El doctor Mike Weber, es un experto de la Universidad de Bonn, Alemania, dedicado a la paleoceanografía –el estudio de la historia de los océanos–, y a la dinámica de las capas de hielo y hielos polares. Dos meses atrás, en la 11ª conferencia del Comité Científico de Investigación Antártica realizada en Pucón, Chile, ante casi 1500 académicos y científicos especializados en la Antártida lanzó una definición dramática que reiteró en una entrevista con LA NACION: “El derretimiento de la Antártida es una situación desbocada, que ya ha pasado el punto de no retorno”.
La afirmación de Weber fue refrendada por los otros investigadores del Comité Científico, cada uno desde su especialidad. “En el pasado, este ritmo de incremento del CO2 [la principal causa del aumento de la temperatura] lo hemos visto en procesos de miles de años. Ahora ha sucedido en un siglo”, dijo Liz Keller, experta en paleoclima de la Universidad Victoria de Wellington en Nueva Zelanda.
Mathieu Casado, meteorólogo paleoclimático y polar del Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente de Francia, agregó que la última vez que la Tierra estuvo tan cálida fue hace 125.000 años, y los niveles del mar eran entonces entre 6 y 9 metros más altos “con una importante contribución del derretimiento de la Antártida Occidental”.
Según los datos recopilados por la NASA, el nivel del mar subió 10 cm en las últimas dos décadas, entre 1993 y este año. Si no se pone freno, el aumento del nivel del mar podría afectar a millones de personas en 2100, que se verían obligadas a abandonar sus lugares de residencia en zonas costeras. ¿El motivo? Que sus viviendas serán cubiertas por el mar.
En su entrevista con LA NACION desde Alemania, el doctor Weber explicó cómo fueron en el pasado las etapas de formación de las capas de hielo de la Antártida, su proceso de derretimiento, por qué ha llegado a un “un punto de no retorno”, y qué se puede hacer ahora.
Los especialistas dividen la capa de hielo de la Antártida –por su tamaño, el cuarto continente después de Asia, América y África– en dos sectores separados a lo largo de 4000 kilómetros por la Cordillera Transantártica: la Oriental (que es la que se proyecta básicamente hacia Oceanía y Asia), y la Occidental, que se proyecta hacia América y África, e incluye la península antártica sobre la que la Argentina reclama soberanía. Debido a que el sector Oriental es más de diez veces más grande y está ubicado a una mayor altitud, es menos vulnerable al cambio climático. Por lo cual, el Occidental es el sector más afectado por el derretimiento de los hielos.
–A diferencia de los otros continentes cubiertos de vegetación, ríos y mares, lo predominante en el continente antártico es su capa de hielo ¿Cómo es el dinamismo de esas capas en las diferentes regiones?
–La capa de hielo cubre el 98% del continente, excepto en algunas cumbres y zonas costeras, y tiene un promedio de 1900 metros de espesor, y hasta 3000 metros en el centro. En la dinámica de esas capas horizontales el hielo fluye desde el centro hacia el exterior, con poco movimiento en los puntos altos, las divisorias de hielo. Luego la capa se inclina en los flancos y se vuelve a aplanar en las zonas costeras. El total de la superficie cubierta por hielo es tan grande como el territorio continental de Estados Unidos.
–¿Cuáles son los procesos naturales que han provocado normalmente el derretimiento del hielo y qué es lo que sucede ahora con el cambio climático?
–El hielo antártico se derrite por varios motivos. Sabemos, por ejemplo, que con el fenómeno de El Niño, con temperaturas superficiales del mar más altas en el Pacífico Oriental, se intensifica el derretimiento especialmente en la zona de la Península Antártica. Otro mecanismo que se ha dado en los últimos tiempos es el derretimiento de los glaciares desde abajo por la intrusión de aguas oceánicas más cálidas bajo las partes flotantes de las plataformas de hielo. Esto se llama forzamiento térmico oceánico. Un tercer proceso es el desprendimiento de icebergs que puede ser causado por una combinación de los otros mecanismos y la dinámica propia interna del hielo. De todas maneras, por lo general, el hielo marino alrededor de la Antártida actúa como un escudo protector para evitar que el hielo continental se derrita. Pero cuando el derretimiento del hielo marino se acelera, el hielo del continente tiende a derretirse también más rápido.
–En la historia del planeta ¿Cómo se formó y cómo se derritió el hielo antártico en el pasado?
–Tras la última glaciación, que fue un proceso que duró unos 100.000 años, hasta hace unos 20.000 años, hubo una transición de un clima helado a un clima cálido. La causa principal de esto fue que el CO2 atmosférico aumentó alrededor de 100 partes por millón (ppm), de 180 ppm a aproximadamente 280 ppm. Es probable que el océano almacenara este CO2 como líquido disuelto en épocas frías y lo liberara a la atmósfera durante las épocas cálidas. Detrás de estos ciclos naturales se encuentran los parámetros orbitales de la Tierra, excentricidad, oblicuidad y precesión [variación en el eje de rotación], que se modifican en escalas de tiempo de decenas y cientos de miles de años. Tras la última glaciación fue un proceso de casi 10.000 años de liberación del carbono acumulado en los océanos para que las temperaturas globales aumentaran unos 5 °C. Así, por ejemplo la capa de hielo de Laurentide, que descansaba sobre América del Norte y tenía un espesor de hasta 4000 metros, se derritió por completo. Como consecuencia, los niveles del mar en todo el mundo aumentaron unos 135 m durante esos 10.000 años, una amplitud gigantesca. Así fue también como la masa continental del sur de América se duplicó hace 20.000 años porque las áreas relativamente poco profundas de la plataforma patagónica que estaban bajo el agua luego quedaron expuestas en la transición hacia el período cálido actual.
