Con 37 años y un largo recorrido por el fútbol, Matías Cahais hoy puede amigarse con la carrera que tuvo como profesional, más allá de ese antes y después que trazó aquella desafortunada jugada que derivó en el gol de Mariano Pavone y el título de Estudiantes en ese desempate de 2006 con Boca en la cancha de Vélez. Le costó, reconoce, dejar atrás esa marca, pero a fuerza de terapia, apoyo familiar y perseverancia logró ser campeón del mundo sub 20, en Canadá 2007, alcanzó la regularidad en Racing y tuvo pasos por Países Bajos, Colombia, México, Suecia y Chile antes de volver al país para establecerse definitivamente con su esposa y sus dos hijos. Le abrió las puertas Excursionistas, recién ascendido a la B Metropolitana y sorprendente vencedor de Godoy Cruz por la Copa Argentina.
Crítico y maduro, en esta nueva etapa de su carrera ya puede distinguir todo lo bueno y todo lo malo que tiene su profesión. Y desde su experiencia, advierte a las nuevas camadas. “El fútbol termina siendo un negocio y muchas veces los jugadores somos los payasos que mandan de circo en circo”, concluye durante una entrevista con LA NACION quien formó parte de la última consagración de Boca en la Copa Libertadores y quien también ya se prepara para ser entrenador.
-¿Cómo se dio tu llegada a Excursionistas?
-La verdad es que después de mucho tiempo de estar afuera y de andar viajando por muchos países y por diferentes clubes decidimos como proyecto familiar volver a la Argentina y quedarnos en Buenos Aires, porque somos de acá. Y Excursio me abrió las puertas. Costó un poco ahí el tema de las negociaciones, pero por suerte se terminó dando todo bien y pudimos quedar todos contentos. Y ahora disfrutando de volver al país y de volver a sentir lo que se siente en el fútbol argentino.
-¿Qué analizaste para aceptar la propuesta de Excursionistas?
-La predisposición y cómo está el club, cómo me recibieron y las ganas que tenían de contar conmigo. Todo eso fue muy importante a la hora de tomar esta decisión y más a esta altura de mi carrera, que ya he vivido un montón de situaciones y un montón de desafíos. Este lo tomo como uno más, pero ya desde otro lado, uno quiere estar más tranquilo y sentirse más cerca de los suyos, por eso también elegí Excursio.
-¿Ya adoptaste un rol de líder de vestuario?
-Yo soy una persona muy tranquila y quizás hablo más dentro de la cancha que afuera, pero lo que me enseñaron es que se pregona con el ejemplo. Yo no me creo ejemplo de absolutamente nada pero trato de hacer las cosas que hice durante toda mi carrera y que me trajeron hasta acá, que es ser profesional, entrenarme bien y dentro de la cancha dar siempre lo mejor, ordenar, dar tranquilidad y generar confianza para el equipo y para el entrenador. Que las otras personas te miren y vean una persona segura y confiable.
-Si bien el arranque del campeonato no fue muy bueno en cuanto a resultados, sí pudieron dar la nota eliminando a Godoy Cruz de la Copa Argentina…
-Sí, lo más importante para nosotros es el torneo, no arrancamos bien, sabemos que tenemos una deuda pendiente de volver a ganar y empezar a sumar de a tres, pero creo que el golpe de la Copa Argentina es algo muy bueno en cuanto a lo emocional, a la confianza del grupo y en lo deportivo también porque genera confianza porque sabés qué se puede y hay con qué.
-¿Qué tan lejos te queda tu formación y debut en Boca?
-Lo tengo presente y también lo tengo lejos, porque ya son 20 años desde mi debut cuando tenía 17 y ya tengo 37. Es mucho tiempo, muchos partidos, muchas historias, muchos partidos buenos, muchos partidos malos. Todo hace parte del camino, pero la verdad que estoy agradecido con la carrera que tengo, porque todavía estoy en actividad.
-Antes de llegar a primera subías a practicar ni más ni menos que a las órdenes de Carlos Bianchi…
-Sí, a mí me sube Miguel Brindisi, pero yo antes ya iba a entrenar mucho con primera cuando estaba Bianchi. Si bien con él no tuve la posibilidad de hablar nunca, sí había momentos donde por ahí me agarraba el profe Santella y me hacía trabajos específicos de defensores, me hablaba mucho de los perfiles, de los rechazos, de cómo posicionarme, de nunca quedarme parado para defender. Y eso a lo largo de mi carrera me sirvió mucho.
