Mar, samba y caipirinhas: este verano 2025, con un real devaluado frente al dólar, Río de Janeiro recibe un récord de turistas argentinos, ansiosos por una zambullida en las icónicas playas cariocas. Hablamos de la segunda ciudad más grande de Brasil, que cuenta con un paisaje privilegiado: las alturas del cerro Corcovado, el morro Pão de Açúcar con su teleférico, la frondosa mata atlántica, el océano azul profundo, la enorme laguna Rodrigo de Freitas, todo en una misma ciudad, conocida justamente como la “cidade maravilhosa”. Y en materia de gastronomía, Río es también un destino en sí mismo. Lejos de esa cocina básica que mostraba hace 20 años, hoy la gran capital turística brasileña suma restaurantes de lujo, botecos relajados, parrillas multitudinarias, pescados y mariscos deliciosos, con influencias del mundo y del propio país, que eligen Río como su nueva casa. Comer bien en esta ciudad es fácil: aquí, una guía para todos los gustos.
Rico y económico
Por menos de 20 dólares por persona, Río de Janeiro explota en opciones. Una posibilidad playera es enfilar para la pequeña playa Vermelha, en el barrio residencial de Urca, al pie del Corcovado. Allí, en un puestito a metros de la arena, Acarajé da Cátia (@acarajedacatia) ofrece su cocina bahiana al paso, con el acarajé como actor principal: una masa de porotos fradinho frita, crocante por fuera y cremosa por dentro, rellena de vatapá, caruru y langostinos secos: una delicia por unos $5000 argentinos. Otra opción en la zona es ir al Bar Urca (@barurca): abierto desde 1939, siempre lleno de gente bebiendo cervezas de pie en la vereda. Allí es posible pedir petiscos (un bolinho de bacalao con queso, un pastel frito de siri, un chorizo a la calabresa, entre otros), para comer mirando al mar.
La combinación de petiscos y cerveza es un verdadero clásico carioca, con varios exponentes compitiendo entre sí. Uno de los mejores es Chanchada, en el barrio de Botafogo (@chanchadabar), donde hacen un delicioso pastel de choclo con queso y cebolla caramelizada, así como un torrezno adictivo. Y tal vez el más famoso de todos, el que suele quedar primero en la lista de los mejores botecos de todo Río, sea Bar do Momo, en Tijuca (no confundir con la playa Barra da Tijuca), un local pequeño con vereda generosa, donde hay que probar su bolinho de arroz relleno de chorizo y quesos, las sardinas fritas o la costilla desmechada con crema de yuca, entre tantos más.
Más opciones al paso
Una buena hamburguesa en T. T. Burger (@t.t.burger), parte del grupo gastronómico comandado por el chef de origen francés Thomas Troigros (su Goiabacon lleva un medallón de 120 gramos de carne Angus con cheddar, panceta y ketchup a base de goiaba, el gran secreto de la casa); en Braseiro Copacabana (@braseiro.copacabana) hacen desde hace más de 50 años algunos de los pollos al spiedo más famosos de la ciudad: un pollito para dos personas con gaseosa de dos litros, papas fritas y arroz, cuesta unos $20.000 argentinos. Y con precios apenas superiores, en la parrilla Braseiro da Gávea (@braseirodagavea) todos encontrarán algo que les guste: carnes Angus a la parrilla, pollos al spiedo, varios pescados y mariscos, y clásicos brasileños como el Strogonoff de filet mignon.
Para terminar, un obligado: ir a la heladería Vero (@verogelateria), donde el maestro heladero Andrea (italiano radicado hace varios años en la ciudad carioca) prepara algunos de los mejores helados de todo el país, con sabores clásicos pero también otros mucho más caprichosos y jugados, como el de panettone que lanzó en Navidad, o uno muy veraniego de cítricos, cilantro y ají picante.
