A la sombra de un rival encumbrado y con la experiencia que significa ser ganador de cinco Touareg, Yazeed Al-Rajhi entendió que la actual aventura del Rally Dakar era una oportunidad única para inscribir su nombre en la selecta lista de ganadores de la prueba y, finalmente, ser profeta en su tierra. Por sexta oportunidad consecutiva la carrera emblemática y famosa por su dificultad se desarrolló en Arabia Saudita, el reino donde el piloto nació el 5 de mayo de 1981. Doblegar al príncipe qatarí Nasser Al Attiyah, que se estrenó con el proyecto Dacia, un éxito deportivo, pero también una conquista regional para la disputa encendida entre dos países que desde hace un tiempo pulsean por ser las sedes de mundiales de fútbol y de finales de las copas de las poderosas ligas europeas, grandes premios de Fórmula 1, torneos de tenis de la ATP, certámenes de golf, combates de boxeo en los que está en juego un cinturón… Una puja de millones de dólares que atrapa una polémica: detrás del deporte se ofrece un escenario de apertura en lugares que necesitan lavar su reputación.

El Empty Quarter, el escenario en el que Yazeed Al-Rajhi puso en riesgo la victoria al quedar encallado y en la siguiente jornada recuperó el liderazgo del clasificador general

No es un improvisado el saudita, que participó por undécima ocasión de la aventura y que arrastraba como mejor resultado el tercer puesto que logró en 2022. Desde el escalón más bajo del podio, Al-Rajhi observó aquella vez la cuarta coronación de Al Attiyah –volvió a imponerse al calendario siguiente-, en el año en que Qatar albergó la Copa del Mundo en la que Argentina superó a Francia en una de las finales más dramáticas de la historia. En nueve años, Arabia Saudita intentará minimizar la organización de la cita qatarí: la FIFA ya le concedió la fecha para que el continente asiático resulte anfitrión por tercera ocasión del mundial. Aquel tercer escalón sirvió de embrión para recuperar en la butaca derecha al navegante alemán Timo Gottschalk, con el que había experimentado entre 2015 y 2019. En el recorrido, el germano traía como antecedentes dos experiencias con el español Carlos Sainz y otras dos con Al Attiyah, con el que triunfó en 2011, cuando la travesía unió la Argentina con Chile.

Un festejo en equipo: Yazeed Al-Rajhi debutó en 2015 con Toyota y regresó a la marca japonesa, en la estructura Overdrive Racing, en 2020: seis años después alcanzó la gloria en el Rally Dakar

Las charlas tuvieron su resultado: Gottaschalk el año pasado hizo binomio con Al-Rajhi, que ganó tres etapas, pero que seguía sin dominar los impulsos. La aventura terminó en el sexto especial, después de que la Toyota diera una vuelta de campana en las dunas. El mismo escenario que puso en riesgo la ansiada victoria, porque del exceso de velocidad de 2024 el saudita pasó a un extremo cuidado en la actual campaña y quien era líder del clasificador general, con dos segmentos para la definición, quedó encallado y cediéndole el mando al sudafricano Henk Lategan, piloto oficial de Toyota en la estructura Gazoo Racing. El duelo entre los representantes de la marca japonesa se decantó en la anteúltima etapa, donde el terreno hizo un guiño a Al-Rajhi para que descubriera una diferencia de seis minutos en el clasificador para el recorrido final, de 61 kilómetros.

El regreso del experimentado navegante Timo Gottschalk, con el que había experimentado entre 2015 y 2019, una ayuda para la consagración de Yazeed Al-Rajhi; el alemán también fue copiloto y venció con Nasser Al Attiyah, en 2011

Sin la sombra de Al Attiyah, que lo doblegó en los dos últimos Campeonatos del Mundo W2RC –el príncipe se perdió por un fallo de su navegante Edouard Boulanger cuando la carrera ingresó al Empty Quarter, esfumándose las escasas posibilidades de batallar por el triunfo- Al-Rajhi descubrió la serenidad y la confianza para ir por la gloria. La fiabilidad del vehículo y la experiencia de una victoria en el Desafío Ruta 40, donde batió al qatarí, eran señales alentadoras. “La temporada fue de una experiencia extraordinaria. Las pistas del Rally de Marruecos fueron difíciles, como un Dakar en miniatura, y nuestra Toyota Hilux respondió de maravilla. Es uno de los autos más rápidos y fiables del mundo, conseguimos muchísimo con él y queremos seguir cosechando éxitos”, analizó el saudita, conocedor que dos de los rivales más portentosos, como Al Attiyah y Sainz, estrenaban unidades: el modelo Dacia Sandriders, el qatarí; Ford Raptor, el español, vencedor en 2024 con Audi.

