(Enviado especial a Río de Janeiro, Brasil) El gobierno de Brasil instaló en los medios locales que Javier Milei no está dispuesto a negociar una sola palabra del comunicado final del G20 y que, en combinación con Donald Trump, su objetivo geopolítico es implosionar al foro multilateral que reúne a los países más importantes del planeta.
La Argentina rechazó esa versión de los hechos y confirmó que está dispuesto a negociar en Río de Janeiro con las autoridades del G20 un comunicado final que vaya en línea con los intereses de todos los socios del foro multilateral. Federico Pinedo, sherpa de la Argentina en el G20, está en esa compleja faena diplomática.
La preocupación de la Casa Rosada es que Lula utilice el comunicado final del G20 para apalancar su propia agenda doméstica, y una señal clara de esa intención política son los borradores que puso a negociar para abordar la crisis en Medio Oriente. El Presidente de Brasil tiene una posición contra Israel que favorece a Hamas, Hezbollah e Irán, y la administración Milei no aceptará esa propuesta bajo ninguna circunstancia.
Asimismo, Milei no comparte la perspectiva ideológica de Lula respecto al cambio climático, la agenda de Desarrollo Sustentable y la posibilidad de cobrar un impuesto del 2 por ciento a los denominados “super ricos”, pero instruyó que se agoten todas las instancias con los negociadores del G20 antes de anunciar que Argentina no firmará el comunicado final.
“El presidente tiene sus líneas rojas y quiere que se las respeten. Eso no significa que viene a romper el G20: significa que quiere acordar sin transigir su mirada del mundo. Es lo que estamos pidiendo, y es lo que estamos negociando con los sherpas del G20, al margen de la información falsa que el gobierno de Lula esta filtrando a los medios locales”, explicó a Infobae un integrante del gobierno.
Cerca de las 18.00, Milei aterrizó en Río de Janeiro junto a la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y más tarde se sumará el canciller Gerardo Werthein. Bajo estrictas medidas de seguridad, el presidente argentino se alojó en un hotel frente al mar, mientras en la playa de Copacabana se tomaba sol como si nada pasara alrededor.
Un ejemplo simple de negación de la realidad: sobre la costa del Atlántico, un amenazador buque brasileño flota desde hace tres días.
Cuando Werthein aterrice también en Rio de Janeiro, el presidente, junto a Karina Milei y el sherpa Pinedo, terminará de definir su posición frente a la intransigencia de Lula. Milei apuesta a preservar la unidad del G20, pero exige que sus posiciones finales respondan a los intereses de todos los socios, y no sólo en favor del país organizador (Brasil).
Además su participación formal en el G20, el jefe de estado se encontrará con Xi Jinping, líder del régimen comunista chino. Milei tenía una posición ideológica crítica de China, pero ahora esa perspectiva fue aplacada por razones de realpolitik: Argentina necesita el swap chino para fortalecer las reservas del Banco Central y aceitar la balanza comercial, y Xi no abre la mano sin nada a cambio.
También Milei tendrá una cita bilateral con Narendra Modi, primer ministro de la India. Modi consolida una estrategia de acercamiento a la región y Argentina está entre sus prioridades del mundo. Ambos países tienen economías complementarias, y Milei desea aprovechar las agendas convergentes entre Buenos Aires y Nueva Delhi.
Por último, para completar la agenda presidencial en Rio de Janeiro, se acordaron reuniones bilaterales con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y con Ajay Banga, titular del Banco Mundial. Milei asume que la cena con Trump inició una nueva etapa en la relación de la Argentina con el FMI y el BM, y ya quiere cobrar los dividendos en el G20 de Brasil.
La cumbre del G20 inicia mañana a las 8 en punto. Allí, por primera vez, Milei y Lula se encontrarán cara a cara.