La ruta del pescado
Difícil estar en una ciudad costera y no querer comer sus pescados y mariscos recién salidos del mar. Para satisfacer esa necesidad, ahí está Ocyá (@ocya.rio), con dos locales: uno más glamoroso en el bario de Leblón y otro más rústico, escondido en Ilha Primeira (para llegar, hay que ir hasta Barra da Tijuca y tomar allí un barco-taxi que en cinco minutos cruza a la isla). Su chef e ideólogo es Gerônimo Athuel, él mismo pescador, que madura los pescados en cámaras de frío, trabajando con muchas especies usualmente poco valoradas. Charcutería a base de pescado (como el choripán ahumado), pescados y pulpo a la parrilla, fritos como la milanesa de manjubinha, crudos como el tartar de pescado, entre otros, marcan un rumbo que deambula entre la experimentación y la simpleza. Un plato favorito: el pescado del día a la brasa, con bagna cauda, papas y legumbres braseadas.
Con una inmigración japonesa importantísima (especialmente en São Paulo, pero también en el resto del país), el sushi es cosa seria en Brasil. Un buen lugar donde comprobarlo es en Haru Ichiban (@harusushirj), en plena Copacabana: vieiras, atún rojo, pescados blancos como sargo, carapau, lenguado, róbalo, langostinos y pulpo servidos como sashimi y nigiri (un combinado de 20 piezas de sashimi sale unos $22.000 argentinos). Un dato: en el primer piso está Umai Río, una barra omakase de lujo comandada por Menandro Rodrigues Almeida, el cocinero detrás de ambos restaurantes.
View this post on Instagram
Dos lugares más: en el precioso barrio Jardim Botânico (donde está uno de los jardines más espectaculares de Latinoamérica), el restaurante Escama (@escama.rio) recibe a los comensales en una hermosa casona con fresquísimas ostras de Santa Catarina, arancinis de calamar con ají amarillo y unos linguinis con gambas y espárragos que son una delicia. En la Boutique do Mar del barrio Gavea (@boutiquedomargavea), por otro lado, es posible relajarse con petiscos basados en frutos del mar carioca: fish and chips, fideuá do mar, sardina grillada y tempura de langostinos, entre otros.
Alta cocina
Río suma un creciente circuito de alta gastronomía, que cosecha premios y halagos. Quien busque elegancia, puede apuntar a Gero, el restaurante ubicado dentro del hotel Fasano, símbolo del lujo brasileño con sucursales en varias ciudades de Brasil, además de Uruguay (Punta del Este) y Estados Unidos (Nueva York). Allí ofrecen una cocina italiana clásica, donde no escatiman en productos: los gnocchi di patate al burro con tartufo bianco, los ravioli di vitello al funghi, el risotto con alcaucil y queso taleggio o los linguini con almejas son todos buenos ejemplos, para acompañar con la selección de vinos traídos de Italia. Un dato extra: los huéspedes del hotel pueden subir al bar en la terraza, donde se ven increíbles atardeceres sobre Ipanema.
Para cocina de autor, el mejor restaurante de Río de Janeiro, con dos estrellas Michelin a cuestas, es Lasai (@restaurantelasai), del chef Rafa Costa e Silva. Ubicado en Botafogo, el lugar cuenta con una única barra para apenas 10 comensales. Allí Rafa logra algo difícil: un menú degustación ágil, sorprendente y con personalidad, donde el protagonismo lo tienen los vegetales de dos huertas propias, con carnes y pescados como sabrosos acompañantes. Hay delicadeza, técnica e imaginación, que convierten a Lasai en un lugar único.
Por último, Oseille (@oseillerestaurante) es la más reciente apertura del chef Thomas Troigros, ubicado en el primer piso de su restaurante más casual, Toto. Aquí también se trata de una barra, pero la cocina de Thomas es más brutal, directa e intensa que la de Rafa. “Una alta cocina divertida, como si estuvieras en mi casa”, explica el propio Thomas, que no solo sirve los platos sino que elige sus playlists con la música que tiene ganas de escuchar cada noche.
View this post on Instagram
Hay más, mucho más: Río, con sus seis millones de habitantes, requiere de muchas semanas para entenderla y descubrirla por completo. Pero en apenas unos pocos días, es posible conocer parte de su mejor gastronomía, al ritmo del sol, de las playas y de las caipirinhas.