Es sabido que vivimos en tiempos ajetreados: la vorágine de las grandes ciudades, el estrés que genera un paradigma laboral en constante transformación y la aceleración del mundo actual pueden llevarnos a perder de vista el hecho de que como seres humanos sentimos, pensamos y actuamos en consecuencia y nos movemos en campos de información multidimensionales.

Durante siglos, la humanidad ha vivido como si estuviera limitada a un espacio reducido en tiempo y posibilidades, una “caja chica” que no refleja la realidad de nuestra existencia. Hoy, gracias a avances científicos y al aporte de grandes pensadores, podemos empezar a expandir nuestra percepción. El físico estadounidense David Bohm, ganador de un Nobel, nos urgió en un discurso a informarnos colectivamente para salir de la ignorancia y asumir nuestra capacidad y responsabilidad en el mundo que creamos diariamente.

La ciencia ha demostrado en las últimas décadas que los pensamientos no son inofensivos ni gratuitos. Cada idea genera una vibración que impacta el campo de información en el que nos movemos, un espacio multidimensional donde lo invisible tiene un peso real que luego se manifiesta como materia. Este concepto, que Jean Pierre Garnier Malet –físico francés y Doctor en mecánica de fluidos– explicó en 1988 como el “mundo manifestado” y el “mundo no manifestado” resuena con enseñanzas de culturas milenarias y abre nuevas posibilidades para la creatividad humana.

Entendiendo que nuestros pensamientos tienen un impacto directo en la realidad y nuestra manera de vivirla, podemos organizarlos en dos tipos diferentes. Por un lado están los pensamientos limitantes o malevolentes, que son aquellos que destruyen, depredan y nos alejan de la cooperación. Estos pensamientos alimentan el miedo, la victimización y la sensación de impotencia. Por el otro, están los pensamientos benevolentes o de alta navegabilidad. Estos se alinean con la idea de que lo que nos beneficia individualmente también debe beneficiar al medio que nos rodea. Los pensamientos benevolentes generan responsabilidad, empatía y una conexión profunda con la humanidad como un todo.

Esta es la fruta que contiene más vitamina D

Adoptar una mentalidad benevolente es fundamental para generar una realidad más armónica para nosotros mismos y para el todo. Si cada individuo cultiva su mente en esta frecuencia, incluso los pensamientos negativos de las mentes más destructivas pueden perder impacto en la realidad.

A partir de esta teoría comprobada científicamente, la activista cuántica y conferencista argentina Gabriela Piccoli propone un trabajo concreto para resignificar la manera de recrear nuestra realidad. Tradicionalmente, la creatividad fue asociada a los grandes genios, artistas o inventores. Sin embargo, la creatividad no se limita a la producción de obras maestras, sino que se puede convertir en una herramienta para impulsar, justamente, la creación de la realidad que cada uno quiere habitar.

La creatividad auténtica emerge cuando gestionamos nuestro campo de pensamientos con intencionalidad, y de esta forma creamos y manifestamos nuestra mejor versión, comenta Gabriela. En sus talleres, presentados en el programa de bienestar y conciencia Shamanic and Healing, trabaja hackeando la mente, es decir, enseñando a crear desde un lugar consciente y responsable, comprendiendo cómo nuestras ideas y pensamientos impactan concretamente en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean.

El autoconocimiento y la autenticidad son claves para hackear la mente

Para asumir nuestra multidimensionalidad y vivir en el mundo de las ideas con responsabilidad, necesitamos armarnos de diferentes herramientas. Algunas de las que propone Piccoli son:

  • Crear “espacios vacíos” en el día, con una breve meditación o espacio de silencio de cinco minutos para resetear la mente. Poner la mente en blanco.
  • Practicar la autoaceptación consciente haciendo una pausa cada vez que surjan comparaciones con otros individuos.
  • Escucharnos activamente a nosotros mismos y a nuestras necesidades para cultivar la conexión interior. El autoconocimiento y la autenticidad son claves.

El mensaje que nos dejaron pensadores como Bohm y Garnier Malet es claro: la humanidad debe salir de la ignorancia y asumir su rol activo como creadora de la realidad. Esto no solo nos beneficia como individuos, sino que impacta en los campos de pensamiento e información de la sociedad, transformando países y comunidades enteras.

Es un momento clave en la historia para responsabilizarnos por la calidad de nuestros pensamientos, y comprometernos a subir a la red de información que nos conecta a todos solo pensamientos benevolentes y creativos, basados en la conciencia, la empatía, la colaboración y la innovación.