La austera realidad de San Lorenzo cotiza mejor que la opulencia con que River incursiona en el mercado de pases. River invierte millones en refuerzos, en apellidos de lustre, pero futbolísticamente sigue devaluado, van tres fechas y sus acciones no levantan. El 0-0 en el Nuevo Gasómetro lo volvió a exponer como un equipo gris, por momentos inconexo, sin el brío ni el empuje que se suponían en un comienzo de ciclo en el que hay depositadas muchas expectativas. Por el momento, River las está defraudando. No hay un estilo ni una identidad de juego. No es virtuoso ni potente. Más que jugarlos, los partidos los deja pasar, haciendo poco, con el costo que eso tiene para su imagen.
Con recursos mucho más limitados, Miguel Ángel Russo cambió el clima de pesimismo y desasosiego que se esparció en San Lorenzo en gran parte de 2024. Los hinchas que van al Nuevo Gasómetro dejan en un segundo plano los insultos y reclamos a los dirigentes para entusiasmarse con un equipo al que no le sobra nada, pero que contagia por su sacrificio y voluntad para saber trabajar los partidos. Ahí hay un dato que refleja lo bien estructurado que está: no recibió goles ni en los amistosos de pretemporada ni en las tres fechas del torneo Apertura.
Y lo consigue sin los campeones mundiales que tiene River. Lo hace con jugadores que empiezan a tener continuidad en primera división. En el arco, Russo no se dejó llevar por los cantos de sirenas de Keylor Navas o el neerlandés Noppert. El espigado paraguayo Orlando Gill (1,90 metros) es solvente y siempre está bien ubicado. En la línea de cuatro, las respuestas positivas llegaron desde las inferiores, con los dos Herrera (Daniel, el zaguero central, y Ezequiel, el lateral) y Báez; ni el arquero ni los tres defensores pasan los 22 años, y como guía tienen al guerrero Romaña.
Si bien el sofocante calor -más de 35 grados dentro de la cancha en el momento de comenzar el partido- amenazaba con consumir energías prematuramente, el ritmo en el primer tiempo fue intenso. Bajo un sol que caía a plomo, los dos equipos se movían a buen ritmo. El termómetro de las emociones subió rápidamente, a los dos minutos, con un gol de San Lorenzo que no fue convalidado por el VAR por una leve posición adelantada de Braida. La acción había nacido en una jugada preparada del Ciclón a partir de un tiro libre, con una cesión para el remate frontal de Reali, despejado por Armani, cuyo despeje fue a buscar Braida con un remate que Enzo Pérez, en su intento de sacarla sobre la línea, metió en contra. Intervino la tecnología y evitó que River tuviera un mal arranque con la modificación táctica que había implementado Marcelo Gallardo.
Como en otras citas importantes -un par de veces contra Boca-, y esta lo era, porque Gallardo necesitaba corregir la pálida imagen de las dos primeras fechas, el técnico recurrió a una línea de tres zagueros, con la inclusión de Paulo Díaz (autor del cabezazo en el gol salvador de Montiel ante Instituto), y Montiel y Acuña de carrileros. Afuera quedó el lesionado Meza, y Driussi fue titular por primera vez por un Colidio en una versión mucho más apagada con respecto a su segundo semestre de 2024. San Lorenzo repitió la formación por tercera vez, gracias a la capacidad de Miguel Ángel Russo para poner orden en medio del caos.
Lo más destacado de San Lorenzo 0 – River 0
El desarrollo se hizo equilibrado, con un Ciclón más armónico entre sus líneas y mejor ajustado. Martínez Quarta llegaba tarde y perdía con Cuello. River acercó peligro por la vía aérea -recurso para sus dos goles en las fechas anteriores-, con un cabezazo de Paulo Díaz que dio en el travesaño y no alcanzó a rematar Martínez Quarta en el rebote.
Lanzini intentaba despegarse de Tripichio e Irala para convertirse en eje de los avances, mientras Driussi se retrasaba para jugar a un toque y darle fluidez a los ataques. La más clara de River en el primer tiempo la tuvo Borja, que enganchó para hacer pasar de largo a Daniel Herrera y sacar un remate que tapó Gill, arquero detectado por el buen ojo de Russo. Martínez Quarta volvió a padecer con Cuello, que le ganó en el salto y metió un cabezazo tapado por Armani.
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El árbitro Herrera pareció más cansado que los jugadores, ya que solo adicionó dos minutos, insuficientes para compensar la pausa para el refresco, el tiempo muerto por la aplicación del VAR y alguna otra interrupción. Fue superior San Lorenzo en el comienzo del segundo tiempo, ya con Vombergar -hizo goles en las dos jornadas anteriores- por el amonestado Cerutti.
El Ciclón controló el medio campo, donde la dupla Enzo Pérez y Galoppo no termina de afirmarse ni imponer condiciones. Braida, jugador de despliegue admirable para llegar a todos los rincones, entró por sorpresa en el área para recibir un centro y estampar un remate en el travesaño.
River había bajado el nivel, que de por sí no había sido muy alto en el primer tiempo. Otra vez la falta de cohesión, de control del juego. Una imagen desdibujada que llevó a Gallardo a intervenir con tres cambios: Ignacio Fernández (por Lanzini), Colidio (Driussi) y Aliendro (Martínez Quarta). El esquema varió a un 4-4-2, pero el rendimiento no se modificó. También ingresó el paraguayo Rojas, pero esta vez no fue revulsivo. San Lorenzo estuvo más cerca de la victoria con Vombergar y Reali. Gill no tuvo que atajar una sola pelota en todo el segundo tiempo. River se va de los partidos, deambula, vaya a saber hacia adónde. En tres fechas fue sin brújula.