La evolución de la población carcelaria ha crecido de manera acelerada en la República Argentina, casi duplicándose en los últimos 10 años. En términos generales, la población penitenciaria tiene una destacada presencia de jóvenes, varones, personas de nacionalidad argentina y un bajo nivel de escolarización.
El 96% de las personas detenidas al 31 de diciembre de 2023 eran varones, el 94% eran argentinos, el 60% tenía estudios primarios o inferiores al momento de ingresar al establecimiento y 54% tenía menos de 35 años.
A su vez, la población penitenciaria estaba compuesta por 107.116 varones, 4.642 mujeres, 173 mujeres trans, 35 varones trans y 1 persona no binaria.
El 96% de las personas detenidas al 31 de diciembre de 2023 eran varones, el 60% tenía estudios primarios o inferiores al momento de ingresar al establecimiento y 54% tenía menos de 35 años
En los últimos años ha crecido considerablemente la cantidad de personas encarceladas con penas menores de tres años. En ese sentido, entre 2002 y 2023, el porcentaje de personas condenadas por ese monto se incrementó un 144% en relación con el total de personas condenadas privadas de libertad.
Hasta 2023, solo 17% de las personas privadas de libertad participaba en algún programa de capacitación laboral dentro de la institución. Es decir, apenas 17 de cada 100 recibían herramientas y formación para su salida eventual de la penitenciaría. ¿Existen casos de reinserción social sin reincidencia en el crimen? ¿Es posible establecer programas que permitan a los reclusos reinsertarse cívica y socialmente?
A nivel mundial se han implementado programas de formación para personas privadas de su libertad, como el trabajo en la cocina del penal, que les permite adquirir un oficio para acceder a nuevas oportunidades al cumplir su condena.
Soluciones novedosas
En Colombia, por ejemplo, se creó Interno, el primer restaurante en el mundo dentro de una cárcel de mujeres. Hasta 2019, funcionó en la cárcel de San Diego, en Cartagena, y fue atendido por mujeres privadas de la libertad. Luego se extendió a Bogotá y otras ciudades.
En la prisión de Brixton, al sur de Londres, funciona desde 2014 un restaurante abierto al público, gestionado y atendido por los internos. The Clink Restaurant sigue el modelo del Clink’s Five Step Programme, que ya ha sido aplicado con éxito en otros establecimientos similares: educar a los presos y equiparlos con habilidades necesarias para garantizar un empleo al recuperar la libertad.
En Italia, la formación en oficios parte desde los jardines de las cárceles, cuyos productos se venden en el exterior, hasta el restaurante “In Galera”, donde trabajan reclusos del centro penitenciario de Bollate.
En Argentina, la Cocina Escuela, a través del Programa Creer, tiene como objetivo capacitar a personas privadas de su libertad para integrarlas al mercado laboral al cumplir su condena. Los índices de reincidencia y reiterancia entre quienes participan de estos programas han disminuido considerablemente.
Actualmente, en el país se implementa el modelo de “servicio crudo asistido”, donde los mismos internos, instruidos por cocineros y profesores de cocina, preparan sus propios alimentos. La modalidad fue creada y desarrollada por Cook Master (empresa B especialista en sistemas de alimentación institucional) para reducir costos y sumar capacitación con inclusión laboral. El programa ya funciona en la Provincia de Buenos Aires y Chubut, y próximamente será adoptado en Santa Fe.
Los resultados preliminares son relevantes: el gasto penitenciario se redujo en un 45% y la reincidencia descendió del 50% al 3%. Entre los participantes del programa, 205 personas liberadas trabajan actualmente en empresas como cocineros, ayudantes y despenseros. 5.100 internos ya se recibieron con título oficial y 4.400 hacen prácticas en las cocinas de los penales. 1.000 internos estudian la carrera de cocinero mientras cumplen su condena.
El modelo de “servicio crudo asistido”, en el que los reclusos participan en todo el proceso gastronómico, contrasta con el modelo de racionamiento cocido, utilizado en cárceles del Servicio Penitenciario Federal
Este modelo de “servicio crudo asistido”, en el que los reclusos participan en todo el proceso gastronómico, contrasta con el modelo de racionamiento cocido, utilizado en cárceles del Servicio Penitenciario Federal (SPF). En este último, sin participación de internos, la empresa responsable del racionamiento emplea personal propio para la preparación, aumentando los costos.
En el Servicio Penitenciario Bonaerense, el costo diario por preso con el “servicio crudo asistido” es de $10.000 (incluyendo desayuno, almuerzo, merienda y cena), mientras que en el SPF, con el modelo cocido, asciende a $18.000 por el mismo servicio.
¿Cuál es la diferencia sustancial entre ambos modelos? Ambos entregan el mismo producto final: una vianda caliente dentro de las unidades penitenciarias. Sin embargo, el modelo de crudo asistido le ahorraría al Estado Nacional $35.000 millones por año, ofreciendo además estudio y formación profesional a los reclusos.
Este modelo permite el acceso a capacitaciones con título oficial en gastronomía (Cocinero Profesional / Panadero Pastelero) y un programa de reinserción laboral. Desde 2021, funciona bajo el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), aplicado en unidades del Sistema Penitenciario Bonaerense (SPB). El programa busca transformar el sistema alimentario penitenciario y fortalecer la reinserción de los liberados.
La economía es la ciencia que estudia la administración de la escasez. ¿Cuáles serían los beneficios de implementar estos programas en todo el país?
- Desarrollo de habilidades laborales: La formación en gastronomía brinda a los reclusos una habilidad que pueden utilizar al salir de prisión, mejorando su empleabilidad y sus posibilidades de reintegración social.
- Fomento de la responsabilidad y el trabajo en equipo: Preparar alimentos para muchas personas fomenta la colaboración y reduce conflictos dentro del penal.
- Aumento de la autoestima: Contribuir a la alimentación de la comunidad penitenciaria fortalece el sentido de propósito de los reclusos.
- Mejora de la nutrición: El control sobre la preparación de alimentos permite ofrecer menús más equilibrados y saludables.
- Reducción de la violencia: Las actividades productivas disminuyen la posibilidad de conductas conflictivas.
- Rehabilitación y reintegración social: Aprender un oficio reduce la reincidencia y mejora el control de impulsos.
- Optimización de costos: La autogestión del servicio alimentario reduce la necesidad de contratar personal externo y disminuye el gasto estatal.
El autor es Analista económico y director de Focus Market