–¿En qué se diferencia ese proceso natural de lo que vemos en la actualidad?
–Lo que a la naturaleza le llevó 10.000 años, nosotros los humanos lo hicimos en una generación, es decir, aumentar en más de 100 ppm el CO2 atmosférico. Por lo tanto, ahora es probable que la capa de hielo antártico experimente una mayor pérdida de masa de hielo que conducirá al aumento del nivel del mar en todo el mundo. Los datos instrumentales ya muestran esta tendencia creciente.
–¿Cuál de las actividades humanas actuales es la principal responsable del derretimiento del hielo antártico?
–Todo lo que está relacionado con la producción de CO2, como los automóviles a nafta, calentarse con petróleo y gas, quemar carbón, aumenta el CO2 de la atmósfera, que ya en el pasado fue lo que llevó al derretimiento natural del hielo antártico.
–¿Hubo algún factor natural en el pasado que haya permitido detener o ralentizar el derretimiento del hielo?
–Básicamente fueron los parámetros orbitales de la Tierra los que modificaron el ritmo del calentamiento del planeta, pero son procesos extremadamente lentos especialmente en cuanto a producir un descenso de las temperaturas. El proceso natural llevó 10.000 años para calentar el planeta y 100.000 años para enfriarlo nuevamente. El calentamiento es rápido y el enfriamiento siempre es más lento.
–Usted afirma que el derretimiento del hielo antártico ya está desbocado ¿Cuál sería la definición de punto de no retorno?
–El “no retorno” es cuando se llega a una situación de descontrol. Estos umbrales en el sistema climático se denominan puntos de inflexión. La capa de hielo antártico se apoya en el continente, pero solo en un pequeño segmento. Hacia el exterior, flota como plataformas de hielo sobre el océano. Con el calentamiento global aumenta la temperatura del océano. Esa agua más cálida se cuela por debajo de las plataformas apoyadas en la masa continental y derrite el hielo desde abajo. Una vez que desaparece ese punto de fijación, ya no hay forma de retener el hielo que también fluirá más rápido hacia el océano. Esta es una situación descontrolada que ya ha pasado el punto de no retorno.
–¿Qué datos permiten confirmar que ya pasamos en el punto de no retorno?
–En las imágenes satelitales se ve que un número cada vez mayor de capas de hielo en la Antártida Occidental, que siempre es la más inestable y vulnerable, están perdiendo los puntos de fijación y se acelera el flujo de hielo hacia el océano. A partir de nuestros estudios del pasado, sabemos que estas fases de mayor derretimiento del hielo duran cientos de miles de años antes de que la capa de hielo se estabilice nuevamente.
–Más allá de la responsabilidad de la Humanidad en reducir las emisiones de CO2 ¿Hay algún proceso natural que pueda frenar el derretimiento?
–A medida que la Antártida pierde hielo, la corteza subyacente, especialmente en la Antártida Occidental, comienza a elevarse porque se alivia de millones de toneladas de hielo. Este levantamiento puede llevar décadas o siglos, no lo sabemos, pero tiene la capacidad de proporcionar puntos de anclaje debajo del hielo nuevamente, por lo que el flujo del hielo hacia el mar puede disminuir o incluso detenerse. Pero según algunos estudios, esta estabilización es más rápida y eficiente en escenarios de bajas emisiones de carbono.
–¿Cuáles serían las consecuencias del derretimiento del hielo antártico sobre el resto del planeta?
–Obviamente que el nivel del mar aumentará en todo el mundo. Solo el sector más pequeño del continente, la Antártida Occidental, tiene una masa de hielo suficiente para elevar el nivel del mar de 5 a 7 m. Y este sector es especialmente vulnerable porque la parte inferior del hielo está mayoritariamente por debajo del nivel del mar. Eso significa que la entrada de agua oceánica más cálida puede derretir rápidamente el hielo desde abajo y aumentar el flujo de hielo desde el continente, lo que conducirá a un aumento del nivel del mar de hasta 1 m hasta finales de este siglo y probablemente muchos metros más en los siglos siguientes. La capa de hielo de la Antártida Oriental está estable en este momento y contiene una cantidad significativa de agua dulce: suficiente para elevar alrededor de 60 m el nivel del mar. Es en la Antártida Occidental donde hay capas de hielo que se encuentran en una situación desbocada, que podrá detenerse en décadas o siglos, siempre dependiendo de nuestras emisiones de CO2.