Este martes millones de norteamericanos acudirán a las urnas con una preocupación fundamental en mente: la economía.

Estados Unidos ha enfrentado dos crisis históricas en las últimas décadas, con efectos que aún se sienten. Primero fue la crisis financiera de 2008, que casi desmorona el sistema bancario y que dejó una estela de empresas quebradas y familias despojadas de sus casas. Después, en 2020, la pandemia de Covid sacudió los cimientos económicos y sociales del país, con cierres de negocios, desempleo en masa y una economía estancada.

El expresidente y candidato republicano, Donald Trump, afirma haber dado forma a la “mayor economía en la historia de nuestro país” y acusa a la administración Biden-Harris de arruinarla. Es con este slogan que vuelve al ruedo político, dispuesto a recuperar el terreno que alguna vez ocupó, mientras que Kamala Harris busca convencer a un electorado que no le otorga la misma confianza en temas económicos.

La vicepresidenta de EE.UU. y candidata presidencial demócrata Kamala Harris estrecha la mano del ex presidente de EE.UU. y candidato presidencial republicano Donald Trump mientras el ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg y el presidente de EE.UU. Joe Biden.

Según expertos, la candidata demócrata enfrenta el desafío de construir una imagen sólida en economía, algo que el expresidente, con su historial de negocios, proyecta de manera más natural para muchos votantes, pero que no le es suficiente debido a sus controversias en temas sociales y de derechos civiles.

Durante su anterior mandato, Trump impulsó políticas de recorte impositivo y desregulación que, hasta la pandemia, lograron reducir el desempleo y estimular el crecimiento, aunque también aumentaron el déficit fiscal y profundizaron la desigualdad. El actual presidente Joe Biden, por su parte, asumió en un contexto de crisis y optó por una estrategia de estímulo masivo para reactivar el empleo y la producción, aunque eso le costó una inflación histórica que aún pesa en los bolsillos de los norteamericanos. Este es el legado económico que hereda su vicepresidenta y candidata demócrata, quien busca proyectar confianza en medio de una comparación inevitable entre los logros y desafíos de ambas administraciones.

Pero, ¿cuál de los dos mandatos ha beneficiado más a la economía del país?

Crecimiento de la economía

El Producto Interno Bruto (PBI) es la medida más amplia del desempeño de la economía y, durante los primeros tres años de Trump, fue bastante bueno: el PBI real, ajustado por inflación, creció a una tasa anual del 2,8% entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2019. Hasta que la pandemia de Covid golpeó en su último año de mandato y causó una contracción que redujo la tasa promedio a un 1,8%.

Después de la pandemia, la economía se recuperó con fuerza bajo la presidencia de Trump, el PBI llegó a 8,71% y la recuperación fue mucho mejor que otros países occidentales.

Por su parte, Biden asumió en 2021 con una economía en recuperación. Desde entonces, el PBI creció a una tasa promedio del 2,2% anual y alcanzó un nivel superior al proyectado antes de la pandemia, pero es una cifra muy parecida a la de la administración del expresidente.

Desempleo

Antes del Covid, Trump logró reducir la tasa de desempleo a un 3,5%, el nivel más bajo en décadas. Pero, en los meses de marzo y abril de 2020, cuando empezó la pandemia, el país perdió 23 millones de empleos en un golpe abrupto. A partir de mayo, el mercado laboral comenzó a dar señales de recuperación, aunque al cerrar 2020 aún quedaban 3,2 millones de empleos menos que al inicio de su mandato en 2016.

Biden asumió la presidencia en medio de esa recuperación, enfrentando el desafío de reducir los niveles de desempleo que había dejado la pandemia. Durante sus primeros años en el cargo, el desempleo cayó de los 10 millones a alrededor de 5 millones en su punto más bajo. Sin embargo, hacia finales de 2024, la tendencia mostró un leve repunte, y alcanzó los 6,83 millones de personas sin empleo en septiembre de este año.

Inflación y costo de vida

Uno de los mayores desafíos de la administración Biden ha sido la inflación. Aunque el índice interanual disminuyó al 2,5% este año, los norteamericanos todavía viven con los aumentos de precios anteriores y con el golpe inflacionario del 9,1% en junio de 2022. Hasta septiembre, los precios al consumidor son casi un 20% más altos que en enero de 2021 y este descontento generalizado entre los votantes podría ser decisivo en los estados clave.