-¿Sentiste que fue muy prematuro tu debut en primera, como que te agarró por sorpresa?
-Uno cuando es chico tiene ganas de debutar en primera y de jugar. Y a veces después te toca vivir situaciones para las que no estás preparado, no futbolísticamente, sino de la cabeza. Y a mí un poco me pasó eso, no es culpa de nadie. Las cosas se dieron así y por algo pasa todo. Me costó durante mucho tiempo sacarme las cosas que me habían costado sobre todo al principio de la carrera. Es algo muy mental que después de mucho tiempo y con ayuda externa a lo futbolístico lo pude entender, asimilar y resolver. A mí me tocó vivirlo de esa forma y no me arrepiento de nada. Lo que hice fue con la mayor de las ganas y el mayor de los esfuerzos; a veces las cosas salen mejor y a veces no tanto.
-El antes y el después en tu carrera, por lo que fue y lo que podría haber sido, ¿fue aquella jugada en la que Mariano Pavone convierte el gol del campeonato para Estudiantes?
-Totalmente, yo creo que eso me marcó lamentablemente para mal. Pero bueno, después creo que dentro de todo hice una buena carrera, jugué mucho tiempo en Racing, pude jugar varios años en el exterior y si bien en cierto punto me quedé en lo personal un poco estancado en eso, como que se me señaló demasiado, a la vez creo que hice mucho también para salir adelante. Yo era un pibe de 18 años y lo tuve que asumir como pude, como me tocó, y debí hacerme cargo de situaciones que por ahí no estaba preparado, porque era muy chico.
-¿Qué te pesó más? ¿La recriminación interna en el club o la externa?
-Me pesó convivir con el error. A medida que pasan los años te vas dando cuenta de que el error es parte del juego, pero tenía mucha notoriedad. Estaba en la primera de Boca, no fue un error o una jugada desafortunada jugando en X equipo. En Boca todo se magnificaba muchísimo más. Imaginate hace 20 años, que para el jugador era mucho más crudo todo en cuanto a lo mental. Si hoy le pasa eso a un jugador, creo que podría llegar a tener un montón de contención en comparación con 20 años atrás.
-¿Y a qué ayuda acudiste en ese momento?
-Terapia, mucho apoyo familiar, pero esto duró un montón de años en los que a mí me costó salir de ese encasillamiento personal. Porque después de muchos años por ahí me cruza un hincha de Boca y me dice “vos sos el que jugó la final contra Estudiantes”, y yo lo miro como diciendo “sí, flaco, pasaron 20 años, también gané la Libertadores”. Solo se acuerdan de las malas. Para mí ya pasó, pero también me costó durante años sacarme eso de encima.
“No tenía edad para hacerme cargo de situaciones que eran ajenas, pero me terminaron señalando a mí”, insiste Cahais, que quedó marcado por ese 1-2 ante Estudiantes, en una final que el Boca de Ricardo La Volpe pudo haber evitado. Un punto de seis le hubiese bastado para ser tricampeón por primera vez en su historia. Perdió con Belgrano y Lanús y dilapidó sus dos chances. Aquel desempate en la cancha de Vélez, fue el golpe que terminó por derrumbar la ilusión.
-¿Pudiste entender qué pasó en esos últimos partidos de Boca que derivaron en el desempate con Estudiantes?
-Es fútbol. Fue una lástima por lo que venía haciendo el equipo. Sabíamos que Estudiantes venía ganando muchos partidos seguidos, pero a la vez era casi imposible que se nos escapara. Necesitábamos hacer un punto de seis y si bien en Córdoba podíamos perder, después en la cancha de Boca, y más ganando 1-0 con gol de Palermo, decíamos que lo peor que nos podía pasar era que Lanús nos empatara el partido. Pero después lo terminan dando vuelta. Eso al grupo le pegó muchísimo en lo psicológico, porque sabíamos que atrás venía un equipo que no paraba de ganar. Después fuimos a jugar esa final con esperanzas de salir campeón y también empezamos ganando con gol de Palermo, pero cuando nos empataron se nos vino el mundo abajo y se nos hizo muy complicado.