El peso de las fortunas familiares también se medía en ese duelo entre el saudita y el qatarí. Hasta la irrupción de Al-Rajhi, el príncipe Al Attiyah era el piloto de mayor riqueza económica del planeta, superando a las estrellas de la Fórmula 1: los casi 100 millones de euros que Lewis Hamilton embolsará por temporada desde este año en Ferrari resulta una cifra sin relevancia para las fortunas que manejan los rivales en el desierto. Feroz competidor en las pistas, el representante local es conocido también por su amabilidad y generosidad en el vivac: durante años, en la jornada de descanso, organiza banquetes a los que invita a sus adversarios. El Matador Sainz, el año paso, se benefició del altruismo de Yazeed, que al desertar por un accidente de la carrera cedió al español su caravana de lujo para el descanso: tres habitaciones revestidas y decoradas a todo lujo. Una verdadera suite comparable con la de los mejores hoteles del planeta.

El rostro cansado de Yazeed Al-Rajhi, al finalizar la última etapa del Rally Dakar: el piloto saudita finalmente logró doblegar al qatarí Nasser Al Attiyah, que se estrenó con el proyecto Dacia y terminó cuarto

El dinero de Al Attiyah, además de piloto es medallista olímpico en tiro –en la modalidad skeet, tiro al plato, en los JJ.OO. de Londres 2012- procede del apoyo de su primo, el emir Tamim bin Hamad Al Zani –dueño por ejemplo de PSG-, que amasa una fortuna de 2400 millones de dólares. El músculo económico de Al-Rajhi se centra en los negocios de la familia, fundadora y dueña del conglomerado empresarial Mohammed Al-Rajhi & Sons, de los más poderosos de Medio Oriente. Al-Rajhi Steel Industries Company es una compañía industrial que participa en la Saudi Basic Industries Corporation, que en 2023 fue adquirido por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí por un valor aproximado de 3300 millones de dólares.

Cadenas de hoteles, compañías inmobiliarias y energéticas y hasta de comidas rápidas son propiedades de la familia de Al-Rajhi, un amante de la Costa Azul, la que visita en el verano para descansar y recargar baterías para competir en el Mundial de Rally Raid. La fortuna del patriarca Sulaiman Al-Rajhi –el nombre del conglomerado es de su hermano, Mohammed- alcanzó los US$ 7700 millones en 2011, antes de que transfiera el 20% de sus acciones del banco Al-Rajhi.

Con cuatro victorias, Toyota domina la categoría autos en la última década; Yazeed Al-Rajhi sumó el último eslabón a una cadena que inició Nasser Al Atiyyah con tres de sus cinco victorias en el Rally Dakar

El dinero potenció a lo largo del camino a Yazeed, que antes de estrenarse en el Rally Dakar lo hizo en el Mundial de Rally, donde debutó en 2008. Tuvo equipo propio, Yazeed Racing, aunque los resultados no fueron destacados: en diez campeonatos apenas sumó cinco puntos. La presentación dakariana, en cambio, lo recibió con un triunfo en una especial y más allá del abandono cuando marchaba tercero en la clasificación general, tras 11 etapas, enseñó que ese sería su mundo para competir. El paso por Mini, entre 2017 y 2020, no ofreció el salto que el saudita proyectó y regresó a Toyota, con la estructura Overdrive, la misma que asiste al argentino Juan Cruz Yacopini, que terminó en el séptimo casillero la prueba.

De aquel piloto veloz, pero sin consistencia, que se dejaba llevar exclusivamente por la velocidad, a un competidor de primerísimo nivel y pensante, capaz de armarse de una estrategia y cumplirla sin salirse de la misma para lograr el gran objetivo. Apenas una etapa ganó en la actual prueba, la cuarta, y solo dos veces resultó el líder global de la carrera, tras el noveno y undécimo y anteúltimo parcial, momento en el que asestó el golpe de gracia al sudafricano Henk Lategan para llegar a la meta con una diferencia de 3m57s y levantar el Touareg. “Ganar era la única opción”, dijo sonriente y con la tarea cumplida.