Andrey Rublev es, actualmente, el número 9 del mundo. Llegó a ser el 5° del ranking, hace casi cuatro años. Tiene 27 años, es profesional hace casi una década, y tiene 16 títulos y otras 10 finales en su trayectoria. Nacido en Moscú, es hijo de Andrey, un exboxeador, y de Marina, una profesora de tenis, de quien heredó la pasión por el mundo de las raquetas. Creció siguiendo los pasos de Rafael Nadal y de su compatriota Marat Safin. Talentoso, Rublev es conocido también en el mundo del tenis por algunas reacciones intempestivas dentro de los courts, varias de ellas contra sí mismo, a veces lastimándose.
El ruso, de 27 años, contó en una entrevista con el diario inglés The Guardian que no la pasó nada bien en la temporada pasada. “Definitivamente ahora me siento mucho mejor”, contó Rublev después de haber lidiado por bastante tiempo con la depresión. “Todavía no estoy en el lugar en el que me gustaría estar pero al menos tengo una base. Tengo algo en lo que puedo apoyarme porque, hace medio año, llegué al peor momento de mi vida en cuanto a cómo me siento conmigo mismo”, detalló el jugador ruso antes de su debut en el Australian Open, en la jornada del martes, contra el talento brasileño Joao Fonseca.
Hace un año, Rublev ganó el torneo de Hong Kong, llegó a los cuartos de final del Australian Open, a las semifinales en Dubai, donde fue descalificado en un confuso episodio -lo expulsaron por insultar a un juez de línea, pero el ruso explicó que había hablado en otro idioma y luego le devolvieron los puntos-, y celebró su éxito más importante al conquistar el Masters 1000 de Madrid. Sin embargo, después de caer en la tercera rueda de Roland Garros, todo cambió. En Wimbledon, sufrió una caída en la primera ronda contra el argentino Francisco Comesaña.
En ese encuentro, tras fallar un golpe, el ruso descargó toda su furia con su raqueta, y se golpeó la rodilla en varias ocasiones. Tanto, que durante el descanso tras el final del game pudo verse que esa zona de su cuerpo sangraba por los fuertes impactos. Pese a todo continuó jugando. “No lo haría [golpearse a sí mismo] si pudiera golpear la raqueta en el suelo. No nos permiten golpearlo en el pasto, así que no sé… en ese momento no pude soportarlo más. Necesitaba dejar salir las emociones”, contó entonces luego de la derrota ante quien era el 122° del ranking.
Hoy, meses después, admite: “Fue después de Wimbledon”. Y explicó a The Guardian: “Ese fue el peor momento al que me enfrenté conmigo mismo. No tenía nada que ver con el tenis. Tenía que ver conmigo mismo, fue como que después de ese momento no veía la razón de vivir la vida. ¿Para qué? Ya sé que suena un poco dramático, pero los pensamientos dentro de mi cabeza me estaban matando, creándome mucha ansiedad, y no podía soportarlo más. Ahí empecé a tener un poco de bipolaridad, no sé si se puede decir así, pero el que hizo ese nuevo comienzo fui yo. Ahora me siento mejor. Puedo ver las cosas que estaban pasando”.
“A partir de Wimbledon algunas cosas cambiaron. Estaba tomando pastillas antidepresivas y no me ayudaban en absoluto. Al final dije: ‘No quiero tomar nada más’. Dejé de lado todas las pastillas y Marat Safin me ayudó mucho al hablar conmigo. Me hizo darme cuenta de muchas cosas y entonces empecé a trabajar con un psicólogo. Aprendo mucho sobre mí mismo y, aunque no me siento feliz ni en el lugar feliz en el que me gustaría estar, ya no siento esa loca ansiedad y ese estrés de no entender qué hacer con mi vida. Puedes tenerlo todo en la vida, una familia sana, todas las cosas materiales, la relación de pareja más sana pero, si hay algo que pasa contigo mismo que no quieres ver, nunca serás feliz. Si lo encuentras y lo aceptas, te sentirás cada vez mejor”, detalló.
El año pasado, Rublev fue el único jugador que consiguió victorias sobre Jannik Sinner (en Montreal) y Carlos Alcaraz (en Madrid). El ruso es consciente de su talento, de su capacidad. Pero también se muestra ahora algo escéptico: “No voy a mentir y decir que no quiero ganar un Grand Slam. Ese es mi sueño y haré todo lo posible por conseguirlo, pero, si gano un torneo grande, ¿cambiaría mi vida? Seguro que no. Sólo me aliviará saber que estuve haciendo esto desde que era un niño y que pude ganar uno de los torneos más importantes. Pero no me hará ni más ni menos feliz. Antes creía que cambiaría mi vida, pero no lo hará en absoluto”.
¿Qué pensaba Rublev cuando veía esas reacciones en las que se golpeaba a sí mismo, de manera autodestructiva? “Al principio, por supuesto, me sentía mal, avergonzado, porque no soy ese tipo de persona. No es agradable verlo. Ahora, que me conozco más a mí mismo, me siento más tranquilo. Estoy en un lugar mucho mejor. Cuando veo esos videos es como si estuviera en una vida anterior. Siento que esa persona ya no soy yo”. Admitió que le preguntó al respecto a su compatriota Daniil Medvedev, que también solía tener reacciones fuertes dentro de la cancha. “Compartimos algunas cosas, pero no mucho. Le pregunté cómo pudo cambiar porque, cuando él era junior, también estaba muy, muy loco. Pero cuando ganaba y jugaba finales de Grand Slam de manera súper constante, estaba muy tranquilo. Todo se reduce a ser honesto con uno mismo. Cuando algo te desencadena y te vuelve emocional, agresivo o estresante, es algo en lo profundo de tu ser que no aceptas. Una vez que eres honesto, puedes comenzar a navegar”.
Por último, Rublev habló sobre su posición en contra de la invasión de Rusia a Ucrania. “No intento provocar. Mi postura es muy clara, estoy a favor de la paz. No quiero pelear. No quiero que la gente muera. Quiero que todos estén sanos. Quiero que todos vivan sus vidas. Todavía tenemos muchas guerras diferentes, la gente muere sin parar, y es doloroso verlo. Creo que la mayoría de la gente siente lo mismo que yo. Así que no es una mala postura para mí”.