Entre el 2017 y el 2023, las prácticas agrícolas y ganaderas intensivas de las comunidades menonitas han resultado en la deforestación de alrededor de 9 mil hectáreas de bosque tropical en la Amazonía peruana, lo que equivale a 18 mil canchas de fútbol, según un informe de la Coalición por una Producción Sostenible. La situación refleja una emergencia ambiental con riesgos de consecuencias irreparables como ya ocurrió en Bolivia, donde más de 210 mil hectáreas de bosque fueron deforestadas por falta de control y fiscalización.
Las prácticas agropecuarias menonitas, como la siembra de soya y la ganadería a gran escala, requieren la deforestación de grandes extensiones de bosque. El informe, llamado “Las comunidades menonitas en la Amazonía Peruana: un análisis ambiental, regulatorio y comercial”, advierte que “la pérdida de miles de hectáreas está constatada en los estudios de imágenes satelitales multitemporales que demuestran que antes de la llegada de los menonitas existía bosque en los lugares donde se encuentran asentados y hoy existen cultivos”.
“Es urgente un cambio de rumbo en el accionar del Estado para hacerle frente a un proceso de deforestación tan agresivo como el que desarrollan las comunidades menonitas”, explica el informe.
Impacto ambiental y expansión de actividades
Los menonitas son un grupo religioso que tuvo sus orígenes en Europa, específicamente en lo que hoy es Alemania, Países Bajos y Suiza, formando parte de un movimiento religioso radical basado en las reformas protestantes. Este grupo, que lleva el nombre de Menno Simons, uno de sus líderes más importantes, se caracteriza por mantener una estricta separación del mundo moderno. Aunque existen distintas ramas de menonitas, los más conservadores rechazan la tecnología y prefieren modos de vida tradicionales, especialmente en lo relacionado con la agricultura, considerada por ellos como un mandato divino.
A lo largo de los años, los menonitas han migrado a diferentes partes del mundo buscando libertad religiosa, aislamiento de la sociedad moderna y tierras para desarrollar sus prácticas agrícolas. Sus asentamientos se caracterizan por estar en zonas rurales aisladas, donde pueden mantener sus costumbres y evitar la influencia del mundo secular. En América Latina, su presencia se extiende a países como México, Bolivia, Paraguay, Brasil y, más recientemente, Perú, desde 2010.
Las colonias menonitas no solo transforman el bosque tropical en nuevas fronteras agrícolas y ganaderas, sino que además construyen carreteras no planificadas que facilitan actividades ilícitas, como la tala indiscriminada y la minería ilegal. El informe destaca que estas acciones “transformaron el bosque tropical en una nueva frontera agrícola y ganadera significativa, similar a lo que hicieron en otros países de la región”. Este impacto ambiental directo compromete funciones esenciales del ecosistema, como la regulación climática y la captura de carbono, fundamentales para enfrentar el cambio climático global.
Denuncias e investigaciones en curso
El Estado ha respondido a esta problemática mediante denuncias formales contra las colonias menonitas. La Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) investiga a las colonias Chipiar, Tierra Blanca y Masisea por delitos relacionados con la deforestación ilegal y el uso indebido de tierras agrícolas. La Procuraduría Pública del Ministerio del Ambiente (Minam) ha corroborado que la deforestación en estos territorios ocurrió sin autorización oficial por parte de los organismos estatales. Esta versión también ha sido confirmada por los gobiernos regionales de Loreto y Ucayali.
El estudio añade que “se espera que los procesos que se encuentran en los juzgados de investigación preparatoria avancen hacia la etapa de juicio el próximo año”. Además, recalca la urgencia de un cambio en la asignación de derechos sobre el territorio para garantizar la seguridad jurídica.
Medidas urgentes y sostenibles
Ante esta crisis ambiental, la Coalición por una Producción Sostenible ha propuesto más de 20 recomendaciones para frenar la deforestación. Entre las principales medidas destacan:
- Fortalecer la fiscalización del cambio de uso de suelo en áreas forestales.
- Monitorear actividades agrícolas y ganaderas para evitar la expansión ilegal.
- Fomentar prácticas regenerativas y sostenibles que conserven los recursos naturales y garanticen la productividad.
En la colonia menonita de Tierra Blanca, ubicada en el distrito de Masisea, provincia de Coronel Portillo (Ucayali, Perú), tres hombres menonitas fueron acusados formalmente de violación sexual grupal en agravio de una joven de 18 años. Los acusados son Peter Friesen Banman, Jacob Friesen Banman y Franz Friesen Wall. La agresión sexual habría ocurrido en 2021, cuando la víctima tenía 16 años. Los exámenes médicos confirmaron las lesiones compatibles con la agresión sexual. Dos de los acusados están bajo prisión preventiva, mientras que el tercero se encuentra prófugo. Este caso ha conmocionado a la comunidad y ha generado preocupación sobre la seguridad de las mujeres en la colonia.
Los menonitas llegaron al Perú en la década de 1980, inicialmente asentándose en la selva central, en regiones como Ucayali y Huánuco. Posteriormente, se expandieron a otras zonas de la Amazonía peruana, incluyendo Madre de Dios.
Diversas organizaciones ambientalistas y comunidades indígenas han acusado a ciertas colonias menonitas de deforestación ilegal para la agricultura y ganadería. Se les atribuye la tala de bosques primarios para la creación de pastos y el cultivo de soya, principalmente.