Un brutal asesinato a sangre fría conmovió esta madrugada al tranquilo barrio porteño de Recoleta cuando un hombre, sin mediar palabra y por la espalda, acribilló a otro y le sustrajo un morral que llevaba colgado antes de darse a la fuga a pie.

La sustracción de la bandolera o riñonera que llevaba cruzada la víctima en su torso fue uno de los motivos por los cuales los investigadores les tomó más tiempo poder identificar al hombre que cayó tendido al recibir la primera ráfaga de disparos y a quien remataron en el piso.

Según pudo saber LA NACION, de fuentes con acceso a la investigación, la víctima fue identificada como Fabián Sturm Jardon, de 42 años. Se trata de un ciudadano uruguayo nacido el 24 de diciembre de 198, con nacionalidad española y fue su pareja, quien se presentó en la fiscalía y aportó los datos tras ver el video.

El uruguayo tenía 42 años y se había nacionalizado español

El hombre de 42 años fue asesinado a traición este jueves minutos antes de la una, en la puerta de un kiosco ubicado en la calle Paraguay al 2900, entre Agüero y Laprida. Según informaron a LA NACION fuentes de la Policía de la Ciudad, un testigo presenció cómo el asesino descendió de un vehículo y sin mediar palabra disparó varias veces contra la víctima. Luego huyó a pie. Las imágenes de la cámara de seguridad instaladas en la puerta del local, que está abierto 24 horas, confirmó lo dicho por el testigo.

Personal de la Comisaría Vecinal 2B se dirigió al lugar tras el crimen. Al llegar encontraron al hombre tendido en la vereda con al menos tres tiros en la espalda. Además, en el frente del comercio había dos impactos de bala. En la zona se recogieron cuatro casquillos.

En ese marco, se pidió la presencia de unidades del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) para que trasladaran al hombre al Hospital Fernández, donde finalmente fue constatada su muerte.

El asesinato quedó grabado por una cámara de seguridad. En el video, que dura casi dos minutos, se ve a un par de personas en la entrada del comercio, hablando, y luego a la víctima, vestida con una remera oscura y una bermuda clara, que camina en la vereda. En ese momento el agresor, con un buzo oscuro con capucha, una peluca y lentes, lo alcanza rápidamente y le dispara.

El hombre cae al piso y el delincuente vuelve, le efectúa otro disparo, le arranca la riñonera y se va del lugar a pie. La víctima queda tendida en el piso y ensangrentado. En medio de la primera ráfaga de disparos, los que se encontraban en el lugar huyeron para resguardarse. Casi a los 30 segundos se ve a un policía de la Ciudad arribar al kiosco, donde trata de asistir a la víctima y da aviso a través de su radio.

En el marco de la investigación, las autoridades ordenaron el secuestro del vehículo, de donde presuntamente se bajó el asesino, y de cuatro cartuchos de bala para realizarles las pericias correspondientes.

Interviene en el caso la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°13, a cargo de Marcelo Roma, la Secretaría de Maximiliano Datsira, quienes dispusieron actuaciones por homicidio.

En las primeras horas de la investigación, los pesquisas avanzan sobre la hipótesis de un homicidio premeditado. Además, pudieron determinar que el asesino utilizó un arma calibre 9 milímetros que tenía una especie de silenciador que se usa para distorsionar los proyectiles y que no se puedan cotejar después con el arma desde la que se disparan.

Además, se hizo un barrido de las cámaras de seguridad, públicas y privadas, instaladas en las inmediaciones al kiosco y se puso la lupa sobre dos vehículos. Un auto marca Volkswagen, modelo Surán, de color gris, desde donde bajó el asesino tras ver pasar a la víctima. El otro rodado, marca Renault, modelo Logan, estaba delante de la Surán en el que había dos personas que ya fueron identificadas.

“Todo indica que tendría que ver con un ajuste de cuentas por una compra venta de autos que está en el medio de la colectividad gitana”, adelantó uno de los investigadores a LA NACION.