En la camiseta del equipo una sandía. Y en las tribunas los hinchas muestran tarjetas rojas. Palestino, de Chile, que anoche eliminó por penales a Universidad Católica en Coquimbo, en busca de un boleto a la Copa Sudamericana, inició así su temporada 2025. La sandía es fruta tradicional y tiene además los colores nacionales: verde, rojo, blanco y negro. Se convirtió en ícono de resistencia y solidaridad cuando la bandera fue prohibida. Y la tarjeta roja es parte de la campaña Red Card, iniciada por las “Brigadas Verdes” del club escocés Celtic y seguida por casi un centenar de hinchadas y equipos en todo el mundo.
Palestino fue dos veces campeón nacional y es el equipo chileno con más participaciones en torneos Conmebol desde 2019 (tres Libertadores y cuatro Sudamericanas). Arturo Vidal dijo días atrás que es el cuarto grande de Chile luego de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica. “Te quedaste corto ‘King’, pero se nota que sabes de fútbol”, siguió Palestino el juego. Como sea, la sandía y la tarjeta roja (que pide sanciones contra Israel) no son noticia.
𝐍𝐄𝐖 𝐉𝐄𝐑𝐒𝐄𝐘 🍉
Más que un equipo, #TodoUnPueblo 🇵🇸 pic.twitter.com/vKIuPqAQWi
— Club Deportivo Palestino (@CDPalestinoSADP) February 20, 2025
Apenas algunas crónicas contaron dos semanas atrás que también los hinchas de “Bukaneros” y “Biris” sacaron tarjetas rojas en el empate 1-1 de Rayo Vallecano y Sevilla, como lo habían hecho antes hinchas de Osasuna contra Real Madrid en Pamplona. Y de Alavés y de Espanyol. La campaña la iniciaron el 12 de febrero las “Brigadas Verdes” de Celtic, en el partido de Champions contra Bayern Munich. Siguieron hinchas griegos de Aris Salónica, turcos de Galatasaray y Bursaspor, irlandeses de Shelbourne y Bohemians y muchos más. En Italia, Marruecos, Túnez y Malasia, entre tantos.
🏴“Muestra la tarjeta roja a Israel”
La hinchada del Celtic mostró hoy esta bandera acompañada con una bandera de Palestina en el partido por Champions League contra el Bayern Múnich. pic.twitter.com/dHvZ5uqRKI
— Fútbol y Política (@FutboliPolitica) February 12, 2025
Se animó inclusive WarriorZ, una agrupación de hinchas del mítico y valiente St. Pauli, de Hamburgo, pero reacio a sumarse, por la propia historia alemana, y leyes nacionales que pueden confundir el antisemitismo con la simple crítica al gobierno de Israel, al que la propia Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya acusó de crímenes de guerra y lesa humanidad (unas 50 mil muertes, tras la feroz represalia por el ataque brutal de Hamas del 7 de octubre de 2023, en medio del horror vigente de los rehenes).
La polémica se reavivó por el Oscar que recibió el domingo pasado el documental “No other land” (No hay otra tierra). En un momento, el director israelí Yuval Abraham se desespera ante la enésima casa demolida en la aldea de Masafer Yatta, en Cisjordania, el vecino muerto o mutilado, militares y colonos armados. Hay escenas desgarradoras. Puro dolor. “Tranquilo, llevamos décadas así. Ya estamos acostumbrados a perder”, le dice Basel Adra, codirector palestino, a su amigo Yuval. El documental no tiene ninguna sala de cine en Estados Unidos. Tampoco hay sala que se anime a proyectarla en Israel, cuenta Haaretz, diario de Tel Aviv. Lo mismo sucede en muchos otros países.
¿Habrá cámaras en Ginebra para registrar la voz de la Federación de fútbol Palestina, citada hoy mismo para hablar en la Oficina de las Naciones Unidas? Un año y medio con más de 700 deportistas muertos, 300 instalaciones deportivas destrozadas en la Gaza devastada, 1500 futbolistas, mayores y juveniles, sin actividad porque obviamente no hay más campeonatos, y el reclamo para que la FIFA y el Comité Olímpico Internacional (COI) impongan sus reglamentos y sancionen a Israel, como reclama el movimiento de hinchas “Tarjeta Roja”.
En Inglaterra, el ex crack Gary Lineker pide a su vez, con otras cientos de firmas, que la BBC levante la censura de un documental que llevó nueve meses de trabajo y cuenta cómo sobreviven los niños en Gaza. El mismo día del Oscar, The New York Times informó que Gannett, la mayor empresa de periódicos de Estados Unidos, despidió a Tony Doris, experimentado editor de The Palm Beach Post. ¿La causa? La publicación de una caricatura de dos soldados israelíes rescatando a un rehén de Hamás y uno de ellos diciéndole al otro que tuviese cuidado porque están caminando sobre “más de 40.000 palestinos muertos”. Fue considerada antisemita. El autor fue Jeff Danzinger, veterano del Ejército y de padre judío. Doris consideró necesario “hablar de los horrores de la guerra”. Tiene razón. Comprenderíamos mejor todo si las víctimas del otro lado también tuviesen nombre, rostro, voz, familia. Si dejaran de ser un número.
En el documental ganador del Oscar -que se filmó antes de la masacre de Hamás y añade una referencia al final- hay una niña llamada Doha, “gran árbol” en árabe, nombre de la capital de Qatar, allí donde nuestra selección ganó “la Tercera”, y donde nos cruzamos con la diáspora palestina, académicos, o hinchas con camiseta de Leo Messi, y con marroquíes que llenaban el subte cantando “Llevo años llorando por ti, querida Palestina”, escenas de estadios politizados inéditas para una Copa Mundial, pero también casi omitidas.
En un momento del documental, Doha le pide entusiasmada a su padre que la lleve a la escuela. La construyó ella misma, con compañeros y madres (y los padres de noche, cuando los soldados estaban lejos). La escuela es destruída por el Ejército israelí. Minutos antes, los niños están en el aula, en plena tarea de alfabetización. Y también salen al patio para el recreo. Están jugando al fútbol.