces o tus habilidades sociales y personales con la gente”. No en pocas ocasiones, los grandes éxitos de la Sección responden a pálpitos de sus agentes. “Al ir investigando, vas sacando de a poco las piezas del puzle y, conforme a la experiencia, muchas veces tiras de apuestas: ‘Estoy seguro de que va a estar allí’. Y ahí ya se desplaza la gente, que echa horas en las maravillosas tronchas policiales. Si se confirma, bien; y si no, se pasa a otra línea de investigación”, explica el líder del equipo.
Un trabajo “divertido” con disponibilidad 24/7
Dar con un prófugo de la ley no es trabajo de ocho horas. “Yo no desconecto”, afirma Rocío, quien en su casa sigue pensando en los siete delincuentes a los que ahora mismo está siguiendo la pista el grupo que lidera. “A veces estás viendo la tele y te encuentras pensando ‘¡hostia!, igual le podríamos entrar así’ o ‘quizás podemos hacer esto’. La cabeza no descansa, pero porque al final te gusta”, reconoce Darío. “Es un trabajo divertido, aunque estés investigando cosas feas”, le da la razón su compañera. “También es reconfortante”, añade el jefe de ambos. “Recuerdo un par de casos en los que habían pasado tantos años que las víctimas pensaban que ya nadie estaba haciéndose cargo del caso y cuando, de repente, se enteran de la detención te llaman para agradecértelo”.
Lo de la plena disponibilidad de los agentes españoles no es ningún postureo, tal como lo reconocen el resto de fuerzas policiales europeas. “Cuando trabajamos en Europa, todos se quedan sorprendidos por la capacidad de reacción que tenemos en España, sobre todo en cuanto a recibir la información y estar dispuestos a ponernos en marcha”, destaca González. “Yo tiro con el teléfono personal 24/7«, comenta Darío.
Con el compromiso exhibido por la policía española, no es de extrañar que el equipo de González pueda presumir de las cifras de capturas ya mencionadas. “Somos efectivos porque hacemos las cosas bien, pero también porque tenemos mucho trabajo”, sostiene el jefe de la Sección, cuya teoría es que los fugitivos, al igual que millones de turistas de todo el mundo, son atraídos por las bondades y el estilo de vida que ofrece España. “Pudiendo elegir, ¿quién va a esconderse a Islandia?”, se pregunta. De todos modos, tiene claro que este no es país para fugitivos. “Con nuestro número de detenciones, no sé por qué siguen viniendo. Tarde o temprano terminarás cayendo”.