Los techos de junco, caña u otras fibras naturales, tradicionales en regiones costeras y tropicales, trascendieron su origen humilde para convertirse en una opción valorada en el diseño contemporáneo.

No solo evocan la frescura y tranquilidad de un entorno playero, sino que también aportan beneficios funcionales: su capacidad de aislamiento térmico convierte a las casas que los emplean en espacios frescos y confortables. Para inspirarte a incorporarlos a tu próximo proyecto, seleccionamos cinco hogares en los que son protagonistas.

Tradición uruguaya

Living comedor ecléctico con techo de paja a cuatro aguas en una casa en La Candelaria, Uruguay.

En la costa de Uruguay, los techos de paja forman parte de una tradición constructiva y reflejan una herencia cultural ligada a las prácticas simples y autosuficientes de las comunidades costeras. Confeccionados generalmente con paja de gramíneas locales como el junco o la totora, se han utilizado durante generaciones en balnearios icónicos como Punta del Diablo o Cabo Polonio.

Ellos sobresalen en esta casa proyectada por el arquitecto argentino residente en Uruguay Francisco Fracchia, de F+U Arquitectos, y ambientada por Mercedes Ocampo y Pía Giménez, del estudio Oda Nueve.

En el dormitorio principal, el color natural de las fibras contrasta con el blanco etéreo elegido para las paredes y las cortinas.

Aunque originalmente fueron una opción económica, su atractivo atemporal ha llevado a que hoy sean también parte de construcciones turísticas y residenciales de alta gama, manteniendo vivo el espíritu de las tradiciones costeras.

Para el deck de la galería se optó por un cielo raso de caña.

Espíritu surfer

Esta casa, de una fotógrafa argentina que veranea en el balneario uruguayo La Pedrera desde hace 30 años, fue parte de un emprendimiento pionero en La zona. Comprende 31 construcciones inspiradas en las locales, con techo a cuatro aguas. Se ubica en una loma con un jardín rebosante de hortensias y una intimidad envidiable.

El techo de paja pintado de blanco y los tirantes de tronco rústicos acompañan el espíritu surfer del lugar.

La vivienda fue proyectada y construida por el estudio Lacroze Miguens Prati como parte del complejo desarrollado por el estudio frente a la Playa del Barco, uno de los puntos más populares para los surfistas.

Para la galería se optó por un cielo raso de caña que actúa como aislante térmico del techo de chapa.

Trama horizontal

En esta casa a orillas de la inmensa laguna Langebaan (Churchhaven, West Coast National Park, Sudáfrica), la inspiración para la decoración surgió del agua y la arena. La dueña de casa logró una impecable ambientación marinera con estampados a rayas y la cantidad justa de muebles vintage.

Aquí, el techo de caña se trabajó en una trama minimalista, con las varas en horizontal atravesadas por tirantes blancos que agregan un corte limpio a la rusticidad.

Dándole un marco perfecto a muebles de todas las edades, los pisos del living-comedor con cocina integrada se hicieron usando cemento alisado, al que se le agregó el brillo de la arena de la playa vecina.

Para el parasol exterior se usaron varas de madera rústicas cuya irregularidad genera un leve juego de luces sobre el deck.

Vista del exterior de la casa. La larga mesa está rodeada por sillas plegables de hierro y teca, de tipo bistró francés.

Urbano y experimental

El hogar de Eugenio Aguirre es una extensión de sí mismo, de su filosofía de vida. Desde la experimentación con materiales como el junco, el cuero y la madera, hasta su manera de recibir: todo es un entretejido de buenas ideas y de energía positiva, pero también un cambio de perspectiva sobre cómo se puede pensar el diseño.

“Empecé a probar con el junco, que es accesible y autóctono, y le metí para adelante, como hice con el cuero, la madera y el yute. Llevo años experimentando con esos materiales”, nos contó durante una visita.

“Mi dormitorio tiene un techo de junco tejido in situ con mucha paciencia. Yo predico en contra de la ansiedad. No está bueno vivir en un lugar que armaste a las apuradas”, explica Aguirre.

Aplicó el material en una trama entretejida en su tonalidad natural en el dormitorio principal, y con una mano de pintura blanca en el baño.

El baño, de inspiración náutica, tiene divisiones de bambú patinado en blanco. Allí, el techo de junco se pintó a tono con el resto del equipamiento.

Fibras locales

El reconocido estudio Laplace, del arquitecto argentino Luis Laplace y el abogado francés y máster en economía Christophe Comoy, tiene diversos proyectos que se estiran desde California hasta Suiza pasando por Lima, México, Londres y, por supuesto, París.

Buscando el terreno donde levantarían la espectacular sede menorquina de la galería suiza Hauser & Wirth, se toparon con esta finca derrumbada, que se convirtió en su destino de reposo.

En otros tiempos, los campesinos vivían arriba, mientras que el espacio bajo los arcos era su fábrica de quesos y el establo, un orden acostumbrado para aprovechar el calor que los animales le daban a la vivienda.

Como en toda casa de campo o de playa, diseñar un buen refugio de sombra es fundamental. Este se hizo aprovechando los saberes locales para el trabajo de las fibras naturales, la herrería y los solados de marés, la piedra arenisca de la región.

Imposible ignorar las cortinas de esparto, típicas de la región.

Con su estética rústica y su capacidad para crear ambientes frescos y acogedores, los techos de fibras naturales no solo son ideales para el control de un calor en ascenso; también invitan a redescubrir una forma de vida más simple, conectada con la naturaleza y enfocada en el descanso. Más que un elemento arquitectónico, un símbolo de la serenidad que muchos anhelamos.