-Boca se repuso al semestre siguiente y con el regreso de Riquelme ganaron la Copa Libertadores, de la que fuiste parte porque integrabas el plantel. El futbolero suele decir que esa copa la ganó Román solo. ¿Ustedes sentían algo parecido viéndolo jugar?
-Román fue, por escándalo, la figura del equipo y de la copa, pero un jugador no puede ganar nada solo, está más que demostrado ya que de ser así el más grande la historia que es Messi hubiera ganado cinco o seis mundiales. Solo no puede, pero era un placer verlo jugar y compartir con él, porque hacía todo más fácil. Y cuando un jugador hace todo mucho más fácil despierta admiración pura.
-¿Y vos cómo viviste ese título?
-Es una de las cosas más lindas de mi carrera. Si bien no sumé minutos, estuve en la mayoría de los partidos en el banco o viajando a los partidos, pero me considero parte de todo eso, porque fue una gran experiencia, como también haber ido al Mundial de Clubes. Fue algo impresionante ver a unos pocos metros a jugadores que uno veía en la tele. Son recuerdos hermosos y el día de mañana puedo decir que tuve la suerte de integrar ese plantel, de ganar la Copa y vivir un montón de situaciones que en ese momento para mí eran naturales; con el paso del tiempo me di cuenta de que no eran normales.
-Tras ese ciclo del 2000 al 2007 quedó la sensación de que Boca ganaría una copa Libertadores por año o cada dos. ¿Qué pasó luego para que se fuera alejando cada vez más de esa posibilidad?
-Yo creo que la Copa Libertadores es muy difícil, y en esos años Boca se encontró con planteles y técnicos coperos. Le pasó a River y ahora le está pasando a Racing, que por ahí en el torneo local no terminan de funcionar y juegan la Copa y se convierten en otra cosa. Y Boca terminó siendo eso en ese momento. Si bien también ganaba a nivel local, porque tenía un plantel gigante y con mucha jerarquía, Boca era un equipo copero. Hoy no deja de ser un grande, pero ya tenés equipos que se le animan. Con el mayor de los respetos, antes capaz que venía Alianza Lima a la cancha de Boca y sabía que no se tenía que comer una goleada, y hoy se te plantan los equipos; lo mismo pasa en el torneo local. Antes cualquier equipo iba a la cancha de Boca y perdía, era muy difícil jugar en la Bombonera. Vos sabías que cuando te tocaba con Boca decías “ya está, este partido no lo contemos”. Hoy los equipos se le están animando más porque no se terminaron de dar los títulos que hacen que los otros equipos te respeten.
-Hablando de la Libertadores, fuiste compañero de Fernando Gago y conocés su mentalidad. ¿Pensás que puede soportar toda la presión y revertir este momento de Boca tras la eliminación ante Alianza Lima?
-Yo creo que Fernando tiene personalidad de sobra para revertir este momento. Tiene un buen cuerpo técnico, que está muy capacitado y ha demostrado condiciones para hacerlo, como lo hizo en Racing. Obviamente, Boca genera otras cosas, pero creo que está totalmente capacitado. Por ahí ahora agarra una racha de dos o tres partidos y levanta. Ojalá le vaya bien, porque tiene buenos jugadores y le han traído otros muy buenos también. Yo entiendo que el fútbol es resultados y cuando vos ganás está todo bien, por más que uno sepa internamente que las cosas no están tan bien como parece. Muchas veces los resultados maquillan un montón de cosas. Y cuando no aparecen los resultados parece que está todo mal. Yo creo que no es ni un extremo ni el otro.
-En su momento, Fernando fue vendido a Real Madrid y vos también estuviste cerca de firmar en ese club, pero de un día para el otro te avisaron que no se hacía ¿Ese fue otro golpe del que tuviste que recuperarte mentalmente o en ese momento no te impactó tanto?
