Dormir es esencial para el bienestar físico y mental, pero la manera en que cada individuo duerme varía significativamente. Mientras que algunas personas optan por la oscuridad total, otros prefieren la luz suave o un entorno más ventilado. Estos hábitos pueden revelar distintos aspectos de la personalidad.

“Cada persona es un mundo y una situación aparte. Habría que indagar en la historia individual y en un montón de acontecimientos que le hayan pasado para poder entender su comportamiento, pero de forma genérica, el significado psicológico de dormir con toda la habitación cerrada hace referencia a un individuo que, al actuar de esta manera, se siente más seguro e intenta generar un ambiente de resguardo”, dijo Victoria Gómez Bonilla, psicóloga clínica y especialista en psicoanálisis en niños y adolescentes (MN 66046), a LA NACION.

La profesional indicó que el acto de cerrar las ventanas y la puerta es una forma de generar un espacio seguro, de intimidad y un momento que no se puede ser interrumpido por otros: “Al momento de dormir perdemos el control porque no estamos en vigilia, entonces las defensas bajan. De esta forma, el individuo limita todo tipo de imprevistos, por ejemplo: que entre luz o escuchar ruidos”.

Dormir con la habitación cerrada genera un espacio de seguridad y protección

Michelle Sabaj tiene 25 años, trabaja en una agencia de marketing y prefiere cerrar todo antes de irse a dormir: “El momento de dormir es sagrado. El primer paso que hago antes de acostarme es cerrar la puerta, después bajo la persiana blackout y me aseguro que no entre luz por ninguna rendija, y además, corro la cortina. Si me llego a despertar por algún destello, me dificulta volver a conciliar el sueño”.

La joven asegura que si durmiese en una misma habitación con una pareja, amiga o familiar que deja la puerta abierta inevitablemente le diría que cierren la puerta: “No solo lo aplico en mi habitación, sino que lo extiendo a otros lugares, por ejemplo, cuando me voy de viaje me suelo llevar un antifaz por si la cortina o persiana es permeable a que pase la luz”, añadió.

Y continuó: “Cerrar la puerta es sinónimo de seguridad y protección, es como si frenase todo lo externo. Cumple esa función de que todo lo que está afuera, pierde un poco de importancia. Como vivo con mi madre existe esa comunicación no verbal que de la puerta para adentro es mi espacio y mi privacidad”.

La psicóloga, por su parte, señala: “Todo lo que se hace a rajatabla, como especie de ‘ritual’, habla de una personalidad más subjetiva, en cambio, las personas que algunos días lo hacen y otros no es porque son más flexibles y no tienen un tema particular con esa cuestión”.

Y añade: “Estas personas necesitaron armar de su cuarto un lugar de resguardo. Posiblemente, en su niñez o adolescencia no vivían en una casa donde todo era tranquilo y armonioso, y lograban conseguir esa sensación de protección y resguardo puertas adentro. Mientras que aquellos que cierran la habitación con llave limitan toda posibilidad de imprevistos: ellos van a decidir cuándo y cómo acercarse a un otro”.

Cuando una persona, como 'ritual', cierra su cuarto para dormir se habla de una personalidad más subjetiva (Foto: iStock)

María Rosso, artista plástica de 60 años, es todavía más extremista: “Cierro con llave la puerta de entrada de la habitación porque me da más tranquilidad y seguridad para conciliar un descanso más profundo”.

Y añade: “Me pasó de estar durmiendo en otro lugar cuando viajo y el ambiente es abierto, me resulta difícil conciliar el sueño. Solamente puedo dormir de a ratos y el sueño es más liviano”.

La profesional indicó que existen estrategias psicológicas para aquellos que quieran ‘desafiar’ este hábito: “En la psicología cognitiva conductual podemos hablar de técnicas de relajación o si la persona tiene que desarmar esa conducta porque le genera un padecimiento se podría abordar desde ese lugar”.

“Por otro lado, el psicoanálisis lo encararía desde la conducta del dormir: cómo durmió esa persona cuando era chica, cómo duerme actualmente… La historización del dormir y la conducta aportaría información más general de la persona, personalidad y mecanismos de defensa”, detalló.

Pro su parte, Alejandro Cuevas, financista de 30 años, afirma: “La oscuridad me ayuda a dormir mejor y más tiempo. Duermo mejor cuando la puerta está cerrada porque si entra la luz del sol me despierto antes y no cuando mi cuerpo lo necesita. En caso contrario, me tengo que poner un antifaz”.

Gómez Bonilla detalla que la acción de dormir con el cuarto cerrado también puede influir en otras conductas: “Posiblemente, esa persona tiene otros comportamientos en los cuales el ambiente tiene que estar de determinada manera como para que se sienta seguro y sea solamente a la hora del dormir”.