Tras encontrar el amor a 14.348 kilómetros de su casa, el migrante y creador de contenido colombiano Jheison se mudó a Japón para estar junto a su novia Tomo, pero desde que llegó hace unas semanas a ese país insular no ha dejado de sorprenderse con la cultura local.
En un paseo reciente, Jheison se encontró con un puesto de vegetales que lo llevó a pensar lo distantes que Colombia y Japón están en términos de convivencia.
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Sin tener un vendedor que atienda a los clientes o que cuide la mercancía, los agricultores exponen sus productos en venta con un letrero que indica el precio y los compradores pueden tomarlos y dejar el dinero en una especia de buzón.
“Estamos muy lejos de Japón. No puedo creerlo. Acá hay una casita donde siembran la papa, la zanahoria, todo eso y lo ponen en venta en la puerta, pero no hay nadie que vigile, no hay nadie que venda ni nada”, explicó el colombiano.
Y continuó: “Está en la puerta de la casa, cada bolsita tiene el precio y usted lo compra cogiendo su bolsita y echando las moneditas en el buzón ¿Qué tal? ¿Qué tal eso? Me deja asombrado porque son cosas que solo pasan en Japón y serían imposibles en Colombia”.
Según el blog Descubriendo Japón, la honestidad, el respeto y la amabilidad son los principios fundamentales que guían el comportamiento de la sociedad japonesa y esa es “una de las razones por las que Japón cuenta con uno de los menores índices de criminalidad del mundo y el considerado país más seguro de la tierra”.
Jheison logró comprobar la seguridad en Japón al encontrar comercios que funcionan sin supervisión de nadie.