La manera de proyectar los nuevos espacios y las necesidades de los compradores cambiaron rotundamente luego de la pandemia: el trabajo remoto llevó a tener que combinar la vida de la familia con el ambiente laboral. Es por esto que los desarrolladores se vieron obligados a cambiar la forma en la que se pensaban los proyectos y virar hacia las necesidades de los nuevos consumidores. Así nació el nuevo concepto de “dos ambientes libres o liberados”, donde la flexibilidad y la integración priman sobre los antiguos estándares.
“Estas nuevas formas de percibir los espacios generó que el consumidor empezara a valorar más la experiencia dentro del departamento y no pensarlo solo como piso, paredes y techo”, cuenta Ezequiel Rivarola, el hombre que maneja la desarrolladora We Surf que lleva adelante un edificio en Buenos Aires que tiene este concepto, “fundado en la experiencia del ciudadano nómade”: espacios más tranquilos, descontracturados y flexibles.
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Entonces, ¿cómo funciona el concepto de los nuevos dos ambientes? Tal como explica el arquitecto, una unidad de dos ambientes clásica consta de un espacio para dormir y un espacio para estar que tiende a estar separado por una pared. “En la nueva concepción se quita esa pared y se convierte en un dos ambientes libre”, aclara. El objetivo es abandonar la rigidez de los espacios fijos y adoptar una disposición más abierta e integradora.
Pero, ¿eso no es un monoambiente? “No, es un dos ambientes con concepto abierto”, responde Rivarola. A diferencia del monoambiente tradicional, donde un único espacio reducido sirve al mismo tiempo para dormir y estar, en esta nueva distribución se conserva la diferenciación, aunque sin paredes. Además, en este concepto, el área de descanso se ubica al ingresar, mientras que el espacio social, con conexión a un balcón aterrazado, se ubica en el fondo de la unidad para aprovechar la luz que generan los ventanales.
“Este diseño permite que la zona de descanso, ya no llamada dormitorio, tenga mayor privacidad con poca luz y silencio -al estar alejada del balcón-, al mismo tiempo que la integración entre cocina, sala y terraza genera una sensación de amplitud y flexibilidad”, comenta Rivarola. La eliminación de la pared que antes dividía los espacios abre nuevas posibilidades: en su lugar, se pueden usar muebles o tabiques de vidrio para crear un entorno más permeable y funcional.
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La innovación en Recoleta
Rivarola se jugó y se animó a levantar el primer desarrollo que incorpora este concepto. Se trata del edificio We Surf ubicado en la calle Laprida a metros de la avenida Las Heras, en pleno Recoleta. Con una inversión inicial de US$3 millones, el desarrollo ubicado a pasos de “La Isla”, constará de 20 departamentos de 45 m² y en el último piso un único penthouse de 80 m². En cuanto a los valores de comercialización, el arquitecto comparte que los tickets arrancan en los US$140.000 dependiendo del tamaño del balcón, que varía en cada unidad -son todas distintas-, y la forma de compra es con un 40% de anticipo y cuotas en dólares o en pesos que se ajusten con el Índice la Cámara de la Construcción (CAC).
Uno de los mayores retos que tuvieron desde la desarrolladora fue trabajar en la fachada del edificio. “En Buenos Aires, las cuadras suelen ser octogonales y los edificios, rectangulares con fachadas planas”, comenta Rivarola. Para romper con la monotonía, diseñaron balcones irregulares que, vistos desde abajo, simulan un mar de olas de hormigón.
En cuanto a la comercialización, Rivarola destaca que el concepto se enfrenta a una barrera cultural. “Hoy, la típica pregunta de un corredor inmobiliario es si el dos ambientes es divisible por una pared”, explica. Sin embargo, la respuesta de la desarrolladora es contundente: “No hace falta, es mejor todo integrado”.
Este cambio de paradigma busca redefinir lo que significa vivir en un espacio de dos ambientes, priorizando la libertad de vivir los diferentes espacios, explica el desarrollador, quien iniste en que quien habla de este tipo de unidades sin paredes bajo el concepto de “monoambiente” no visualiza hacia dónde va el diseño y las nuevas formas de habitar .
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La transformación en un nuevo barrio
Otro desarrollo que comparte la idea de los dos ambientes libres es Quartier del Bajo, el emprendimiento que se está llevando a cabo en la manzana comprendida entre las calles México, Azopardo, Venezuela y la avenida Huergo, una zona en plena transformación en la que lo vintage y lo moderno se combinan a pasos de Puerto Madero, el barrio con las propiedades más caras de la ciudad.
“El fenómeno de la avenida Huergo es un área de la ciudad beneficiada por el desarrollo del Paseo del Bajo”, reconoce Carlos Spina, director de Argencons, la desarrolladora creadora de la marca. La zona pasó de ser un área de camiones, tránsito pesado y muros de containers a convertirse en uno de los rincones más codiciados de la Ciudad de Buenos Aires por los desarrolladores inmobiliarios.
El emprendimiento consta de dos torres gemelas de 40.000 metros cuadrados cada una y 400 unidades en total, 200 por torre, con vistas a la Ciudad y al río. La primera ya está en etapa de entrega, mientras que la segunda espera entregarse a mediados de 2025. Este desarrollo “pateó el tablero del mercado” en 2022 cuando, en su lanzamiento, registró un boom de ventas en pocos días. “En menos de dos meses se vendió el primer edificio completo”, detalla Spina.
En números concretos, los valores comenzaron en US$2500 el metro cuadrado, alcanzando los US$3000/m² debido al aumento del costo de construcción, casi la mitad que en Puerto Madero, que defiende valores de alrededor de los US$6000/m². Actualmente, las reventas están en torno a los US$4500/m², con tickets que arrancan en los US$140.000.
Con 36 pisos por torre, los edificios ofrecen departamentos hasta el piso 34, con hasta seis unidades por nivel de uno, dos y tres ambientes. Los tamaños varían desde monoambientes de 35 m², hasta dos ambientes de 60 m² y tres ambientes de 85 m². Mientras que el valor de las expensas promedio se ubican en $180.000.
La torre que se encuentra en proceso de entrega, está dividida en dos secciones: Río y Ciudad. Entre ambas, hay una diferencia del 5% en los valores a favor de Río. La reventa de las unidades se sitúa entre US$4000 y US$4500 por metro cuadrado, en comparación con los US$2500 iniciales que alcanzaron un máximo de US$3000 durante la construcción.