Aunque varios factores que impulsaron esta inflación están fuera del control directo de la administración -como las interrupciones en la cadena de suministro tras la pandemia y el aumento de los precios del petróleo por la invasión de Ucrania por parte de Rusia-, el peso de estos aumentos recae sobre los consumidores. Desde el mandato de Ronald Reagan, ningún presidente había enfrentado un pico inflacionario de esta magnitud, lo cual ha influido en la percepción económica negativa hacia Biden, a pesar del crecimiento del PBI bajo su mandato.

Con Trump, la situación fue distinta. Durante los primeros tres años de su mandato, la inflación se mantuvo en niveles bajos y controlados, y al inicio de la pandemia, incluso mostró una leve disminución. Entre enero de 2017 y enero de 2021, el índice de precios al consumidor subió un 7,8% en total.

Pobreza

Durante el mandato de Trump, la pobreza en Estados Unidos descendió del 12,3% en 2017 al 10,5% en 2019, alcanzando su punto más bajo antes de repuntar a 11,5% como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia. Bajo la administración de Biden, la tasa de pobreza inició en 11,6% y, aunque el descenso fue modesto, logró reducirse a 11,1% hacia finales de 2024.

Producción industrial

Durante la presidencia de Trump, la producción industrial mostró un crecimiento moderado, con un incremento promedio anual del 1,2% hasta 2019. Sin embargo, la pandemia provocó una gran caída en este sector, debido a las interrupciones en las cadenas de suministro y las restricciones económicas impuestas para contener el virus.

Con la llegada de Biden en enero de 2021, la producción industrial mostró una recuperación gradual, también impulsada por políticas de estímulo económico y programas de infraestructura, como la Ley de Empleos e Inversión en Infraestructura y la Ley de Reducción de la Inflación.

Pero el sector industrial aún enfrenta desafíos significativos. Los expertos apuntan a los problemas en las cadenas de suministro globales y a la escasez de mano de obra calificada, factores que limitan el ritmo de crecimiento. Además, la inflación y el aumento de los costos de producción agregan presión sobre las empresas manufactureras.

Sueldo anual promedio por hogar

El sueldo anual promedio por familia en Estados Unidos muestra variaciones claras entre las administraciones de Trump y Biden. Con Trump, el ingreso familiar promedio pasó de US$105.500 en 2017 a un máximo de US$115.900 en 2019. Sin embargo, la llegada de la pandemia en 2020 redujo este promedio a US$114.000.

Con Biden, el ingreso mostró cierta estabilidad, aunque sin alcanzar nuevamente el máximo de 2019. En 2021, se ubicó en US$114.600, y en 2022 descendió a US$110.600, antes de recuperarse ligeramente en 2023 con US$114.500.

Aunque los valores promedio reflejan cierta recuperación, la desigualdad salarial sigue siendo un problema profundo en Estados Unidos. El país es el más desigual del G7; según datos de la Reserva Federal de los Estados Unidos y estudios de instituciones como Inequality.org y el Economic Policy Institute (EPI), el 1% más rico de los hogares estadounidenses posee aproximadamente el 20% de la riqueza total del país.

Balanza comercial

Durante el mandato de Trump, la balanza comercial reflejó su enfoque disruptivo en materia de comercio exterior. Desde el inicio, el expresidente republicano prometió cambiar los términos de los tratados comerciales y renegociar acuerdos que, según él, habían perjudicado a la economía norteamericana. Con su política de “America First”, Trump implementó una serie de aranceles, especialmente contra China, e impulsó la renegociación del acuerdo con México y Canadá.

Sin embargo, estas acciones no generaron la reducción del déficit comercial que su administración esperaba. En 2018, el déficit comercial alcanzó un pico de US$300.155 mil millones, un máximo que evidenció las limitaciones de su estrategia proteccionista. Trump cerró su administración en 2020 con un déficit todavía elevado de US$259.185 mil millones.

Biden, por su parte, asumió con la promesa de restaurar las alianzas globales y fortalecer las cadenas de suministro nacionales. Aunque su administración no revirtió del todo las políticas arancelarias de Trump, sí ha buscado estabilizar las relaciones comerciales, en especial en un contexto de post-pandemia y conflictos geopolíticos, como la invasión de Ucrania. Aun así, el déficit comercial con Biden no ha alcanzado los picos de la era Trump. En 2021 y 2022, los niveles se mantuvieron alrededor de los 235 mil millones de dólares, aunque en 2023 aumentaron ligeramente a 278.398 mil millones.