-En ese momento también había tenido otras propuestas a las que yo les había dicho que no y, qué se yo, a veces son decisiones que uno toma en la vida y hoy de grande también tengo que tomar decisiones conmigo y con mi familia. Trato de hacer lo mejor y a veces pensás que estás haciendo lo mejor y te terminás equivocando igual. A veces es al revés, la elección más difícil y rebuscada termina siendo lo mejor. En el fútbol, muchas negociaciones no pasan por uno y sinceramente a veces ni te terminás enterando de por qué se cayó un pase o por qué se hizo. O por qué no se hizo si ya estaba hecho. Así funciona y el fútbol termina siendo un negocio y muchas veces los jugadores somos los payasos que nos mandan de circo en circo, por así decirlo. Son un poco las reglas del juego.
-Sos crítico de la maquinaria del fútbol…
-Sí, porque a mí me gusta jugar al fútbol. Siempre me gustó jugar al fútbol. Amo jugar y entrenarme, pero entiendo que todo lo que rodea al fútbol es un negocio. Lo acepto, son las reglas del juego y por eso estoy hace veinte años jugando. No me encanta y a veces me desgasta, pero entiendo que es así, como en cada trabajo, donde puede haber cosas que a uno le pueden gustar o no. Sabemos que en el fútbol se maneja mucho dinero y hay jugadores que manejan mucho dinero por cómo juegan y con eso viene mucha gente que va detrás del dinero.
-En contraposición, a tu paso por Groningen, de Países Bajos, lo describiste como un regreso al amateurismo. ¿Era tan así?
-Sí, totalmente. Yo estaba en Boca y era otro mundo, una burbuja, Disney, por así llamarlo, donde tenías diez personas para alcanzar las pelotas, gente que te hacía masajes, que te limpiaba los botines… Tenías personas para todo lo que necesitaras, hasta personas que te lavaban el auto. Y llegué en ese momento a un club como Groningen, donde uno tenía que llevar las pelotas, correr los arcos y el día del partido llevarte la ropa. Son experiencias.
-Racing te permitió asentarte en el fútbol argentino, jugar, ser titular…
-Sí, fue una época hermosa, si bien no agarré el Racing que es hoy, pero la viví muy contento, la pasé muy bien. Hubo momentos difíciles y por eso también me terminé yendo con contrato y todo, pero sentí que había cumplido un ciclo y que el club necesitaba aires nuevos. De hecho, se terminó renovando el plantel y salió campeón. Pero fue una linda época, la valoro mucho, si bien yo la estaba pasando mal por lo que arrastraba y venía trayendo conmigo de épocas y momentos anteriores. Yo tengo mucho cariño por Racing, de hecho creo que a nivel familiar hoy es más lo que me liga a Racing que a Boca, porque toda la familia de mi señora es de Racing e hicieron hincha a mi hijo (Simón). Él va a la cancha y yo a veces lo acompaño. Me da mucha alegría cuando Racing gana, porque mi hijo está contento. Además, tengo amigos que están jugando ahí hoy en día y me pone feliz que les esté yendo tan bien.
-Fuiste compañero de Bruno Zuculini y Luciano Vietto. ¿Cómo los ves hoy que son referentes?
-Hablé hace poco con los dos y están muy contentos. Tuvieron diferentes carreras, pero son dos chicos muy buenos, que han nacido en el club y que saben lo que es vivir el día a día en Racing y también la etapa cruda que nos tocó vivir. Hoy son más líderes y están escribiendo nuevas y buenas historias. Me pone muy contento por ellos, porque son grandes jugadores y sobre todo grandes personas que le hacen muy bien al grupo y a la institución.
-También coincidiste en la Academia con Rodrigo de Paul. ¿Veías ya al futbolista todoterreno en que se convirtió?
-Yo lo vi debutar en otra posición y otra función completamente diferente a la que tiene hoy en la cancha. Creo que se pudo adaptar a un montón de situaciones y hoy es un jugador más completo. Era un enganche o un enganche tirado de extremo cuando debutó con Luis Zubeldía y hoy es un todoterreno. Y de personalidad siempre fue así. Hoy obviamente está mucho más expuesto y hay más notoriedad, pero Rodrigo fue así desde el día uno. Ya era gracioso desde chico, porque no era como la mayoría de los juveniles, que por ahí te tienen más respeto. Rodri era siempre jodón, siempre alegre, sin faltar el respeto, pero siempre tiraba un poquito más de la cuerda y te hacía reír.
