A su notable carrera, Alexis Mac Allister le sumó este miércoles un dato que con el tiempo adquirirá un simbolismo histórico. Fue uno de los dos jugadores de Liverpool en hacerle un gol a Everton en un estadio que cerrará sus puertas tras más de un siglo albergando fútbol. El clásico de Merseyside tuvo su último capítulo en Goodison Park, que en 1894 recibió por primera vez un Everton-Liverpool. Y el cierre fue volcánico, una despedida de alto voltaje, a tono con la rivalidad histórica y con lo mucho que estaba en juego: con Liverpool tratando de ampliar la ventaja como puntero de la Premier League y Everton tomando distancia de la zona baja de la tabla de posiciones.

Fue 2-2, con un gol James Tarkowski para Everton en el minuto 52 -ya habían pasado los cinco adicionados en un principio- del segundo tiempo. Tras el bombazo de derecha, el defensor fue a festejar a un córner, el festejo fue una explosión: los hinchas invadieron el campo, todo estaba desbordado. El clímax total. El VAR le agregó suspenso, ya que se tomó tres minutos para determinar si no hubo off-side.

Había mucho orgullo de por medio y las pulsaciones estaban aceleradas. Un cóctel al borde del estallido, como quedó reflejado tras el pitazo final. Abdoulaye Doucouré, delantero de Everton, provocó a los hinchas de Liverpool, y Curtis Jones reaccionó y lo fue a buscar para pelearse. Hubo un tumulto general, empujones, con más jugadores involucrados y la seguridad privada tratando de separar. El árbitro expulsó a Doucouré y Jones, mientras el estadio era un hervidero.

Mac Allister, con un cabezazo para ganarle en el salto a un Tarkowski nueve centímetros más alto, puso el 1-1, luego de que Beto marcara el 1-0 para Everton, en una jugada que encontró muy distraída y mal colocada a la defensa visitante. Fue el segundo tanto en esta Premier del volante argentino campeón del mundo, tras el señalado en el 6-3 sobre Tottenham. Conectó un centro de Mo Salah, uno de los delanteros de mejor rendimiento en las cinco grandes ligas europeas. Nadie más en forma que el egipcio para dejar su sello en una noche tan especial en Goodison Park: marcó el 2-1, que lo reafirma como el goleador del torneo, con 22, además de 14 asistencias, rubro que también lo tiene en el primer puesto.

Lo más destacado de Everton 2 – Liverpool 2

Mac Allister, mediocampista de calidad y también sanguíneo, se contagió de un desarrollo áspero, de dientes apretados (29 foules, seis amonestados, dos expulsados). Mac Allister recibió la tarjeta amarilla tras bajar con la pierna levantada a Garner. Luego bordeó la roja con un manotazo a Garner y un foul sobre Jack Harrison, el wing izquierdo que Bielsa dirigió en Leeds. Pese al riesgo, el entrenador Arne Slot no lo sustituyó, evidencia de lo importante que es para el funcionamiento del equipo. El ex-Racing Carlos Alcaraz, reciente refuerzo de Everton, ingresó a 15 minutos del final.

Las banderas de los hinchas de Everton, que se empiezan a despedir de Goodison Park

Más allá de la actualidad futbolística y la importancia del resultado, el partido estuvo marcado en la previa por un ambiente de nostalgia, con muchos recuerdos sobrevolando en el entorno. Postergado en diciembre de 2024, el choque quizá se merecía un día en el que fuera el único encuentro de la Premier League por el significado especial que encerraba. Distinto a todo. El mítico estadio de Goodison Park, el más antiguo de Inglaterra, construido en 1892, recibía por última vez el clásico de la ciudad. En la próxima ocasión que los Toffees reciban a su vecino será en el estadio de última generación, con capacidad para 52.888 espectadores, ubicado en Bramley-Moore Dock, a orillas del río Mersey, tras una inversión de 800 millones de libras.

Geográficamente, pasarán a estar un poco más lejos que los 983 metros que separan Anfield Road de Goodison Park. Siendo estadios casi contiguos, igual no superan el récord de proximidad que tienen Independiente y Racing. Everton, que desde diciembre de 2024 es propiedad del conglomerado estadounidense The Friedkin Group, deja un hogar que ocupó durante 132 años, en el que fue campeón de primera división en 1970 y en el que se salvó milagrosamente del descenso en 1994.

La histórica cercanía entre los estadios de Everton y Liverpool que a partir de la próxima temporada dejará de ser tal

Pelé jugó en el Mundial de 1966 en Goodison Park, al que Eusebio, la Pantera Negra portuguesa, definió como “el mejor estadio en el que jugué en mi vida”. Rodeado de densas casas adosadas que hacen imposible su expansión, el escenario será demolido para dar paso a un proyecto de regeneración centrado en la comunidad, con viviendas de bajo costo, comercios, una residencia para ancianos e instalaciones sanitarias. Pero quedarán vestigios futbolísticos: se conservarán las estatuas de las glorias de Everton, especialmente la del el trío Howard Kendall, Alan Ball y Colin Harvey, que ayudó a conquistar el título en 1970, y el círculo central se mantendrá “como un espacio abierto y verde” en su centro.

El cabezazo de Mac Allister se transformará en el primer gol de Liverpool

Sobre el futuro estadio, el diario The Guardian publicó: “Según el club, el nuevo estadio dará un impulso de 1300 millones de libras a la economía del norte de Liverpool y creará 15.000 puestos de trabajo. Con la esperanza de escapar de la trampa de las nuevas construcciones sin alma, el diseño de Dan Meis, natural de Everton, garantizará que los aficionados estén lo más cerca posible del terreno de juego en unas gradas inclinadas, mientras que el techo se asentará cómodamente sobre los asientos para bloquear el sonido. El club ha hecho otros esfuerzos para que el estadio sea un hogar, no sólo un elegante complejo para hacer dinero. En el exterior de la tribuna sur se están colocando miles de piedras de granito para celebrar nacimientos y matrimonios y recordar a seres queridos”.

La despedida de Goodison Park no pudo ser más caliente. Tuvo de todo. Everton, equipo inferior en individualidades y potencial futbolístico, puso el corazón para que el historial de local quede igualado, con 41 victorias para cada uno y 38 empates. El honor estaba en juego. Partido histórico, en un estadio que ardió por última vez con el clásico de Merseyde.

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