Así como quedó marcado negativamente desde muy joven por aquella jugada desafortunada ante Estudiantes, pudo vivir la otra cara del fútbol: en 2007 formó parte del plantel que conquistó el Mundial Sub 20 en Canadá, con compañeros como Ángel Di María, el Kun Agüero y Alejandro Papu Gómez. “Es una de las cosas más lindas que me pasaron. Un momento que va a durar para toda la vida; fue un sueño haberlo vivido con los jugadores que me tocó compartir plantel. Puedo decir que salí campeón del mundo y que jugué con futbolistas que fueron y son estrellas que le han dado tanto al país”, valora Cahais, elegido por Hugo Tocalli como líder de aquella selección, la última en alzar el trofeo de la categoría, tras las consagraciones en 1979, 1995, 1997, 2001 y 2005.
-Fuiste capitán de Ángel Di María, quien por fin derribó la pared…
-Sí, hace poco hablé con él por otra cosa, hacía mucho tiempo que no hablábamos, creo que desde aquel Mundial, y lo felicité, pero no por los títulos, sino por lo que decís vos, por todo lo que se bancó, por todo lo que luchó y porque nunca dejó de perseguir sus sueños y lo pudo lograr. Lo felicité por ser un ejemplo de superación. Para mí no iba a ser mejor o peor jugador si ganaba, porque sé la clase de jugador que fue siempre, más allá de que en el fútbol nos rotulan por si ganamos o no. Pero hay mucho más atrás de eso, y lo felicité por derribar la pared, por insistir, por la resiliencia y por ese amor que nunca dejó de tener por el país. Podría haberse quedado tranquilo en Europa con la familia, como lo está haciendo hoy y se lo merece, pero antes de hacer eso se dio el gusto de llegar a lo máximo, que era ganar títulos con la selección.
-¿Te identificaste con él en algún punto del dolor, la crítica, la injusticia?
-No me voy a comparar ni nada por el estilo, ni cerca. Pero sí, hay mucha injusticia, no solo con él, sino con un montón de jugadores. Es muy duro, muy cruel y exitista, aunque sé que son las reglas del juego. Uno las termina aceptando y sabe a lo que está expuesto cuando juega a esto. De chicos arrancamos a jugar al fútbol porque nos gusta correr atrás de una pelota, defender, hacer goles, entrenar, compartir el vestuario, pero nadie te enseña todo lo que aparece después como antes te enseñaban a cabecear con determinado parietal o tal ejercicio físico. Una vez que llegás a primera, listo, es un mundo totalmente diferente y cada persona reacciona como puede y como está preparada. Hay jugadores que son grandes jugadores y se van perdiendo por el camino. Y por ahí hay otros a los que les pasa lo mismo que a mí y su cabeza les dice “no, esto es mi vida y quiero vivir de esto y hacer una carrera con esto”. Mal que mal, lo pude hacer. Me gustaría haber logrado mucho más, pero hay cosas que pasan por algo. Y volviendo a lo de Ángel, me pone muy feliz por el final que tuvo con la Selección, como esas películas tristes o dramáticas en las que terminan todos contentos.
-Con todo, lo bueno y lo malo, ¿qué balance hacés de tu carrera?
-Creo que hice una buena carrera. Tuve la posibilidad de jugar en buenos clubes, en diferentes países. Fueron pocos los equipos donde no tuve continuidad. Que podría haber sido mucho mejor no tengo la más mínima duda, pero creo que me siento mucho más preparado de la cabeza que aquel Matías de hace veinte años.
-¿Y qué sigue cuando Matías Cahais decida retirarse?
-Estoy estudiando para ser entrenador. Tengo muchas ganas. Y a medida que va pasando el tiempo tengo más ganas todavía. Hasta hace un par de años estaba peleado con el fútbol, por no gustarme todo lo que pasa alrededor y no terminar de aceptarlo, pero pude hacer un clic y no pelearme con algo que no iba a poder cambiar. Creo que es mucho más grande el sistema que cualquier persona en sí. Entonces, es acostumbrarse y aceptar. Por supuesto que hay cosas con las que no transo, pero me veo haciendo bien la función de entrenador, por eso me gustaría seguir por ese lado.